Escuchas telefónicas se suman a escándalos periodísticos
Mucho antes de las escuchas telefónicas de los periodistas de Rupert Murdoch, generaciones anteriores de periodistas turbios ofrecieron a sus lectores relatos estrafalarios de criaturas en la Luna, de un falso drogadicto de 8 años y una entrevista inexistente con un presidente estadounidense enfermo.
La vergonzosa historia de las fechorías periodísticas se alarga ahora con las del difunto semanario News of the World y otros periódicos de la empresa News International. El escándalo en Gran Bretaña incluye acusaciones de sobornos y la obtención ilegal, por parte de los diarios de Murdoch, de información confidencial sobre víctimas de crímenes y hasta el ex primer ministro Gordon Brown.
“Está entre los peores, sino es el peor”, de los escándalos graves provocados por periodistas, dijo Tom Rosenstiel, director del Proyecto para la Excelencia en el Periodismo.
Muchos episodios anteriores en los que participaron reporteros y sus jefes fueron incidentes relativamente aislados, en los cuales una o dos personas se apartaban de la ética profesional. “En este caso tenemos un patrón de conducta escandalosa a lo largo del tiempo, con muchas historias, mucha gente y altos directivos. Eso es sumamente raro”, dijo Rosenstiel.
La prensa británica, en particular la amarilla, tiene una trayectoria de irresponsabilidad, y algunas acciones que en Estados Unidos se considerarían indignas allí se consideran apenas como travesuras, dijo Archie Bland, jefe de noticias extranjeras del diario británico The Independent.
No cabe duda de que el escándalo en curso supera todo lo anterior, y una de sus consecuencias ha sido el cierre de un medio tan poderoso como el News of the World, dijo Bland.
“Roza la política; roza a la policía”, acotó. “Creo que afectará profundamente la manera de trabajar de los periodistas, en particular en los tabloides”.
En Estados Unidos, las noticias falsas se remontan a la guerra de la independencia, cuando un diario en Filadelfia informó en 1776 que un contingente de patriotas harapientos derrotó en batalla campal a veteranos soldados británicos. Después resultó que la fuerza americana era mucho más grande y los soldados británicos mucho menos veteranos.
En 1835, el diario New York Sun informó que un poderoso telescopio había descubierto vida en la Luna, con criaturas aladas que a la vez caminaban como seres humanos. La tirada del Sun aumentó a niveles jamás vistos y sus rivales trataron en vano de conseguir la historia. Semanas después se supo la verdad, pero el Sun conservó sus nuevos lectores.
Mucho más recientemente, la revista alemana Stern cayó víctima de un fraude en 1983, cuando le cobraron 5 millones de dólares por los presuntos diarios íntimos de Adolfo Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Después se demostró que eran una falsificación.
Durante la era del “periodismo amarillo”, en la década de 1890, los poderosos propietarios Joseph Pulitzer del New York World y William Randolph Hearst del New York Journal publicaron historias falsas o exageradas sobre el gobierno colonial español en Cuba, y el consiguiente frenesí condujo a la Guerra Hispano-Americana.
David Nasaw, autor de la biografía de Hearst “The Chief”, sostiene que a éste le interesaban los escándalos políticos, más que los personales.
“Hearst llevaba una vida íntima complicada, por decir lo menos, y por eso pensaba que las amantes y las aventuras amorosas no debían aparecer en primera plana”, dijo Nasaw. “Si un divorcio llegaba a la corte y había documentos oficiales, se podía informar sobre eso. Si no, se mantenía oculto. Hearst y el resto de los magnates no tenían problema en revelar información que les llegaba en circunstancias dudosas, pero sólo cuando de trataba de un asunto político mayor”.
Louis Seibold, reportero del The New York World, ganó un premio Pulitzer por una entrevista en 1920 con el presidente Woodrow Wilson, quien había sufrido en derrame cerebral. Pero era falsa: Seibold había colaborado con la primera dama y un asesor presidencial para mostrar a un mandatario en pleno uso de sus facultades mentales, lo cual no era así.
Janet Cooke, Jayson Blair, Dan Rather, Patricia Smith y Michael Gallagher son todos periodistas vinculados con escándalos.
Acaso el más parecido al escándalo Murdoch tuvo que ver con Gallagher, reportero del Cincinnati Enquirer. Se descubrió que Gallagher realizó escuchas ilegales de conversaciones telefónicas para una serie de reportajes que perjudicaron a la empresa Chiquita Brands International en 1998.
El fraude de Cooke, periodista del Washington Post, en 1980 fue un directo a la mandíbula del periodismo, que gozaba de enorme prestigio tras el escándalo Watergate que puso fin a la presidencia de Richard Nixon. Cooke escribió una desgarradora historia sobre un niño adicto a la heroína y ganó el Pulitzer, pero luego reconoció que la historia era falsa cuando el Post halló lagunas en su currículum.
Blair, del The New York Times; Smith, del The Boston Globe, y Christopher Newton, de la Associated Press, fueron despedidos por fabricar material.
En el caso de las escuchas británicas, el problema hasta el momento tiene que ver con los métodos más que con el resultado: no se ha puesto en duda la exactitud de la información, dijo la historiadora del periodismo Barbara Friedman.
La conducta de los periodistas británicos “fue abominable, pero no de lo peor”, dijo Friedman. “Con el tiempo, tal vez se lo recuerde sobre todo por interrumpir los intentos de Murdoch de adquirir nuevas propiedades mediáticas”. El martes, la oficina del primer ministro David Cameron dijo que el gobierno votaría a favor de la moción opositora de pedir a Murdoch y su News Corp. que retiren su oferta de 12.000 millones de dólares por la muy rentable televisora satelital British Sky Broadcasting.
(Con información de AP)
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