Fiestas institucionales de fin de año: Los apologetas de Tin Vale
Por: Raul Antonio Capote
Salón Rosado de la Tropical, La Habana, 20 de diciembre del 2017, un colectivo de trabajadores festeja el próximo aniversario del triunfo de la Revolución, la actividad ha sido preparada con esmero, los responsables de organizarla solicitaron a la institución cultural un espectáculo festivo acorde a la ocasión, el programa es simple, un humorista del Centro Promotor del Humor y música grabada, la orquesta Anacaona contactada por el colectivo de trabajadores brindaría su arte gratis como regalo a la fiesta.
Mientras llegan los invitados ponen música grabada y videos musicales en una gran pantalla, casi todo es mal reguetón, pero no nos vamos a referir en este escrito a la promoción de la banalidad y el mal gusto de que hacen gala algunos de los ejecutores de ese género musical, al que muchos dicen combatir y pocos hacen algo por no promover en centros culturales e instituciones recreativas. Voy a referirme al mal humor.
Comienza el espectáculo, el humorista sale a escena, se empeña durante los primeros largos minutos en convencer al público de que es feo, feísimo, súper feo, el rey de los feos; pero eso no es importante en la vida, porque por ejemplo Marc Anthony es feo, pero millonario y sus millones lo hacen lindo. Lanza su gran descubrimiento, — comparable a encontrar la fuente de la eterna juventud — de que el dinero embellece, mientras más ceros en la cuenta bancaria, más belleza.
El feo confeso que las mujeres — y ahí singulariza, especifica, puntualiza con saña que se refiere a las cubanas — al mirar a un hombre, al escogerlo lo hacen por su dinero y que, se pone de ejemplo, él, tiene que pagar para tener mujer y generaliza, hay que pagar, todos pagamos en Cuba para tener una mujer porque el dinero es quien decide, quien manda, el dinero es la fórmula mágica que hace la diferencia.
El feo confeso, no es un descubridor, no ha dado con la piedra filosofal de la belleza, ya lo dijo un grande siglos antes, Francisco de Quevedo “Y pues quien le trae al lado Es hermoso, aunque sea fiero, Poderoso caballero Es Don Dinero.”
Ofensivo, de pésimo sentido, chabacano, solo algunas sonrisas acompañaron la actuación del cómico, pero era solo el comienzo, el plato fuerte llegó después.
Otro humorista, el principal, entró en escena, continuó la apología del poderoso caballero don Dinero, pero la diatriba de todo lo cubano aumentó. El simplismo de la fórmula “todo lo extranjero es bueno y lo cubano es malo” ocupó el centro de la puesta en escena, resulta que en todas partes del mundo la cornacupia de la abundancia se derrama generosamente, menos en Cuba, los cubanos somos pobres, brutos e incapaces, nuestras mujeres interesadas. De todo hubo, desde racismo hasta una desafortunada comparación entre Cuba y Puerto Rico, donde —el señor “cómico”, que piensa primero con el estómago—, considera a la isla hermana como ejemplo de abundancia alimentaria
Reírnos de lo malo, de nuestros defectos y errores es una cualidad de los cubanos y de lo cubano, eso nos hace fuertes, es propio de pueblos sólidos, seguros de sí, pero la diatriba de todo lo cubano, la apologética del dinero y peor aún de lo extranjero es denigrante, ofensivo y cipayo.
¿Dónde está? nos preguntamos, el buen humor cubano, extrañamos a la Leña y a la Seña del Humor, a Virulo, Pagola la Paga, NOS-Y-OTROS, a Osvaldo Doimeadiós, Churrisco y tantos otros excelentes humoristas. ¿Qué dio paso en nuestros escenarios a ese humor copiado de lo peor del negocio del espectáculo miamense? ¿Es un humor que se hace para los emporios de ese mundo del divertimento vulgar?
El llamado, cual grito de guerra de ¿Dónde hay un yuma? ¿No hay ningún yuma aquí? lanzado desde el escenario del Salón Rosado de la Tropical, dolió en lo más profundo del alma de muchos de los presentes, nadie rió tal gracia, solo dos o tres, porque de todo hay en las viñas del señor.
Ser o tener, esa es la cuestión, magníficamente analizado por el intelectual cubano Enrique Ubieta a lo largo de toda su obra ensayística, ser o tener, socialismo o barbarie, solidaridad o insolidaridad, tolerancia o intolerancia, cultivar lo mejor del arte para que centellee en el alma de los hombres y nos haga mejores, más plenos o sembrar el mal gusto, la banalidad el veneno del tener, los valores del capitalismo, preservamos al hombre y la mujer del socialismo o le damos paso a don Dinero, esa es la cuestión, ser o no ser.
Gracias a las Anacaonas, que salvaron la honra con su buen arte, los trabajadores y trabajadoras allí presentes junto a sus familiares y demás invitados, disfrutaron de la actuación cubanísima y de calidad de la orquesta, que no cobró un centavo por su actuación.
(Tomado de Dialogar dialogar)
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