Crímenes de una dictadura
Al triunfo de la Revolución, la alegría desbordó las calles. Había huido Fulgencio Batista, el tirano que tantos hogares enlutó.
Por eso, era imprescindible recordar a quienes ya no estaban, porque habían quedado en el camino del desafío constante a la muerte en que se tornó la lucha a partir del golpe de estado del 10 de marzo de 1952, cuando la historia marcó el inicio de la dictadura que sufrieron los cubanos hasta el primero de enero de 1959.
Era imprescindible recordar al hijo joven que salió y no regresó a casa, ni jamás se supo de su paradero; al padre sacado a la fuerza del hogar y, luego de días de encierro y tortura, fue asesinado; a los estudiantes que, por defender sus derechos, eran castigados hasta perder la vida; al campesino, cuya solidaridad con los rebeldes, fue silenciada alevosamente, y las personas inocentes jamás vinculadas a la lucha que, tristemente, resultaron presas fáciles para los verdugos. Fue muy alto el precio.
Por eso, en las Ediciones de la Libertad, dedicadas al triunfo de enero de 1959, BOHEMIA hizo un recuento de aquellos hechos sangrientos. Y ahora lo retomamos especialmente para mostrar a las víctimas indefensas de esa, la etapa más oscura de la historia de represión que vivió la Isla.
Los años de mayor intensidad agresiva de la tiranía fueron 1957 y 1958, porque a medida que se incrementaba la resistencia se consolidaba la lucha clandestina y avanzaban las tropas rebeldes, los sicarios arreciaban sus indiscriminadas cacerías: fosas comunes, cuerpos sin identificar y personas cuyo paradero es aún una incógnita. Va a tantas vidas cercenadas este tributo, porque esos miles de cubanos, víctimas de la dictadura, no están en las sombras del olvido.
(Tomado de Bohemia)
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