La Habana: Deseos en las venas de una Ceiba
A las 12 y un minuto de la madrugada del 16 de noviembre comienza el ritual. En el Templete y a la sombra de una legendaria Ceiba se efectuó, según cuenta la tradición, el oficio religioso y el primer cabildo fundacional en 1519.
Es la Villa de San Cristóbal de La Habana que celebra su cumpleaños. La Ceiba, el venerado árbol, tiene una connotación y un simbolismo únicos en la vida de los cubanos. Ella no necesita saber idiomas porque solo entiende el lenguaje del corazón. Cuando van a ella, con o sin oraciones, todos son sus hijos.
Los sentimientos fluyen hacia esta Ceiba. Escucha peticiones, sin reparos, cada 16 de noviembre: el único día del año que acepta confesiones.
Las palabras mudas en las puntas de los dedos, en las palmadas que la saludan como si fuera un pariente, en los brazos que se le aferran, viajan a través de sus raíces y se convierten en savia.
Marcada por el sincretismo del encuentro caribeño de las culturas africana y española, esta tradición, la de las tres vueltas a la Ceiba, está muy relacionada con las leyendas africanas de Iroko y las del orisha Aggayú Solá, unidas a la de origen español: levantarse al alba e ir a la Catedral a oír en silencio la Misa de los mudos.
En esta Ceiba, en La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad, han hecho fila reyes y reinas, presidentes, artistas y científicos, habaneros comunes y el Historiador de la Ciudad.
Hay mucho de tradición, algo de religioso e historia también; pero, sobre todo, está la fe del habanero en que logrará sus deseos en pos de un futuro cada vez mejor.
(Con información de Tribuna de La Habana)
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