¿Héroe histórico o engaño colosal?
Por: Thomas Castroviejo, Blog de Noticias, Yahoo
Esto es lo que se supone que le pasó a Dakoya Meyer en septiembre de 2009 cuando fue marino en Afganistán: su patrulla iba con dos secciones de tropas afganas rumbo a un pueblo llamado Ganjgal cuando fueron atacados. Cuatro de los compañeros de Meyer se quedaron atrapados entre varias ráfagas de fuego junto a otros tantos soldados. Meyer los podía oír por la radio. Le habían ordenado estarse quieto, pero no hizo caso. Como un loco, se lanzó hacia el intenso tiroteo y se dirigió a donde estaban sus compañeros. Al final, ese día terminaría salvando a 37 personas (unas dos docenas de afganos entre ellos) en varios viajes. Se le rompieron cinco camiones de lo intensas que eran las ráfagas de balas. El último viaje lo hizo a pie y fue para recuperar los cadáveres de sus compañeros muertos.
Una historia increíble. Tanto que Meyer se convirtió en el primer militar desde la Guerra de Vietnam que recibe la mayor condecoración que puede dar Estados Unidos a un miembro del ejército: la Medalla de Honor.
Pero hay otra versión.
En ese convoy iba otra persona, un periodista llamado Jonathan Landay, quien ha presentado un informe alegando que todo está bastante exagerado. Que Meyer no pudo salvar a 13 estadounidenses porque en aquel viaje solo iban 12 y los cuatro compañeros de Meyer habían muerto. De los supervivientes, nadie vio a Meyer matar a esos ocho talibanes que se supone que mató, pero sí recuerdan que algunos fueron salvados por un helicóptero que llegó más tarde. El resto dice que se metieron en el camión ellos solitos mientras Meyer buscaba refugio. Tampoco queda muy claro que a Meyer se le ordenara estarse quieto.
Los Marines han rechazado este informe. Aseguran que es fácil que en un campo de batalla se vean las cosas de manera diferente, y que se ha seguido un proceso de investigación muy riguroso para entregar la Medalla de Honor, incluyendo testigos, gráficos y dos grandes investigaciones. Lo que no se sabe es la versión del propio Meyer. El ejército sigue refiriéndose a la versión que está publicada en su página web para no hacer que el ahora sargento tenga que repetir lo que considera “el peor día de su vida”.
Lo curioso del asunto es que este cambio de imagen, de héroe a mentiroso, no es el primer gran problema que tiene Meyer desde que recibió la Medalla de Honor. También ha sido demandado por la empresa que le contrató cuando volvió a casa, la fabricante de armamentos BAE Systems. Resulta que esta empresa dedicaba el mismo esfuerzo a colocar sus armas tanto en manos de soldados estadounidenses como de afganos. Y a Meyer eso le sonó mal. Así se lo explicó a su jefe por e-mail: “Mientras mi trabajo sea crear armas mejores para mis compatriotas, estoy cumpliendo. Pero armar a quienes están matando a nuestra gente…”. BAE le demandó por difamación, y le despidió. Desde entonces, ninguna empresa privada relacionada con lo militar -incluso las que dirigían amigos suyos- le ha querido contratar. Todos citan la demanda. Meyer, el único veterano de Afganistán al que Obama ha condecorado personalmente; el que la revista Maxim quería para que fuera su técnico militar; el que protagonizó un reportaje entero en el prestigioso programa 60 minutes, está ahora trabajando de albañil.
Sólo faltaría que se demostrara un vínculo entre BAE y el informe de Jonathan Landay.
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