Daegu 2011: Usain hasta en el “udong”
Parece imposible mirar hacia algún lado en Daegu sin que algo te recuerde a Usain Bolt: hasta en el “udong”, la humeante sopa local, tememos encontrar al bólido jamaicano.
La parafernalia es tal que, más que un Mundial de Atletismo, esto parece un show montado para ver actuar al “Relámpago”, con unos dos mil atletas reducidos al secundarísimo role de teloneros.
Sereno y concentrado en lo suyo, ignorando a los reporteros que se apiñan por una declaración, Bolt se entrena en el estadio, pues el parecer ya dijo todo lo que iba a decir: “vine a ganar”.
Mientras el resto de los participantes calientan con sus maillots nacionales, Bolt se distinguía por su camiseta blanca y short negro, por si no bastaran sus oscuros 1,95 metros de altura.
Y como todo cabe dentro de lo posible, muchos se preguntan si tal cobertura sobreviviría a una improbable debacle de Bolt, al más puro estilo de Liu Xiang en los Olímpicos que supuestamente serían suyos.
Para su compatriota y rival Asafa Powell tal hipótesis carece de sentido, igual que tanta alharaca, pues él se considera el verdadero hombre a vencer en los 100 metros planos, por sus marcas en 2011.
Con un 9,78, Powell ostenta la marca del año, 10 centésimas por delante del mejor Bolt de 2011, una diferencia que en esta prueba pesa un mundo y el eterno aspirante lo sabe y explota.
El estrellato de Bolt le quita presión a Powell, acostumbrado a batirse con el “Relámpago”, cuyo aporte al atletismo reconoce y admira, pero niega sentirse intimidado con su leyenda.
“Somos amigos fuera de la pista y enemigos dentro, y yo no soy alguien que se intimide fácilmente”, declaró Powell, sumándose al criterio iconoclasta de otros inmortales del Deporte Rey.
Quizás el más celebre de estos sea el mítico Carl Lewis, quien estima que al jamaicano aún le falta, e incluso consideró “tonta” la suposición de que Bolt podría ser un campeón en salto largo.
El nueve veces campeón olímpico y ocho monarca mundial, heredero de Jesse Owens, habla con el criterio de haber ganado en 1991 quizás la mejor carrera de 100 metros de la historia del atletismo.
“Los sprinters tienen que ser sprinters y dejar a los saltadores saltar”, sentenció Lewis, que en aquel Mundial de Tokio perdió el salto largo ante Mike Powell y sus aún inalcanzables 8,95 metros.
A ratos considerado un deportista arrogante, Lewis dista del ser humano cautivante y accesible que es Bolt, siempre listo a saludar, sonreír y dar espectáculo antes, durante y después de la carrera.
Pero compararlos es algo que ni siquiera el recién ratificado presidente de la Asocación de Federaciones de Atletismo, Lamine Diack, se atreve a hacer, por política y por sentido común.
“Incluso los más grandes campeones se retiran o son eventualmente derrotados, y siempre surge algún carácter nuevo y carismático”, dijo Diack en una reciente entrevista.
Sin dudas, una elocuente parquedad…
(Con información de Prensa Latina)
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