Por: Joel Lachataignerais Popa

Cuando aquella ola humana se alzó en la Plaza en la noche del 29 de noviembre con las banderas sobre las lágrimas suspendidas en la emoción heroica del pueblo, no imaginamos que en el breve diálogo de Nicaragua y Cuba, vendría una respuesta mayor a los sentimientos heridos y al mundo.

La fuerza de todos dijo sólo tres palabas con cinco escasas sílabas, para decir y precisar la respuesta a aquella otra ocasión en que el pueblo fue ascendido por el héroe a su grado máximo. Cada uno, en caso de dificultades deberá asumir la responsabilidad de que en cada cubano hay un comandante en Jefe… eso debimos interpretar aquella vez de sus palabras. Él, Fidel, había reflexionado adelantándose a exclamar que el grado se expandiría entre todos los hombros.

Como en otro diálogo en el que advirtió a los jóvenes que, el actuar de todos en correspondencia con el ser hombre de su tiempo y revolucionario consecuente, debía estar signado por el estudio, la cultura, y –sobe todo- por comprender el momento histórico y sumar todo eso a la unidad, porque los errores pueden conducirnos a nosotros mismos a destruir lo que ya se ha logrado.

Desde el preciso instante en que las manos levantadas, con el fervor del honor de pueblo consciente del momento, alzó su voz para responderle a Daniel Ortega donde estaba Fidel, con la frase escueta. YO SOY FIDEL. Analizo constantemente la reacción colectiva y la necesidad vital, de evitarnos una fría consigna. Es necesaria una reacción vital y revolucionaria para actuar en consecuencia. Seguir haciendo revolución, eso es lo que interpreto en el hecho, que debe se profundizado a todo nivel.

La frase ha de estar vinculada a la conducta de todo ciudadano y contextualizada en el deber ser con serena actitud de permanente ética del cumplimiento del deber, que se refleja en el consejo martiano de que la mejor manera de decir es hacer.

Que cada niño y joven pueda repetirse a sí mismo convertirse en Fidel con su actitud, obliga a los padres a hacer que el parecido de sus descendientes con la época, ha de reafirmarse con el deber de que los muchachas y muchachos de hoy respondan a la conciencia que la historia de ahora los demanda en función de la historia futura.

Si nuestros bisabuelos y abuelos nos enseñaron a Félix Varela, José de la Luz y Caballero, José Antonio Saco, Carlos Manuel de Céspedes, Martí, Gómez, Maceo, Agramonte, Vicente García, Calixto García, Carlos Baliño, Narciso López, la Bandera, el Himno, el Himno Invasor, la marcha del 26 de Julio y todas aquellas historias hasta 1959… ahora nos corresponde a todos, desde la cuna, hacer lo mismo con los héroes y mártires de la época que nos  enseña el camino adelante…

Ser Fidel, ha e ser conciencia de cada ciudadano explicada en el hogar a los niños que van al Círculo Infantil, a las enseñanzas primarias y secundarias… para que la idea prevalezca.

Para que no nos quede en el recuerdo de una consigna que recorrió a Cuba y el mundo durante nueve días de dolor, habrá que avanzar con la idea sabiendo que la guerra que se nos hace es a pensamiento, y ahora nos corresponde ASUMIR LOS ROLES que se distingan en el actuar individual y colectivo, que finalmente resplandezca en esas sencillas tres palabras YO SOY FIDEL