24 de febrero, la Guerra Necesaria

Grito de Baire

Por: María Delys Cruz Palenzuela, Periódico Adelante

Llegado el momento de seguir a Martí, de secundarlo en sus desvelos, en sus sueños, en la realidad que lo erigía como el jefe supremo de la Revolución, se animaban las almas, se enardecían los corazones. Pesaba mucho la huella ensangrentada de la bota colonial.

Nuestro Héroe Nacional había aseverado que:

(…) la guerra no se puede desear, por su horror y desdicha: aunque un observador atento no puede desconocer que la guerra fomenta en vez de mermar, la bondad y justicia entre los hombres, y que estos adquieren, en los oficios diarios y sublimes del combate, tal conocimiento de las fuerzas naturales y modo de servirse de ellas, tal práctica de unión, y tal poder de improvisación que, en un pueblo nuevo y heterogéneo sobre todo, los beneficios de la guerra, por el desarrollo y unificación del carácter del país y de los modos de emplearlo son mayores que el desastre parcial, por la destrucción de la riqueza reparable y la viudez de las familias.

Por eso de consagró a la organización de la Guerra Necesaria.

El 29 de enero de 1895 firmaba la orden de alzamiento, En vista de la situación propicia y ordenada de los elementos revolucionarios de Cuba, escribía.

Aquel 24 de febrero, tuvo como antecedente imprescindible la formación del Partido Revolucionario Cubano, un frente amplio para la independencia, bajo cuyas banderas se sustentó la unidad de los cubanos, para los nuevos combates en los campos de siempre.

Luego, para ordenar la Revolución del decoro se firmó Manifiesto de Montecristi, documento donde quedó explícita la idea de que esta contienda era la continuación del proceso histórico iniciado por Carlos Manuel de Céspedes en 1868, y que una vez lograda la independencia se haría la República con todos y para el bien de todos; y decía más al incluir el respeto a los pueblos vecinos y el significado latinoamericanista e internacionalista de nuestra lucha.

La Guerra de 1895 fue una nueva etapa de la lucha emancipadora iniciada por los cubanos en 186; ahora se evidenciaba un salto cualitativo, aún cuando finalmente quedó frustrado el sueño de nuestro Héroe Nacional.

Sin recursos, sin suministros, sin logística, con una población que apenas rebasaba el millón y medio de habitantes, el pueblo de Cuba combatió contra trescientos mil soldados coloniales.

En el resumen de la historia de la Revolución cubana presentado al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba se señala que ningún pueblo de América luchó en condiciones tan duras y difíciles por su independencia, con sus propias fuerzas, sin la participación de ningún otro estado del Continente y con la constante hostilidad del gobierno de los Estados Unidos, sobre todo, sobre los emigrados nacionales en su esfuerzo por suministrar armas a los combatientes.

Bellas páginas se escribieron durante la contienda, como tristes fueron los momentos que la llevaron a su fin.

España estaba exhausta, sin recursos y sin energías para proseguir, dominando solamente las grandes plazas, en tanto nuestros mambises ocupaban todo el campo y las comunicaciones interiores. Es entonces cuando el pulpo norteño extiende sus tentáculos para intervenir militarmente, ya que con anterioridad habían fracasado sus intentos de comprarle a la metrópoli nuestro territorio.

Finalmente Cuba quedaba ocupada, pero el ejemplo de los independentistas y sus sueños de libertad no desaparecieron, quedaron en la raíz y la esencia de la Nación, para convertirse en realidad poco más de medio siglo después por la acción consecuente de la Generación del Centenario encabezada por Fidel Castro, quienes desde el día en que se dispusieron a asaltar el cuartel Moncada, hasta el triunfo del 1ero. de Enero de 1959 estuvieron animados por los preceptos del Apóstol de fundar la República, con todos y para el bien de todos.

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