Cuba: Un periodismo útil y necesario
Por Alberto Ajón, Radio Reloj
Todo periodista debe memorizar estos versos con que el poeta Francisco de Quevedo expresó su compromiso con la verdad: “No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca, ya la frente, silencio avises o amenaces miedo”.
Pero el trabajador de la prensa también tendrá en cuenta si el criterio o información que divulga se ajusta a la más estricta realidad, si están correctamente fundamentados, si su objetividad no la desfigura un objetivo distorsionado, y sobre todo, si el tema y su enfoque son útiles y necesarios para cambiar lo que deba ser cambiado; para fortalecer esta cultura en que el periodismo es embrazadura y puño.
La realidad noticiosa no acontece a gusto de cada cual: es la misma para todos. Lo que no puede ser idéntico es el modo de trasmitir la información, pues cada medio y cada uno de nosotros tiene su modo propio de decir.
Ni demiurgos ni profetas
Como cualquier operario, el periodista más diestro es el que mejor maneja sus instrumentos; no como amanuense restringido a copiar lo que le dictan, sino como analista que explica a otros y hace comprensible lo que informa.
Siendo un trabajador del pensamiento que sólo puede materializarse con palabras, su herramienta es, en primer lugar, el idioma que él transforma en lenguaje, sin olvidar que su misión es transformadora.
Siendo su oficio el de informar, el periodista forma, conforma, reforma, transforma como todo educador. Por ello debe vivir atento a su medio y a su mundo, aguzar el oído y agudizar la observación de la realidad para prever y anticipar y proponer soluciones, no como demiurgo ni mago ni profeta, sino como alguien que aprendió a ver mejor y va delante entre su gente.
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