La Jueza del Caso Posada Carriles reacciona ante un tecnicismo legal del terrorista
La jueza norteamericana Kathleen Cardone, que anuló el 8 de mayo de 2007 una primera vista de Luis Posada Carriles acusando al Gobierno de “equivocar a propósito a Posada en la entrevista” de inmigración y que retomó luego el caso penal contra el terrorista, acaba de abrir una interesante ventana en el litigio.
En una Orden fechada el 21 de enero de 2010, Cardone ha revelado parte de las interioridades del caso que tendrá una audiencia el próximo 1ro de marzo en El Paso, Texas, y cuya documentación hasta ahora había sido sellada y mantenida en el más estricto secreto.
La Jueza acaba de publicar un documento en que cita abiertamente una moción del abogado de Posada para desestimar el Cargo 1 de este nuevo juicio, que lo acusa de haber hecho declaraciones falsas al negar que solicitó a otras personas realizar una serie de explosiones en Cuba.
Revela el documento de Cardone que Posada no niega haber participado en la conspiración para hacer estallar bombas en La Habana en 1997, una de las cuales mató al joven Fabio Di Celmo en el bar del Hotel Copacabana. Pero tampoco acepta culpabilidad por el homicidio. Su defensa es un tecnicismo legal que la Jueza, a través de esta Orden, rechaza rotundamente.
El Cargo 1 tiene que ver con la pregunta que le hizo un oficial de Inmigración a Posada en el 2005: “¿Son verdaderos los comentarios que hizo (a un periodista) para un artículo en el New York Times en el que usted admitió solicitar a otras personas que ejecutaran estas explosiones?” Posada respondió de la siguiente manera: “Estoy diciendo que eso no es verdad”. La fiscalía plantea que esa respuesta es falsa y constituye perjurio. Posada alega que la respuesta es literalmente correcta, porque el artículo del New York Times y las cintas grabadas por la periodista Ann Louise Bardach no incluyen la palabra solicitar. Consecuentemente, reitera Posada, su respuesta es literalmente correcta.
La Moción presentada por los abogados de Posada no convence a la Jueza Cardone, quien tajantemente declara que la pregunta del oficial de Inmigración no depende de la palabra solicitar: “El sentido de las preguntas que se le hicieron a Posada no dependen del uso preciso de esa palabra”. Es decir, Posada sabía muy bien que el oficial de Inmigración que lo interrogó en relación con su solicitud de naturalización en el 2005, quería saber si Posada negaba haber estado involucrado en la conspiración de 1997 para hacer estallar bombas en los hoteles y restaurantes de La Habana ese año.
El autor material del asesinato de Fabio Di Celmo es un salvadoreño llamado René Cruz León, quien admitió haber colocado por lo menos seis bombas en La Habana, incluyendo la que mató al turista italiano. Cruz León confesó sus crímenes, fue condenado ante los tribunales cubanos y sentenciado a muerte en 1999. En este momento está preso en la cárcel de Guanajay en Cuba.
Cruz León cuenta que la persona que lo reclutó y que le proporcionó los explosivos es un salvadoreño llamado Francisco Chávez Abarca, subordinado a Posada Carriles en El Salvador. Una investigación del Miami Herald en 1997 reveló que Luis Posada Carriles reclutó a Chávez Abarca para la campaña terrorista contra Cuba y que éste reclutó a Cruz León, quien dice que lo prometieron 2 000 dólares por cada bomba que estallara en La Habana. Posada Carriles reconoció tras la detención de Cruz León: “Él no es cubano. Lo hizo por dinero”.
Otro de los autores materiales del terrorismo contra Cuba en 1997 es el salvadoreño Otto Rodríguez Llerena, vinculado también directamente con Luis Posada Carriles, quien operaba bajo el nombre de Ignacio Medina. Confesó que le habían prometido 1 000 dólares por cada bomba C-4 que detonara. “Mi error fue dejar que Posada Carriles me usara”, le dijo Rodríguez Llerena al periodista del diario Miami Herald Jim DeFede, en el 2005.
El argumento de la defensa de Posada Carriles oscila entre el tecnicismo relacionado con el uso de la palabra solicitar, y el hecho de que todo lo que el terrorista hizo anteriormente en América Latina fue a nombre de su empleador, la CIA.
El tribunal federal de El Paso no se traga el tecnicismo legal, y no le ha permitido utilizar el nombre de la CIA como defensa. Pero “quien tomará una decisión sobre su inocencia o culpabilidad es, sin embargo, el jurado”, concluye en su Orden la Jueza Cardone.
Vale recordar que el juicio contra Posada no es por homicidio en relación con el asesinato de Fabio DiCelmo. Tampoco es sobre la campaña terrorista contra Cuba en 1997, ni sobre la voladura de un avión de pasajeros el 6 de octubre de 1976, acerca de la cual abundan las pruebas de su participación como autor intelectual. La fiscalía lo acusa por haberle mentido a oficiales del gobierno de los Estados Unidos en el curso de los trámites inmigratorios que realizó Posada al llegar a los Estados Unidos, ilegalmente, a bordo la embarcación Santrina en marzo de 2005.
Estrictamente lo juzgan por mentiroso para dar la impresión que de que están “haciendo algo” contra el terrorismo. Mientras tanto, la solicitud de extradición presentada por Venezuela el 15 de junio de 2005 sigue pendiente. Hasta ahora el Presidente Obama la ha desatendido, igual que hizo el Presidente George W. Bush.
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