Valores universales sobre la Mesa (+ Video)
Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos: Roberto Garaicoa
Las coincidencias de los más diversos grupos sociales en la definición de los valores humanos que los sostienen, al margen de orígenes étnicos y geográficos o discrepancias ideológicas, fueron abordadas este viernes en la Mesa Redonda, a partir del tema Valores universales.
La iglesia y el marxismo no son incompatibles, aseveró el reverendo Raúl Suárez, director del Centro Memorial Martin Luther King, quien se detuvo a explicar que su generación recibió a la Revolución con unos 30 años. “Los pastores fuimos formados para entender y vivir nuestra fe en una sociedad capitalista y no en una socialista, como tampoco la crítica marxista nos ayudó a entender la dimensión humanista de la Revolución. Nos tocó redescubrir la obra humanista en el pensamiento de Fidel y de Raúl”.
Aseguró que el debate en aquel tiempo era hacia el ateísmo, y “nos dimos cuenta que hacia ahí no era la cosa. Cuando fuimos al Evangelio, redescubrimos que Jesús nos dice que tenemos que meternos y comprometernos, y esa percepción la asumimos para fortalecer nuestra unidad nacional. No se trataba de cacarear nuestra fe, sino de vivir lo que creemos. En el tema del amor al prójimo el marxismo a mi no me dañó”.
En su intervención se detuvo en que “participar fue lo que nos ayudó a superar esta situación. Hoy, cuando miramos hacia atrás, advertimos que fue lo correcto. Se trataba de formar una iglesia con corazón de pueblo, una luz que ilumina y una levadura que se mete para transformar y contribuir a lo que queríamos, que era una sociedad nueva y un hombre nuevo. La iglesia tenía el reclamo de que la sociedad que se estaba formando necesitaba de hombres nuevos, y teníamos la experiencia de que en Cristo teníamos a ese hombre nuevo, y en la sociedad podía darse un hombre así”.
El Doctor Gilberto Valdés Gutiérrez, subdirector del Instituto de Filosofía, argumentó que la historia no se puede escribir de modo subjuntivo. “Las interpretaciones del marxismo han estado condicionadas, y se ha dado una gran tergiversación. Han tratado de ubicar el tema de la religión como el opio de los pueblos, y Marx escribe esa frase cuando descubre que el problema es hallar las relaciones y las estructuras que condicionan la apropiación religiosa del mundo. Deslinda la apropiación enajenante de la religión. Había dicho que la religión no vive del cielo, sino de la tierra. La crítica es contra el fetichismo, como la creación del Estado como un Dios. Isabel Monal ha trabajado esto, y el problema no es la crítica a la enajenación religiosa, sino descubrir el secreto de la sagrada familia en la familia terrenal. Marx no tiene ningún problema con la religiosidad, con la apropiación espiritual de la religión. Se sacó de contexto su mirada”.
Manifestó que en Cuba hay una matriz ética y política en función de que las personas vivan su fe de manera natural. “Y aunque se ha avanzado mucho, hay que ir mucho más allá. Recuerdo una intervención en la que Raúl Suárez decía que la ética sin economía es solo para héroes y no todos somos héroes, pero la economía no podría ser concebida sin ética, porque perderíamos el rumbo”.
Interpelado sobre la cobertura mediática a partir de la visita recientemente a Cuba del Sumo Pontífice, Ricardo Ronquillo Bello, subdirector del diario Juventud Rebelde, sostuvo que esta fue muy amplia y que no hubo restricción alguna. “No obstante, en Cuba hay muchas denominaciones religiosas, y podría pensarse que había un realce, y como medios públicos tenemos la responsabilidad de salvar ese equilibrio para no promover una religión en particular”.
En su opinión, la Revolución cubana heredó un viejo conflicto entre el marxismo y el cristianismo, y no solo sostenido por la mala interpretación de esa frase. “Hubo una vulgarización de las tesis marxistas. El propio Lenin dijo que los cristianos debían ser atraídos por los proletarios ateos, y a Bujarin se le atribuye el pensamiento de que cuando se asume el ideal comunista había que olvidar las otras creencias”.
Consideró que la Revolución cubana no estuvo al margen de esto, y como todo proceso de transformación social complejo también llegó al punto de declarar en la primera Constitución el carácter ateo de nuestro Estado, lo que hirió a los creyentes, pero para bendición eso ha ido superándose, y en la reforma del 91 se declaró constitucionalmente el carácter laico.
“El propio Raúl hizo una crítica fortísima cuando se expulsó de sus responsabilidades a una compañera por sus creencias, y dijo que él no fue al Moncada para eso, y preguntó qué habrían hecho con Frank. Todo esto demuestra que la Revolución ha tenido la madurez para superar los atavismos e ir avanzando a una nueva etapa en la búsqueda de lo que nos une y lo que nos diferencia”.
En el caso de la Iglesia católica, dijo, se vivió un proceso muy interesante en los años 80. “Estaba empezando el proceso de descomposición del socialismo europeo en aquellos años, cuando en Cuba se dio un proceso interesante con el encuentro eclesial cubano, en el que hubo una posición ecuménica de la iglesia con la opción socialista cubana. Se planteó que la iglesia católica encuentra una manera de vivir dentro de la sociedad socialista cubana”.
Raúl Suárez comentó que el Papa Francisco ha recuperado el Ministerio profético, y en ese sentido no solo habla de los pobres como algo emocional, sino que va a las causas de las pobrezas, y señala el sistema que hace que el planeta esté al borde de la desaparición. “Me agradó mucho que una hermana de la iglesia está al frente de una cooperativa para construir viviendas, y la llevé para ver cómo ayudar a dos o tres personas, y dijo que la cooperativa aprobó que un cinco por ciento de sus utilidades serían para extender esas ayudas que le estaban pidiendo”.
A partir de un debate sobre las fracturas en ciertos valores, Ricardo Ronquillo aportó la mirada de que en Cuba se percibe como negativo ser burgués. “En el mundo entero hay una visión negativa de los sentimientos burgueses, porque son sentimientos de rechazo, de superioridad… pero esta realidad no se puede caricaturizar. Nosotros tenemos a Fidel Castro, que negó su clase, y dirigió un proyecto revolucionario como el nuestro. Lo cierto es que sería muy triste para Cuba que las personas aspiren a ser burgueses, y lo que hay que aspirar es a tener una sociedad de bienestar, y que el trabajo tenga el lugar que merece. Son concepciones que nada tienen que ver con ser burgués”.
El reverendo Suárez mencionó el desafío que tiene todo el pueblo de esta Isla frente a las nuevas formas de dominio del corazón y la mente. “Durante años buscaron todas las formas para dañar el cuerpo con medidas como el bloqueo, para destruir el proyecto cubano, y ahora la intención estratégica es la misma, pero el reto está en quién va a ganar la mente y el corazón del pueblo cubano, y en ese sentido tenemos que dejar algunos prejuicios que tenemos. Tenemos que llegar a la conclusión de que la mente y el corazón no se van a ganar por la vía de los talleres de valores, tenemos que satisfacer la demanda que no es económica, sino la potencialidad que tiene el ser humano de ser útil y hacer el bien, y esto hay que desafiarlo, no con talleres, sino con proyectos con los que se puedan crear las condiciones necesarias para ese deseo de hacer el bien y realizarlo”.
Suárez espera del Estado “que este nos defienda. A veces he sido víctima cuando voy a comprar a un agromercado, y me roban con el precio y con el peso, y no hay quien defienda al pueblo. Hace falta una ley del consumidor, con la que el pueblo sepa cómo sentirse defendido. Y si en los sectores de negocio no ves a una muchachita negra sirviendo, sino que es la que limpia el piso…, eso me hiere. Tiene que haber una preocupación sobre eso, porque es arrinconar a un sector importante de nuestra población y llevarlo a hacer otras tareas. Tenemos que colocar el corazón y la mente junto con el empuje económico”.
Compartió igualmente una experiencia que le contó una abuela. “Un papá cometió una infracción y para defenderse, dijo que la niña estaba enferma, por eso iba rápido. Y la niña dijo que no le podía mentir al policía, que no estaba enferma, pero que no quería que a su papá le pasara nada. El asunto es qué familia estamos formando en Cuba. Qué estamos haciendo para fortalecer los valores en la familia. Son cosas que tenemos que atender. Tenemos la experiencia de trabajar con un grupo de adolescentes, para llevarle un cake a niños que están enfermos en un hospital, y quienes más han recibido fueron los que fueron a hacer el bien”.
Gilberto Valdés asumió que es bien compleja una economía sin ética. “La transición socialista sin mercado es una realidad que no podemos asumir. Vamos a un escenario de cambio significativo, y una cosa es la cultura del timbiriche, y otra es que se convierta el sector privado en proimperialista. En medio de una sociedad que cada vez va a ser más heterogénea, hay que activar sus recursos de articulación”.
Ricardo Ronquillo se detuvo en la importancia de la economía solidaria. “El Estado en medio de estos años, una de las primeras decisiones que tomó fue el subsidio por la venta de los productos constructivos. Esa es una actitud del Estado que apunta a un sentido de la economía solidaria, como mismo ocurrió con la venta de las cocinas de inducción. Las primeras se les vendieron a las familias más vulnerables. Tenemos que impulsar ese concepto. En estos días hay cierta preocupación porque hay un tipo de transportación pública que cuesta cinco pesos, y determinados pobladores piensan que tiene que haber otro tipo de transportación que facilite la vida. Ese concepto de la actuación del Estado para regular y apoyar a los más desvalidos no puede perder realce. Las personas deben sentir que están protegidas”.
Para Gilberto Valdés, la economía solidaria no solo debe ser vocación del Estado, sino que las formas no estatales tienen que tener esa percepción. “Las cooperativas deben ser eficientes, pero deben tener proyección comunitaria. Este acumulado de solidaridades que hemos construido debemos resignificarlo de cara a las nuevas realidades. Frei Betto habla de un tsunami economicista, pero tenemos que ensanchar el corredor cultural crítico no capitalista, mientras buscamos los modos de sostener nuestros modos de bienestar”.
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