Libia y la voracidad imperial
Por: Adriana Vega, Cubainformación
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, alguna vez opinó: “no habrá solución militar y es preciso encontrar una tramitación política sobre el caso Libia. Lo trataría la Unión Africana si los rebeldes no rechazaran la paz anunciada”.
Así sea, rogaba una solicitud que suele pedir por dicha paz, condición que todo el mundo ansía aunque vemos por la historia que la crueldad del hombre es consecuente en reverenciar la guerra con cualquier excusa.
La condición humana, como dicen varios autores.
Desde que comenzaron los últimos hechos de Libia no se puede dejar de comparar las formas autocomplacientes de ataques sobre Kosovo y la que hoy nos ocupa, todas intrusiones fortalecidas por “nobles intenciones”, según la versión novelada que tenazmente toca su himno desde el Imperio, en tanto el desatinado planeta sugiere aproximaciones disímiles.
Las razones de USA pueden examinarse de distintas maneras y una es la literatura científica sobre las relaciones internacionales. Con gran frecuencia su relato de la política, es lo que la política no es, porque narran una cosa y los hechos son diferentes. La “democracia” es opresión y el derecho humano invasión y crueldad desde un enemigo “encantador” que trabaja sobre fines económicos. Se ataca a los “malos” para salvarlos, se los sacrifica para que no hagan el daño que desde los gobiernos, personas y medios adictos se espera.
Tres países miembros de la Unión Africana creada por Gadafi y a la vez integrantes de los quince que componen el Consejo de Seguridad, Sudáfrica, Gabón y Nigeria, votaron la resolución, es decir la creación de la zona de exclusión aérea. Desde el mismo corazón africano, surgen enemigos, seguramente convencidos por las “buenas intenciones” del solidario atacante, por su intervención “humanitaria” y «responsabilidad de proteger” a las víctimas de crímenes propios crímenes o de sus clientes.
Cuando USA convocó a una zona de exclusión aérea durante la asesina y destructora invasión israelí a Líbano respaldada por Estados Unidos en 2006, sin ningún pretexto, Obama explicó con orgullo que había patrocinado una resolución del Senado en la que se pedía el castigo de Irán y Siria por impedir la invasión. De hecho, toda la literatura de intervención humanitaria y el derecho a proteger, escrito o hablado, desaparece tras una acción bélica tremenda y adecuada, en tanto los líderes y comentaristas políticos dicen que todos los recursos a la fuerza se justifican y se convencen de la verdad de lo que están diciendo.
La “desinteresada” iniciativa crearía un “paraíso terrenal” y protegería a la doliente población de los “bandidos”. Incluso Obama puede haber creído lo que dijo en su discurso presidencial el 28 de marzo sobre las razones humanitarias para su intervención en Libia. Y otro tanto puede decirse de los comentaristas.
Por el contrario, de las razones reales poco se habla, y hay que escudriñar los archivos documentales e históricos para descubrirlas, sea el Estado que sea.
Las disertaciones de planificación iniciadas durante la Segunda Guerra Mundial no han cambiado mucho dando por sentado que EE.UU. saldría de la guerra con un poder abrumador y con el fin de establecer una Gran Zona de poder incuestionable y más superioridad militar y económica, garantizándose la limitación de cualquier ejercicio de soberanía por parte de otros Estados que interfirieran con sus designios globales.
La Gran Zona debía incluir el Hemisferio Occidental, el Lejano Oriente, el Imperio británico (con las reservas de energía de Oriente Próximo) y de Eurasia su centro industrial y comercial en el Oeste del continente europeo. Claro y fundamentado en registros del presidente Roosevelt que luego de ganar la guerra y aún después de muerto, tuvo como gran objetivo la hegemonía de Estados Unidos en el mundo de la posguerra.
Fidel Castro condenó la intervención militar de la coalición internacional en Libia al considerar que “una guerra es lo más inoportuno que podía ocurrir en estos momentos cuando el mundo está sufriendo las consecuencias del cambio climático, escasez y precio de los alimentos, gastos militares y derroche de recursos naturales y humanos en crecimiento constante”.
Acusa a Estados Unidos de “reclamar un papel irrenunciable de máximo jefe” en la reunión de la OTAN cuando debatieron su participación en el operativo militar contra Muamar el Gadafi, decisión que quedó aplazada.
Llama a ese encuentro opíparo banquete donde un oficial superior proclamó el inicio de la ‘Odisea del Amanecer”, refiriéndose a esta misión integrada por fuerzas de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Canadá e Italia.
Que el petróleo es la principal riqueza en manos de las grandes transnacionales yanquis y por él extendieron su poder político en el mundo y la principal arma que emplearon al intentar destruir a la Revolución Cubana fue cuando se promulgaron las primeras leyes en su Cuba liberada, inmediatamente privada de petróleo.
Sobre esa fuente de energía se desarrolló la civilización actual y Venezuela fue la nación del hemisferio que mayor precio pagó ya que USA se adueñó de los fabulosos yacimientos con que la naturaleza dotó al hermano país.
Al finalizar la última Guerra Mundial extrajo petróleo de Irán, Arabia Saudita, Irak y los países árabes instalados junto a ellos y con mayores cantidades de combustible. El consumo mundial se elevó y a él se sumaron el gas, la energía hidráulica y la nuclear.
El derroche del petróleo y el gas está asociado a una de las mayores tragedias que sufre la humanidad que es el cambio climático.
Cuando la Revolución surgió, Argelia, Libia y Egipto no eran aún productores de petróleo, y las cuantiosas reservas de Arabia Saudita, Irak, Irán y los Emiratos Árabes Unidos estaban por descubrirse.
En diciembre de 1951, Libia se convirtió en el primer país africano en alcanzar su independencia después de la Segunda Guerra Mundial y su territorio había sido escenario de importantes combates entre tropas alemanas y del Reino Unido, que dieron fama a los generales Rommel y Montgomery.
El 95 % de su territorio es totalmente desértico. La tecnología permitió descubrir importantes yacimientos de excelente petróleo. Tal riqueza le permitió alcanzar una perspectiva de vida que alcanza los 75 años, y el más alto ingreso per cápita de África. Su inclemente desierto está ubicado sobre un inmenso lago de agua fósil y pudo construir una vasta red de conductoras de agua dulce que se extiende por todo el país.
Tenía un millón de habitantes al alcanzar su independencia y cuenta hoy con más de 6 millones.
Sus habitantes tienen milenarias tradiciones guerreras. Se dice que los antiguos libios formaron parte del ejército de Aníbal cuando estuvo a punto de abordar a Roma con la potencia que cruzó los Alpes.
Se podrá estar o no de acuerdo con Gadafi y saber cuanto hay de verdad o mentira. Para Fidel es evidente que al Gobierno de Estados Unidos no le preocupó la paz de Libia, y dio la orden de invadir ese rico país.
Obama dice que: “Durante generaciones, los Estados Unidos de América han desempeñado un papel singular como pilar de la seguridad mundial y como defensor de la libertad humana”.
Esto es algo de lo cual –dice Fidel- los cubanos, los latinoamericanos, los vietnamitas y otros muchos, podemos dar constancia de su falta de veracidad.
Después de esta solemne declaración de fe, Obama invierte una buena parte del tiempo en hablar de Gadafi, sus horrores y las razones por las cuales Estados Unidos y sus aliados más cercanos: “-Reino Unido, Francia, Canadá, Dinamarca, Noruega, Italia, España, Grecia y Turquía- países que han luchado junto a nosotros durante decenios han elegido cumplir con su responsabilidad de defender al pueblo libio”.
Conocemos el tema- agrega quien esto escribe:
Es una historia repetida que anuncia su inmediata víctima.
El 6 de octubre, en un mensaje enviado desde la clandestinidad, Gadafi se preguntaba: “¿Quién le dio legitimidad al Consejo Nacional Transitorio? ¿Cómo la obtuvo? ¿Los eligió el pueblo libio? ¿Los nombró el pueblo libio? Si sólo el poder de las bombas y la flota de la OTAN concedieron tal legitimidad, pueden empezar a prepararse todos los dirigentes del Tercer Mundo, porque les espera el mismo destino. A quienes están reconociendo legítimo a ese Consejo, que tengan cuidado. Los habrá por todas partes, se los impondrán y uno a uno caerán”, sentenció el carismático y extravagante líder libio en su mensaje póstumo.
En Libia, el objetivo del neocolonialismo según el dúo Obama-Clinton es ocupar una encrucijada absolutamente estratégica entre el Mediterráneo, del norte de África y Medio Oriente, con el beneficio de París, Londres y Washington para establecer el control sobre el norte de África, África central, África oriental y más problemáticamente, el Cuerno de África.
*Adriana Vega escritora y periodista argentina.
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