“Ese día tuve entre las manos mi primer fusil”
Por: Teresita Casariego
Era una fresca mañana de abril y la población se dirigía hacia sus centros de trabajo o estudio. A lo lejos se escuchaba el ruido onomatopéyico de un bombardeo. Todos se preocuparon pero siguieron rumbo a sus distintas actividades. Más tarde se conocía del traicionero y sangriento ataque aéreo a los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, con mortíferas cargas de fabricación yanqui, preludio de la invasión mercenaria en Playa Girón.
Todos se organizaban y aprestaban al combate junto a las instituciones armadas y las milicias. Tres veinteañeras, trabajadoras civiles de una Unidad Militar, no dudaron en presentarse inmediatamente ante los superiores, quienes sintieron orgullo de contar con aquellas menudas jovencitas que, pesadas las tres juntas, no llegaban a las 300 libras, pero con la convicción y patriotismo suficientes de una juventud amante de su Revolución.
Explicaron: “apreciamos su valentía y cumplimiento del deber; no obstante, un carro las llevará de vuelta a sus casas porque no están debidamente entrenadas para un ataque enemigo”. Aquellas bocas, aunque estaban apretadas pues algo de miedo se asomaba ante lo desconocido, rápidamente respondieron a coro: ¡nos quedamos! Después de tal decisión exenta de dudas, no hubo otra opción. Recibimos un arma y las instrucciones necesarias sobre cómo manipularla. Yo era la más pequeña de las tres. Agarré el Mauser y me lo eché al hombro. Ese día tuve entre las manos mi primer fusil.
La brigada contrarrevolucionaria armada, entrenada y transportada por Estados Unidos fue aniquilada en menos de 72 horas. ¡Primera gran derrota del imperialismo asestada por hombres corajudos en las arenas de una pequeña isla de América Latina!
(Tomado de Tribuna de La Habana)
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