Ecos de una guerra a 50 años de su fin
La reciente propuesta al parlamento israelí (Knesset) del ministro de Vivienda y Construcción, Yoav Galant, de edificar 67 mil nuevas casas en los ilegales asentamientos erigidos por Tel Aviv en la Cisjordania ocupada no tiene casi nada de nuevo.
De hecho, constituye solo la última expresión de una persistente política israelí de expansión de fronteras sobre tierras palestinas que cobró particular impulso tras la guerra de los Seis Días, de junio de 1967.
Tras aquel conflicto bélico, desatado de inicio por Israel contra Egipto y Siria, el mapa del Medio Oriente cambió, y para mal.
Medio siglo después se mantiene la ilegal ocupación por Tel Aviv de extensos territorios árabes (Cisjordania, Jerusalén oriental y los Altos del Golan), situación muy distante aún de solución principalmente por la intransigencia israelí expresada en su desprecio a las resoluciones de Naciones Unidas y reclamos de la comunidad internacional al respecto.
Según datos de la ONG israelí Shalom Ajshav (Paz Ahora), actualmente en el Golán sirio residen 23 mil israelíes, aproximadamente 385 mil lo hacen en 228 asentamientos ilegales erigidos en la Cisjordania ocupada -para un 13 por ciento de la población total allí-, así como 200 mil en Jerusalén oriental.
Esa fabricada realidad, según esperan las autoridades israelíes -más allá de declaraciones diplomáticas contrarias-, persigue el objetivo fundamental de hacer impracticable la solución de Dos Estados al diferendo palestino-israelí, por la cual abogan las Naciones Unidas.
Es más, en un intento deliberado por hacer irreversible esa situación, las autoridades de Tel Aviv persisten en incrementar aún más la población de sus nacionales en los territorios ocupados.
Ahora, como estrategia para evitar condenas diplomáticas frontales de su principal aliado, Estados Unidos, las unidades habitacionales -que no cesan de edificarse- se erigen en general dentro de los límites de los actuales asentamientos, sin ‘necesidad’ de irritar a la comunidad internacional con apropiaciones de nuevas tierras palestinas.
El pretexto de Galant para adelantar su propuesta descansa en los altos precios inmobiliarios vigentes en Tel Aviv, que ponen un apartamento medio fuera del alcance de los bolsillos de miles de familias israelíes.
Al respecto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aseguró la pasada semana, en ocasión del 50 aniversario de la Guerra de los Seis Días, que como consecuencia de esa carestía de las casas ningún israelí quedaría ‘desarraigado’, al tiempo que reiteraba su compromiso con los planes de la empresa israelí de asentamientos.
En su intervención, el propio Netanyahu afirmó que Israel proseguirá la colonización en ‘todas las partes de Judea y Samaria -Cisjordania ocupada- (…) tanto dentro como fuera de los asentamientos’.
De esa manera, la ausencia de novedades en el plan de Galant, salvo el elevado número de construcciones propuestas, encierra peligros ocultos, pues pudiera abrir la puerta a proyectos de colonización mucho más ambiciosos y, por tanto, peligrosos para la paz en todo el Medio Oriente, como los elucubrados por el parlamentario de la extrema derecha israelí Moti Yogev, para quien las fronteras de Israel van desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, con Jerusalén como capital del Estado.(Tomado de Semanario Orbe)
(Tomado de Prensa Latina)
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