Primero de Mayo: medio siglo de fiesta popular
Servicio Especial de la AIN
La gigantesca marcha por la unidad del pueblo, como principal consigna, fue la celebración del primero de mayo de 1959 en Cuba, con la cual quedó inaugurada la Plaza Cívica, posteriormente histórica Plaza de la Revolución José Martí.
El desfile resultó expresión de la coincidencia de sentimiento y acción de los trabajadores, estudiantes, combatientes y campesinos, quienes desde las 10 de la mañana, y por más de 14 horas, escenificaron el hecho, sin precedente en la Isla, y calificado de imponente, combativo y entusiasta por la prensa de la época.
Hasta la capital llegaron pinareños y matanceros, calculados en varias decenas de miles, para unirse al resto de los habaneros que desbordaron la Plaza.
Cuba estuvo entre los países pioneros en celebrar el primer desfile por el Día Internacional de los Trabajadores en 1890, y por encima de persecuciones y vejámenes de los gobiernos de turno, cada primero de mayo los trabajadores salían a las calles a exigir sus demandas y en solidaridad con el resto del proletariado mundial.
El triunfo de 1959 abrió la nueva etapa para estos actos, los cuales adquirieron carácter masivo y se realizaron sin demandas obreras, pues la propia esencia del proceso revolucionario promulgaba medidas radicales en beneficio de las mayorías, hasta entonces explotadas.
En los carteles y pancartas se podían leer consignas de signo diferente, pues ahora apoyaban la ley de Reforma Agraria, aun por promulgarse; también contra las conspiraciones, afirmando que la Revolución no podía detenerse y para su consolidación era imprescindible la más sólida unidad popular.
Se pedía igualmente la creación de las milicias obreras y adiestramiento militar y escuelas de capacitación sindical.
Fue numerosa la asistencia de delegaciones sindicales de América Latina y Europa. Hubo numerosos oradores y el resumen, siendo ya el día dos, lo realizó el entonces jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en ausencia del Comandante en Jefe Fidel Castro, de viaje por América, donde fue a llevar el mensaje del joven Estado.
Raúl calificó de majestuoso el desfile y su discurso lo desarrolló en torno a la unidad, así como denunció los intereses opuestos a la Revolución cubana, en tanto reafirmó la decisión de llevarla adelante contra todos los obstáculos.
Ante un mar de pueblo subrayó: “O nos unimos o quedaremos a merced de los poderosos enemigos que tiene la Revolución” y puntualizó que ésta no podía detenerse, pues hacerlo sería aceptar el yugo del imperio.
Han pasado 52 años desde entonces, la unidad ha consolidado y hoy es baluarte para encarar la actualización del modelo económico del país y mantener las históricas conquistas alcanzadas.
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