Y nadie fue tan de Cuba…
Hay una casita en esta Habana múltiple que nos resguarda siempre lo más auténtico del alma; una casita que es cuna-país, identidad y destello de una nación y de su pensamiento más profundo; una casita a la que van y vuelven una y otra vez los niños, buscando cómo habitar en la mística de un alumbramiento universal.
Hasta este sitio, que es profecía y punto de partida hacia la martianidad, hay que acudir en días como estos, para fijar la coordenada exacta de muchos otros nacimientos, de muchos otros partos, simbólicos, ecuménicos, reverenciales…
A 165 años de aquel primer enero, el Apóstol sigue aquí, entre nosotros, como «ese misterio que nos acompaña», y se prefigura entonces en la pasión de miles de jóvenes de Cuba y del mundo, prestos ahora a un nuevo homenaje. Desde hoy y hasta el próximo domingo, y por el hombre sincero de siempre, toda una Isla cabrá en la misma casita.
(Con información de Juventud Rebelde)
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