Fallece Nelson Mandela, el hombre que derrotó al racismo
Nelson Mandela, el héroe de la lucha contra el régimen racista del apartheid y primer presidente negro de Sudáfrica, “se apagó apaciblemente” en su domicilio de Johannesburgo a la edad de 95 años, anunció ayer el presidente sudafricano, Jacob Zuma.
“El expresidente Nelson Mandela nos ha dejado (…) ahora está en paz. La nación ha perdido a su hijo más ilustre”, anunció Zuma poco después de las 17.00 hora boliviana. “Se apagó apaciblemente (…) Nuestro pueblo pierde a un padre”, añadió, antes de indicar que las banderas ondearán a media asta desde hoy hasta los funerales, cuya fecha no precisó.
“Manifestamos la profunda gratitud por una vida vivida al servicio de la gente de este país y de la causa de la humanidad”, sostuvo. “Te amaremos siempre Madiba”, el nombre popular del líder sudafricano. Mandela, quien festejó sus 95 años el 18 de julio, había sido hospitalizado cuatro veces desde diciembre de 2012, siempre a causa de infecciones pulmonares. Esos problemas recurrentes estaban probablemente ligados a las secuelas de una tuberculosis que contrajo durante su estadía en la isla-prisión de Robben Island, frente a Ciudad del Cabo, donde pasó 18 de sus 27 años de detención en las cárceles del régimen racista del apartheid.
Legado. Ausente de la escena política desde 2010, era objeto de un verdadero culto que sobrepasaba las fronteras de su país y había sido calificado por el arzobispo Desmond Tutu —otro Premio Nobel de la Paz por su compromiso contra el régimen sudafricano— de “ícono mundial de la reconciliación”. Con motivo de su muerte, Tutu dijo que “durante 24 años (desde su liberación) Madiba nos enseñó cómo vivir juntos y a creer en nosotros mismos y en cada uno. Él ha sido un unificador desde el momento en que salió de la cárcel”.
Mandela pasará a la historia por haber negociado con el gobierno del apartheid una transición pacífica hacia una democracia multirracial y por haber evitado a su pueblo una guerra civil racial que, a principios de los 90, parecía prácticamente inevitable. Ello le valió el Premio Nobel de la Paz junto al último presidente del régimen Frederik de Klerk.
Bajo los colores del Congreso Nacional Africano (ANC), Madiba fue el primer presidente de consenso de la nueva nación del “arco iris”, de 1994 a 1999. Un papel que fue magnificado en la película Invictus de Clint Eastwood, en el que se le puede ver conquistando el corazón de los blancos que vinieron a apoyar al equipo nacional de rugby en la Copa del Mundo de 1995, que ganó Sudáfrica.
Nelson Rolihlahla Mandela nació en 1918 en el pueblito de Mvezo (sureste). Pronto se trasladó a la región vecina de Qunu, donde pasó los “años más felices” antes de recibir una buena educación. Su institutriz lo llamó Nelson, pero su padre le dio el nombre de Rolihlahla (“este por el que llegan los problemas”, en xhosa). Mandela pronto reveló su espíritu rebelde.
Fue expulsado de la Universidad de Fort Hare (sur) tras un conflicto por la elección de los representantes estudiantiles antes de huir de su familia a los 22 años para escapar a un matrimonio concertado. Al llegar a Johannesburgo, rápidamente se dio cuenta del alcance de la segregación racial que minaba al país desde 1948.
Gracias a su mentor Walter Sisulu se forjó una conciencia política que evolucionó con el tiempo: de joven, Mandela hubiera querido expulsar a los blancos de país. Tras fundar la Liga de la Juventud del ANC, asumió rápidamente las riendas del partido. Al ser prohibido el ANC en 1960, Mandela pasó a la clandestinidad y presidió una rama armada de su partido. Detenido de nuevo en 1962, fue condenado a cadena perpetua en 1964.
Durante su proceso, pronunció un alegato que se convirtió en profesión de fe: “He luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la dominación negra. Mi ideal más anhelado ha sido el de una sociedad libre y democrática en la que todos vivan en armonía con iguales oportunidades. Espero vivir lo suficiente para verlo. Pero si fuera necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”.
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