Los españoles siguen su protesta a la sombra del triunfo del PP
Los varios miles de jóvenes acampados en muchas plazas españolas en demanda de un cambio de sistema político y social y a favor de una democracia más participativa mantuvieron hoy su protesta y apostaron por extenderla a los barrios de las ciudades de todo el país.
Los seguidores del “Movimiento 15-M” (por el día en que empezaron las protestas, el pasado 15 de mayo) hicieron así oídos sordos a la victoria del Partido Popular (PP, centroderecha) en las elecciones municipales y regionales celebradas ayer, y volvieron a defender el “apartidismo reivindicativo”, que en apenas una semana ha sacudido muchas conciencias en este país.
Algunas de las protestas, como la que se desarrolla en Madrid, continuarán en principio hasta el domingo próximo, aunque serán las asambleas generales que se celebran a diario en casi 70 localidades españolas las que decidan en los próximos días.
Los visitantes de la madrileña Puerta del Sol, epicentro de esta convulsión ciudadana, pudieron hoy comprobar cómo los participantes en el “15-M” volvían a reunirse en asambleas de cientos de personas, se enzarzaban en debates aislados o se esforzaban en coordinar sus próximos pasos.
El campamento de “Sol” está formado por decenas de carpas de plástico y tiendas de campaña, agrupadas en torno a la estatua ecuestre del rey Carlos III, en una compleja organización que permitió a la protesta sobrevivir a la recta final de unas elecciones a las que quitaron buena dosis de protagonismo.
Los analistas todavía debaten si la protesta tuvo éxito o no con su recomendación “antisistema” de no votar a los dos grandes partidos, el opositor PP y el gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y de desviar los sufragios hacia partidos minoritarios, la abstención o el voto en blanco.
El PP obtuvo una arrolladora victoria en las elecciones, en las que ganó en once de las trece regiones donde se celebraron los comicios y arrebató al PSOE algunos de sus feudos municipales y autonómicos tradicionales.
No obstante, también se advirtió un incremento en el voto a algunos partidos minoritarios de izquierda y progresistas, y más significativamente en el número de sufragios en blanco, de ahí que algunas miradas se hayan vuelto, inquisitivas, hacia las “jaimas” de plástico de la Puerta del Sol.
“En ningún momento estuvimos enfocados a cambiar el rumbo de estas elecciones. Estamos tratando de cambiar este sistema, que tras las elecciones continúa. Por eso, la gente sigue viniendo aquí, a fin de seguir reclamando sus derechos”, explicó en declaraciones a Efe Dani, uno de los portavoces de comunicación del “15-M”.
Dani confirmó la intención de extender el movimiento por barrios y vecindarios. “Esperamos que esté organizado en un par de días”, señaló.
Lo importante, dijo, “es encontrar los puntos de unión. Sobre todo la queja ante un sistema que no nos da soluciones. No somos mercancías de banqueros, no somos votos de políticos, no somos euros. Somos personas con unos deberes que vamos a cumplir, pero también con unos derechos que vamos a exigir”.
La idea de extender la red de la protesta, explicó Alba, de la comisión de barrios, “es organizar asambleas populares en una plaza de cada barrio y pueblo de Madrid y en otras localidades españolas”.
“La gente de los barrios debe recuperar su voz perdida, en favor de la conciencia vecinal, lo que facilita la participación democrática directa”, aseguró esta joven trabajadora social, actualmente desempleada, como muchos de los participantes en la protesta.
Según dijo a Efe Abuy Nfubea, un español de ascendencia guineana que coordina la mesa de migración del “15-M”, esta “revolución pacífica” no ha partido de la nada, pues bebe en los encierros protagonizados por grupos de inmigrantes a principios de la década pasada y en protestas como la de la gente sin vivienda.
Abuy destacó entre las exigencias del “15-M” en materia de migración, el cierre de los centros de internamiento de inmigrantes ilegales, que equiparó a “Guantánamos europeos”, y el fin de las redadas policiales contra presuntos inmigrantes irregulares, que calificó de “racistas”.
En otra carpa cercana, la de la Comisión Legal, se desarrollaba entretanto un debate entre uno de los jóvenes que la atendía, Daniel Rodríguez, y una visitante ocasional al campamento de “indignados”.
“Los políticos deberían comprender que cuando una persona no tiene nada que perder, entonces es cuando puede ser peligrosa para ese sistema. Han de entender que somos muchas voces y merecemos ser escuchadas”, afirmó Daniel, informático y economista que, en otra de las paradojas de este heterogéneo movimiento, trabaja para la banca, uno de los demonios del “15-M”.
(Con información de EFE)
Haga un comentario.