Por Aniel Santiesteban García
Fotos de Roberto Garaicoa
Emisión: 10/07/2018
Una jornada de locura en la justicia brasileña, donde los jueces encarcelaban y desencarcelaban al exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva y la gente salía a las calles exigiendo su libertad fue la de este domingo, sin embargo, no se concretó la salida de la prisión de Curitiba, lugar que lo mantiene confinado.
Al debate sobre el tema generado en el espacio radio televisivo Mesa Redonda este martes, importantes analistas internacionales y panelistas habituales aportaron sus impresiones.
El periodista de la Revista Bohemia y analista de temas internacionales Lázaro Barredo Medina, expuso sus apreciaciones sobre el tema y subrayó aspectos esenciales sobre esta especie de “comparsa” y cómo puede un juez, incluso de vacaciones, influir en las decisiones del curso del proceso contra Lula.
“Uno de los problemas esenciales que ha tenido la fuerza progresista en América Latina, es la subestimación de la capacidad de fortalecimiento que pueda tener la derecha en la preparación y sobre todo la del imperialismo en el dominio de la situación internacional”, señaló como introducción a su comentario.
Barredo recordó cómo los sistemas de golpes parlamentarios históricamente han tenido un rejuego, en conciliación con los sistemas mediáticos, para desmembrar o descabezar los procesos políticos y Lula es un ejemplo de esto.
“Las fuerzas están en desacuerdo en que él vuelva al poder brasileño cuando las encuestas afirman que está en condiciones electorales beneficiosas para hacerlo”, apuntó el periodista.
Añadió Barredo Medina que hoy en Brasil, las contradicciones entre el sistema de los magistrados está aprobando la subordinación a la élite de poder; “el del país sudamericano es el ejemplo más clásico con Temer, una de las personas más corruptas del país, y una buena parte de esta ‘enfermedad política’ en la Cámara de Diputados con fuertes acusaciones”, algo que hace totalmente posible en medio de la situación lo que ha sucedido el fin de semana último.
“Sin pruebas, solo testigos con declaraciones parcializadas, compradas, están presionando a Lula hoy, esa es la situación, una maniobra que ya fue ejecutada con Dilma, y prueba la repetición del mismo modo de actuación: la derecha culpa a los gobiernos o líderes de izquierda con maniobras ya ejecutadas por ellos”, finalizó.
El analista explicó que cuando el juez de guardia de la Cámara Superior decide poner en libertad a Lula, criterio común de otros magistrados de su tribunal supremo porque no se han cumplido todos los requerimientos de apelación para probar que es culpable o no, el juez Moro, un eslabón de Estados Unidos, de vacaciones en Portugal ordena mantener en prisión a da Silva.
Al respecto, Sergio Alejandro Gómez Gallo, periodista de Cubadebate y también panelista habitual en la Mesa Redonda, destacó algo esencial que describe las jornadas del encarcelamiento de Lula: “Se ha dicho que las decisiones de ajusticiar al expresidente es un instrumento de Estados Unidos, el mejor ejemplo de cómo se ha formado una clase de personas vinculadas al sector judicial en América Latina para cumplir estos intereses”.
Destacó el periodista que el concepto que se maneja es la judicialización, utilizar o manipular las leyes para lograr objetivos de carácter militar, que provienen de la guerra. Por ejemplo, Moro ha realizado varios viajes a Estados Unidos, lo que prueba su relación con él.
“Esta no es la situación solo de Brasil. Estados Unidos ha utilizado el mecanismo desde hace treinta o cuarenta años atrás, donde ha impuesto y penetrado sus condiciones”.
“Algo importante en esta situación a partir de la realidad de varios gobiernos de (Ecuador, Colombia, Argentina, por ejemplo), países donde se ha vivido estos escenarios es que ser inocente no te garantiza que seas exculpado, porque la sentencia la dan los medios de comunicación a partir de campañas mediáticas. Donde hay que combatirlo no es solo en los juzgados, sino en las calles, a partir del reclamo popular”.
Desde el pasado 4 de julio ha sido declarado una especie de rebeldía al expresidente Rafael Correa e incluso circulado por Interpol. “No se trata destruir la imagen de un político o figura, sino también satanizar, criminalizar y lastrar la imagen de un modelo o ejecutoria”, señaló sobre el tema Marina Menéndez Quintero, periodista del diario Juventud Rebelde.
La también analista apuntó, continuo al tema de la judicialización, que el modo de actuación de los continuadores actuales de gobiernos progresistas en Latinoamérica, es presentar que los logros obtenidos fueron a base de la corrupción.
“Hay rasgos comunes no solo pasa en Brasil, en otros países no se respetan la presunción de inocencia, algo que es visible en Lula; varios aspectos contenidos en la ley son violados por otros estamentos de la propia ley, lo que demuestra la podredumbre de la justicia en estos países de la región”, añadió Marina Menéndez.
Un grave peligro significa en el caso de Correa interponer a la Interpol en el proceso, pues puede ser apresado en cualquier lugar donde se encuentre, incluso, con necesidad de refugio político.
Subrayó sobre estos asuntos, que todo inició con Fernando Lugo, al frente del senado paraguayo, otro proceso que se repite porque con él se puso en práctica esta herramienta de la judicialización para poner fuera a la gente que no interesaba; “recordemos el Golpe Express en menos de 36 horas, acusado por un enfrentamiento entre campesinos y policías que reprimieron, hubo 18 muertos y lo sacaron de la presidencia”.
El espacio de martes también contó con la participación especial de los reconocidos analistas Joao Pedro Stédile, líder del Movimiento Sin Tierra de Brasil, y Atilio Borón, Sociólogo y Politólogo argentino, ambos en países marcados profundamente por la judicialización de figuras políticas de izquierda.
“La guerra no convencional es la estrategia por excelencia de Estados Unidos. Todos los instrumentos políticos y agencias están en función de neutralizar los movimientos”. Al cierre de la emisión, el analista Lázaro Barredo medina, recordó que “Fidel siempre insistió que los movimientos sociales eran la fuerza política capaz de cambiar el curso político del continente”.
“Andrés Manuel López Obrador es el mejor ejemplo; en 2005 quisieron impedir que fuera candidato a la presidencia y por el pretexto de desobediencia de construcción de una calle lo llevan a proceso penal, en ese caso fue la fuerza popular quien presionó al presidente para dar marcha atrás al proceso”.
Existe hoy la prueba de que, a pesar de la corrupción, la violencia, el movimiento popular puede llegar al poder y gestionar una política de cambio: la prueba de lo que puede presentarse en el Foro de Sao Paulo, próximamente con una cita próximamente.
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