Está inquieta. Se le nota en la mirada, en la manera de asir el ramo de mariposas entre sus manos. Con cada minuto que pasa aumentan a su alrededor las personas, las banderas, las flores, los retratos; y también sus expectativas de encontrarse con quien, a pesar de sus cortos seis años, ya aprendió a querer.

La pequeña Laura Bermejo Guzmán cuenta los segundos, y las notas del Himno de Bayamo se alzan en la explanada frente a la Plaza de la Revolución José Martí. A 58 años de la desaparición física del Comandante Camilo Cienfuegos los habaneros reunidos allí recuerdan al compañero de cien batallas del Che, al hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra, al Héroe de Yaguajay. Ella, al hombre de sombrero alón y sonrisa amplia en el retrato de su escuela.

«Camilo es uno de los héroes más importantes y queridos de Cuba, por eso los niños vamos a llevarle flores al mar, los niños y todos los cubanos. En mi primaria —la Mariana Grajales en Diez de Octubre— le ponemos flores ante una foto porque el mar y los ríos nos quedan muy lejos. Pero hoy voy al Malecón», me asegura Laura.

Esta no es la primera vez que la niña va con sus sentimientos hechos flor a homenajear al héroe, pero nunca antes lo había hecho con su mamá y con todos los oficiales, cadetes, estudiantes y trabajadores presentes. Como cada cubano, ella también siente suyo el compromiso eterno de preservar su ejemplo.

«Cuando Camilo se perdió en el mar, Fidel lo buscó por muchos días, sin rendirse. Por eso cuando no lo encontraron, prometió que nadie lo olvidaría. Y nosotros no lo olvidamos», dice.

(Tomado de Juventud Rebelde)