Testigo de sabotaje a vapor La Coubre recuerda crimen
Quinciano del Río, de Santiago de Cuba, pudo ser una de las víctimas del sabotaje al vapor La Coubre, hace hoy 51 años, hecho que calificó de criminal, dada la magnitud de la masacre que presenció en el puerto de La Habana.
Ese día, él y su coterráneo Max Orúe Leyva habían convenido verse a la entrada de un muelle capitalino, luego de que este terminara el turno que cubría como oficial en la protección y distribución del armamento que se descargaba de una embarcación, destinado también a la defensa de la entonces naciente y amenazada Revolución.
El reencuentro de los dos amigos, hermanados desde las luchas en la clandestinidad en su ciudad natal, era muy esperado por ambos, ya que Orúe quedó en la capital en el cumplimiento de misiones del Ejército Rebelde desde su partida en la Caravana de la Libertad, narra Del Río.
Casi llegaba al lugar acordado -recuerda-, cuando ocurrió la primera explosión, que encaramó en la acera el vehículo donde viajaba.
Sin saber las causas del estallido, señaló, rápidamente partió rumbo a la embarcación a auxiliar, y cuando iba a tomar la escalerilla vino la segunda detonación, que lo lanzó y dejó inconsciente, y provocó la paralización para siempre de su reloj, justo a las 3:45 de la tarde.
El cadáver de su compañero nunca apareció, con seguridad quedó destrozado, como muchos otros, manifestó.
Del Río nunca quisiera recordar ese día, por tantos cuerpos mutilados o ensangrentados por las explosiones, aunque fue testigo de una página de solidaridad escrita por el pueblo que fue en ayuda de las víctimas de ese acto terrorista del imperialismo yanqui, aún impune.
De Max Orúe, recuerda su destacada participación en las luchas estudiantiles en la Escuela de Artes y Oficios, luego compartieron filas en las Brigadas Juveniles de Acción del Movimiento 26 de Julio y también tareas en el levantamiento armado del 30 de noviembre de 1956.
Poco después, su compañero y amigo partió hacia las montañas para incorporarse al Ejército Rebelde, en el cual integró el Segundo Frente Oriental Frank País García.
Su hermana Lidia Orúe Leyva recuerda que Max tenía 22 años cuando el brutal crimen y de él destacó su origen humilde, ser un joven callado, modesto, amante de la familia y, sobre todo, de la Revolución.
Ese hogar santiaguero quedó, como tantos otros de Cuba, enlutado por la pérdida de seres queridos en el sabotaje al vapor francés La Coubre, el cuatro de marzo de 1960.
(Con información de AIN)
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