Donald Trump necesita más que una «prueba cognitiva»
Cada vez más personas, incluidos asesores cercanos, se cuestionan la salud mental del presidente Donald Trump. Incluso la más pequeña duda debería ser motivo de preocupación no solo para los estadounidenses, sino para el resto del mundo, que está a un botón de distancia de la destrucción nuclear.
Al parecer, los comentarios preocupan al propio mandatario norteamericano, quien decidió a última hora introducir una «prueba cognitiva» en su examen médico anual, una costumbre que existe en la Casa Blanca desde hace varias administraciones.
Según declaraciones a la prensa de Ronny Jackson, el médico de la Casa Blanca, Trump tiene un «excelente» estado físico y mental.
El Presidente habría superado con 30 puntos de 30 posibles un test conocido como «Evaluación Cognitiva de Montreal» (MOCA), que permite detectar problemas leves y se usa como método diagnóstico para determinar si son necesarias pruebas más exhaustivas.
«No veo ninguna razón en absoluto para pensar que el Presidente pueda tener ningún problema con su razonamiento. Su mente es muy aguda, está intacta», dijo Jackson.
Sin embargo, los especialistas apuntan que el test aplicado mide funciones básicas como la asociación, la memoria y la atención, que no tienen una relación directa con muchos padecimientos siquiátricos.
El tema de la capacidad de Trump para asumir la jefatura de Estado resurgió tras la publicación del polémico libro del periodista Michael Wolff, «Fuego y furia: en la Casa Blanca de Trump», que lo retrata como una persona caprichosa, infantil, incapaz de concentrarse o leer un simple informe.
En respuesta a la publicación, el Presidente se describió a sí mismo en Twitter como un «genio muy estable».
Pero algunos sicólogos y siquiatras han saltado las alarmas sobre algunos síntomas evidentes en el mandatario.
La doctora Bandy Lee, quien es profesora de Siquiatría en la Universidad de Yale, dijo recientemente frente al Congreso que Trump era inestable e «iba a desmoronarse» en la Casa Blanca. «Ya estamos viendo señales».
En su libro «El peligroso caso de Donald Trump: 27 siquiatras y expertos en salud mental examinan al presidente», Lee consultó a varios expertos y llegó a conclusiones similares: «debemos sacar a esta persona del poder y del acceso a las armas nucleares. Es una cuestión de seguridad».
Los legisladores demócratas que recurrieron a la doctora Lee son partidarios de la destitución del Presidente por «incapacidad». En virtud de la enmienda 25 de la Constitución de Estados Unidos, si se considera que el Presidente es «incapaz de ejercer los derechos y obligaciones de su cargo», el Vicepresidente tomaría el puesto.
Sin embargo, para lograr que el procedimiento prospere necesitan un apoyo mayoritario en ambas cámaras del Congreso, que están en manos republicanas.
Otros especialistas han sugerido que Trump puede tener síntomas del Trastorno Narcisista de la Personalidad. Las personas aquejadas por esta afección a menudo muestran grandiosidad, una necesidad extrema de atención, se creen que son superiores o que merecen un trato especial y tienen conflictos para manejar la crítica o la derrota.
Sin embargo, ninguno de los doctores consultados ha tratado directamente al Presidente, como sí lo hizo Jackson.
Si nos guiamos por su diagnóstico, la «buena noticia» sería que el Presidente está sano y su salud no debe ser un problema para terminar este mandato e incluso aspirar a otro. La mala, que el racismo, el desprecio por las mujeres y la ignorancia no se catalogan como enfermedades siquiátricas y difícilmente salgan a relucir en una «prueba cognitiva».
(Tomado de Granma)
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