Ismael Borrero, la primera medalla dorada de Cuba en Rio 2016
A las 5:35 de la tarde de este 14 de agosto, Ismael Borrero Oliva fue el cubano más feliz y al mismo tiempo el causante del primer estallido de felicidad dorada en la delegación cubana durante estos XXXI Juegos Olímpicos. El santiaguero, titular mundial del 2015, no paraba de sonreír cuando se dispuso a dialogar con la prensa.
Campeón del orbe y olímpico en menos de 12 meses. ¿Todos los sueños cumplidos?
Todavía tengo una espina, la de los Juegos Panamericanos, donde ocurrió algo inesperado, pues perdí una medalla casi segura. Sin embargo, he ganado dos y reafirmado que soy el mejor del mundo en mi división. Esa otra llegará un poco más tarde.
Pareces invencible cuando tu rival llega a los cuatro puntos. ¿Fue la estrategia seguida durante toda la competencia?
En realidad trabajo más arriba, lo que pasa es que he fortalecido mucho el trabajo abajo al perfeccionar algunos movimientos técnicos. En el podio varios dijeron que me sintieron muy fuerte.
¿Te sorprendió discutir el oro con un japonés sin gran palmarés en lugar de con otros medallistas mundiales?
Si ellos perdieron con el japonés y con todos a los que les gané es porque no estaban tan preparados como yo. Además, tenía mucha tranquilidad de que podía lograrlo y lo dije antes: si gané un mundial podía hacerlo también aquí con la preparación de mis entrenadores.
¿La elevación de la parte técnica fue clave para el triunfo?
Sí, aunque este resultado se lo debo a lo sucedido en Toronto, donde aprendí muchas cosas: a tener calma e ir paso por paso. Y desde ese momento hacia acá todo lo he conseguido sin saltar escalones.
¿El combate más difícil hacia el oro?
Contra el uzbeco en semifinal, porque me ganó en Taskent hace dos años por superioridad técnica, y es uno de los más grandes y estables en la división.
¿Qué pasará en lo adelante con el resto de los luchadores?
Este lunes sale Mijaín, el mejor de Cuba y del mundo. Lo va a demostrar por tercera ocasión y los demás tienen una inspiración ahora en mí, aunque soy el menor entre ellos. Siempre les digo que si ellos se han sacrificado también pueden ser campeones.
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