La luz que transpira a través de los vitrales alegóricos a Cuba y Martí, en una relación indisoluble de identidad y amor -precisamente en el centro del magnífico edificio-, permite concentrar toda su energía sobre los arcos de medio punto, en dos niveles de pisos, donde puede observarse el ladrillo ocre rojizo, duro y horneado hace más de un siglo que emerge sostenido entre la piedra caliza de las columnas, exponiendo la huella de antiguos maestros constructores y sus ayudantes.
Sobre el piso, una delgada línea de metal cobrizo permite detallar la cuadratura de las enormes losas de mármol gris jaspeado que lo conforman. En este recinto, en 1865, José Martí se convirtió en alumno, al ingresar a esta Escuela Superior Municipal de Varones, ubicada en el número 88 de la calle Prado, de la cual era propietario y director Mendive, quien desde entonces fue su padre espiritual y favoreció de manera perentoria la formación ética y patriótica del genial educando.
Incluso, al quedar cesante de trabajo el padre de quien después se convirtiera en nuestro Apóstol, Mendive se comprometió a pagar los estudios de su discípulo hasta el grado de bachiller.
Con esta pasión martiana y sumergidos en el sortilegio que ahora en este sitio se respira, la arquitecta Norma Pérez-Trujillo Tenorio, nos recibe y conduce en el laberinto de hombres y mujeres que se esfuerzan por concretar cada detalle de su faena. Es la jefa del Departamento Inversionista de Rehabilitación y Conservación Patrimonial de la Dirección de Inversiones de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
“Para nosotros cualquier labor que enfrentamos, desde el proyecto, hasta su ejecución es importante, siempre resulta un reto. Lo hacemos en una ciudad con una arquitectura muy linda, de grandes valores patrimoniales que tenemos el deber de conservar. Todo lo nuevo debe estar a la altura de lo recibido. Este inmueble es el colegio que sirvió de residencia al maestro Mendive y donde se formó Martí que entró con 11 años. Años fértiles en los cuales compartió la amistad de su condiscípulo Fermín Valdés Domínguez.
“Es uno de los lugares más relevantes de la historia de la educación en Cuba, por tanto está naciendo una escuela que nos exige una responsabilidad muy alta. Cuando llegamos todo estaba oscuro. Ha sido una labor, casi de hormigas, apoyados de un equipo de arqueólogos que pudo descubrir arcos enterrados en falsos techos y restos de pinturas decorativas murales en la parte superior de las paredes que por suerte dejaron los posteriores inquilinos, quizás por descuido, para nuestra suerte.
“Desde el 1935 hasta los años 50 la compañía General Eléctric, adquirió este inmueble y lo modificó para convertirlo en talleres. Más reciente fue también un espacio perteneciente a una empresa del antiguo Ministerio de la Industria Básica, Mimbas, con un propósito similar. Para iniciar el proceso de rescate y reparación utilizamos lo que servía y conservar el espíritu de este edificio que ahora se prepara para un nuevo ciclo en su profusa historia. Eso lo deben tener en cuenta los niños, los padres, los maestros, que compartirán el privilegio de este hermoso lugar.
La nueva escuela Rafael María de Mendive, posee un sitio destinado a la preparación artística que evoca el paso del Apóstol por la Academia de Artes de San Alejandro (ubicada en el municipio de Marianao) que refuerza el pensamiento de martiano diseminado en paredes y aulas. Así lo confirma Norma:
“Nos convoca ese sentimiento de búsqueda y rescate de nuestra historia del doctor Leal, un hombre que destila pasiones y nos ha inculcado a todos el respeto por la preservación de nuestras raíces de cubanía.
“La escuela es el resultado de un esfuerzo descomunal donde confluyen los desvelos de muchas personas convencidas de reconstruir este sueño y entregarlo a otros que tienen el deber de convertirlo en una escuela de referencia nacional no por lo que hicimos, sino por la historia que contiene.
“Dispone de un área para realizar ejercicios, lograda con el apoyo de la Dirección de Cooperación Internacional de la Oficina del Historiador de la Ciudad: Posee gradas para que los estudiantes puedan jugar básquet, voleibol y fútbol, entre otros deportes al aire libre. Es maravilloso observarlos en las plazas, en otros lugares de la ciudad que le dan una vida a la ciudad increíble, pero decidimos aprovechar el espacio de la cubierta no construido con este propósito.
“La ejecución de la obra fue asumida por la Constructora Puerto de Carenas, de la Oficina del Historiador de la Ciudad; no obstante, para dirigir el trabajo de techado decidimos buscar a Armando Ruiz Díaz de Villega. El “sombrero” de la escuela está garantizado y sin huequitos”.
Este obrero que aprendió su oficio desde los 20 años, observa en sus ojillos la sabiduría acumulada en más de ochenta años. Su piel como la noche tiene el brillo de la ternura solo posible en el rostro de los hombres de bien:
“La conocí, a Normita, cuando era mucho más joven en la Uneca, después con el tiempo nos volvimos a encontrar aquí. Esta escuela es una memoria increíble porque tendrá el nombre del maestro de Martí. Siempre pienso qué falta por hacer. Cuando llego a casa estoy pendiente de lo que haremos al día siguiente. Vivo en Alamar, mi oficio es el de techero”.
Carlos Leyva Borges, el guajiro, ha sido de los imprescindibles. “Restaurador con más de un año de labor sostenida. “Hombre clave en esta obra”, asegura Normita. (el doctor Leal, le llama al teléfono móvil y le consulta. No es difícil imaginar cuál es su preocupación en medio de tanto ajetreo.
“Por ejemplo restaurar la escalera de caracol: una estructura metálica que, en el poco espacio para trabajar se hacía difícil, pero debíamos cumplir con su arquitectura y estética, sin alterar o dañar”, asegura.
Más que la terminación en la fecha pactada, los apremia el compromiso con la memoria del maestro Rafael María de Mendive y de su brillante alumno José Martí. Nada, pues, queda al azar, ni las justificaciones de alguna circunstancia. Se trabaja bien, de acuerdo con el tono de la voz de su interlocutora, y se avanza como si reconstruir este edificio tuviera las características de una grandiosa orquesta dispuesta a mantener la armonía en el golpe de las herramientas, el brazo silencioso de los pintores y la instalación de las hebras que conducirán la energía para iluminar las aulas y también el sonido.
Richard Álvarez konkov, de la Empresa de Servicios Tecnológicos de la Industria Ligera, Estil, asegura que: “Desde el punto de vista profesional es una obra compleja porque debimos compartir con otros obreros laborando, cada cual en sus especialidades.
Haber participado en un proyecto del país, de la provincia. Recuperar una escuela en la cual estudió Martí. Es una obra importante para las nuevas generaciones y un privilegio para los niños que estudien aquí, en esta zona donde resido desde mi infancia.
En la calle Cuba, dispuso el Doctor Eusebio Leal, que se ubicara el taller del artista de la plástica José Villa Soberón, quien accedió a compartir con Tribuna de La Habana detalles del conjunto escultural que se ubicará en la escuela.
“La obra se llama: El maestro y su discípulo. Se trata de recrear, de alguna manera, la imagen de estas figuras como pudo suceder en el siglo XIX, en esa casa donde Martí era estudiante y Mendive su maestro, en una relación cardinal en la historia de nuestro país, porque fue Mendive quien lo indujo a cultivar esas ideas que defendió, durante su vida, el Apóstol.
“Esa escuela, para las nuevas generaciones, debe ser tomada como el Templo de la enseñanza en Cuba porque allí fueron estudiantes el discípulo y el maestro más grande que ha tenido nuestra Cultura, nuestra nación. Por eso me parece tan hermoso que haya podido rescatarse ese espacio, volver a darle el significado que tuvo. Ahí se sembró la semilla de acontecimientos trascendentales que tuvieron lugar posteriormente, en nuestro país.
“Me siento muy halagado de poder trabajar en esa obra. Nos sentimos todos porque es una labor de muchas personas. Debimos imaginar la forma de plasmar esa relación excepcional de Martí, adolescente con el maestro que descubrió la magnitud del talento de su joven discípulo.
“Evidentemente fue una relación única, mágica diría, Martí hace referencia a lo importante que fue Mendive en su formación. En ese lugar, la escuela, se advierte y conserva esa aura de ser un espacio importante para Cuba.
“Hace poco tiempo, recientemente, ubicamos nuestro taller en este inmueble que forma parte del patrimonio histórico de La Habana. Antes trabajábamos en el Instituto Superior de Arte, ISA. Es esta escultura, la primera obra que realizamos aquí y agradecemos al doctor Eusebio Leal porque tiene un simbolismo causal del que me siento orgulloso por el nombre Cuba, de esta calle en La Habana Vieja. Son convergencias, casualidades del destino que siempre nos aguardan”.
(Tomado de Tribuna de La Habana)
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