El año en que Trump estremeció al mundo

 «No es mi presidente», se lee en este cartel en una manifestación en Estados Unidos contra las políticas de Donald Trump. Foto: CNBC

«No es mi presidente», se lee en este cartel en una manifestación en Estados Unidos contra las políticas de Donald Trump. Foto: CNBC

La Casa Blanca es epicentro de un fenómeno de naturaleza sin precedentes: Donald Trump.

Las ondas telúricas que surgen en Washington alcanzan al mundo entero. En menos de un año, el nuevo mandatario echó por tierra un acuerdo internacional para contener el cambio climático, abandonó importantes alianzas económicas, le dio un portazo a las Naciones Unidas y a la Unesco, retrocedió en los avances en las relaciones con Cuba y atizó un conflicto histórico al reconocer a Jerusalén como capital de Israel.

Y muchos se preguntan cuál puede ser el próximo paso de un magnate veleidoso y egocéntrico, capaz de desatar la guerra nuclear con un mensaje de 140 caracteres en las redes sociales o dejar sin amparo a millones de personas en su propio país debido a sus ideas xenófobas y antinmigrantes.

Los medios de prensa estadounidense reportan sobre una administración caótica. Su gabinete ha sufrido más de una docena de cambios en menos de un año y aún existen importantes plazas vacantes.

La Casa Blanca, añaden, se mueve por los estados de ánimo de Trump o los susurros que recibe en el oído de sus principales asesores.

Quizás el mejor ejemplo son las medidas anunciadas el 16 de junio en Miami que limitan los viajes y el comercio con Cuba, que se ampliaron ligeramente tras el deshielo con la administración de Barack Obama.

Trump decidió satisfacer a un minoritario grupo de la Florida en detrimento del abrumador rechazo a esa política en las Naciones Unidas, la opinión pública estadounidense e incluso entre la comunidad cubana que vive en Estados Unidos.

También en el bando de sus aliados crecen las preocupaciones. La mandataria alemana, Ángela Merkel, aseguró en mayo pasado que el Viejo Continente debía aprender a cuidar de sí mismo. «Los tiempos en que Europa podía confiar en otros han quedado atrás», afirmó tras una reunión con miembros de la OTAN en la que Trump explicó las nuevas reglas del juego de la participación estadounidense.

Más allá del populismo en que viene envuelto, el concepto de «Estados Unidos primero» que defiende el actual mandatario supone una reconfiguración en el papel que viene jugando Washington en el escenario internacional desde la II Guerra Mundial.

Además de las implicaciones en el ámbito geopolítico y de seguridad, sus ideas proteccionistas sobre cómo «hacer grande a América de nuevo» pueden cambiar los flujos comerciales y económicos de las últimas décadas.

De hecho, desde su llegada a la Casa Blanca, Trump ha calificado de «injustos» los acuerdos firmados por sus predecesores, incluido el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con México y Canadá. Asimismo, decidió abandonar por completo la Alianza Transpacífica, que pretendía convertirse en la mayor área de libre comercio del mundo.

De cara al próximo año, pretende reducir en un 30 % el presupuesto del Departamento de Estado y aumentar en 80 000 millones los gastos del sector militar.

La reciente votación en la Asamblea General de la ONU en rechazo a la decisión estadounidense de trasladar su embajada en Israel a Jersalén, fue una muestra del tipo de diplomacia a la que aspira Washington.

Nikki Haley, la representante norteamericana ante las Naciones Unidas, envió cartas a los países miembros señalando que Estados Unidos anotaría los nombres de los países que votaran en contra.  Luego organizó una fiesta para los pocos que apoyaron la decisión de Washington.

Las reglas tradicionales de la política o, al menos, lo políticamente correcto, se reescriben sobre la marcha en la capital norteamericana, que ha visto una y otra vez al actual mandatario resistir escándalos que le habrían costado la cabeza a cualquiera de sus predecesores.

El millonario neoyorquino parece tomarlo con calma. Desde que ocupa el despacho Oval, ha pasado más de cien días lejos de Washington en su mansión en la Florida o el campo de golf privado que posee en Bedminster, Nueva Jersey.

Su holgada agenda contrasta con las declaraciones que hizo durante la campaña electoral, cuando aseguró que, de llegar a la Casa Blanca, no «sería un presidente que tomara vacaciones».

Trump aparenta resistir cada golpe que se le propina en Washington, desde sonadas demandas por acoso y maltrato a las mujeres, hasta investigaciones del FBI sobre la posibilidad de que miembros de su campaña o él mismo se hayan aliado con potencias extranjeras para obtener la victoria en los comicios del año pasado.

Sin embargo, las estadísticas comienzan a arrojar señales de desgaste. Llegará al 2018 con la peor aprobación de un presidente en su primer año en la historia reciente de Estados Unidos. Según una encuesta de CNN, es rechazado por el 65 % de la población norteamericana.

Aunque puede existir cierta intencionalidad política de una cadena que está en combate frontal con la Casa Blanca, medios más favorables al partido republicano arrojan cifras similares con solo dos o tres puntos porcentuales de diferencia.

Su personalidad y los continuos enfrentamientos con la prensa y personalidades públicas del país, incluido deportistas y artistas famosos, comienzan a hacer mella.

También episodios como su apoyo indirecto a los nacionalistas blancos que marcharon en Charlottesville, Virginia, o los videos antimusulmanes que compartió en su cuenta de la red social Twitter, revelaron una cara de la personalidad del mandatario que no se vende bien ante la opinión pública, aunque puede tener efecto en un sector de la población que también defiende esas ideas radicales.

De hecho, su agenda de gobierno parece diseñada para satisfacer exclusivamente a la base blanca y conservadora que lo llevó a la presidencia.

Trump, quien recibió el apoyo de la Asociación Nacional del Rifle de cara a las elecciones, se negó a revisar la legislación de armas de tipo militar tras la masacre de 58 personas en Las Vegas. El autor del tiroteo utilizó 23 fusiles y tenía a su disposición miles de balas.

Aunque el presidente se niega a aceptar las evidencias científicas sobre el cambio climático e incluso sacó a su país del Acuerdo de París para contener el calentamiento global, la naturaleza le ha hecho jugar una mala pasada.

La Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica estadounidense consideró al 2017 como el segundo año con clima más extremo en el país. Intensos huracanes dejaron inundaciones e infraestructuras arrasadas en Texas, Florida y Puerto Rico; mientras incendios masivos arrasaron el suroeste del país.

El 2018 será un nuevo reto para Trump con las elecciones legislativas en el horizonte.

La nueva cita con las urnas podría ser un medidor más exacto sobre los resultados de sus políticas y el estilo sin precedentes de su administración.

DECISIONES POLÉMICAS

– Retroceso en las relaciones con Cuba.

– Amenaza del uso de la fuerza contra Venezuela.

– Salida del Acuerdo de París contra el cambio climático.

– Retirada de la Unesco.

– Escalada de las tensiones con la República Popular Democrática de Corea.

– Reactivación del plan de construir el oleoducto Keystone, entre Canadá y Estados Unidos, señalado de tener un gran impacto ambiental.

– Reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel.

– Ofender a Puerto Rico al acusar a su población de «flojera» ante las críticas a la Casa Blanca por los lentos esfuerzos de la isla.

GRANDES FRACASOS

– No haber podido desmantelar el sistema de salud implantado por el anterior presidente, conocido como Obamacare, una de sus promesas de campaña y una obsesión del partido republicano.

– Tampoco se han movilizado los recursos necesarios para la construcción de un muro en la frontera con México, aunque insiste en sus planes.

– El poder judicial paralizó por largos meses sus polémicas órdenes ejecutivas para restringir la entrada a Estados Unidos de ciudadanos de países que Washington considera promueven el terrorismo o no cumplen con las condiciones de seguridad. Se vio obligado a reescribirlas.

PRINCIPALES LOGROS

Trump señala como un logro personal el desempeño de la economía, que mantiene bajas tasas de desempleo y un crecimiento del PIB cercano al 3 %, superior al 2 % alcanzado por su predecesor. Sin embargo, muchos analistas apuntan a que esa tendencia responde al ciclo económico actual más que a sus medidas.

El nombramiento del juez conservador Neil Gorsuch en un asiento en la Corte Suprema de Justicia da a los republicanos un importante triunfo con efectos a largo plazo.

La reforma tributaria aprobada en el Congreso recientemente es la más ambiciosa en los últimos 30 años. Los millonarios están entre los más beneficiados por las reducciones en los impuestos y los economistas señalan que la medida podría aumentar el déficit fiscal del país.

La desregulación del país está entre los éxitos ocultos del actual presidente, que ha erradicado poco a poco no solo las limitaciones para las grandes megacorporaciones y los bancos, sino también las leyes en áreas que van desde almuerzos escolares hasta el número de delfines y tortugas marinas que pueden ser asesinados en redes de pesca.

(Tomado de Periódico Granma)

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