La Batalla de Guisa: eslabón estratégico de la victoria
A las 6:00 de la tarde, del jueves 27 de noviembre de 1958, el batallón se logró llevarse a los cercados, en el arroyo Cupainicú, y a una de las tanquetas. La otra quedó en manos de los guerrilleros, quienes se apoderaron también de los 14 camiones, 35 mil balas y numerosos fusiles.
Ante la fuga de los contrarios, Fidel ordenó al capitán Ignacio Pérez preparar una emboscada en el puente del arroyo Manigua, en El Horno. Este fue un combate relámpago, porque el enemigo solo atinaba a retirarse hacia Bayamo. Pero los rebeldes tuvieron varias bajas, entre ellos tres muertos.
A las 11:10 de la noche la jefatura de Bayamo transmitía a La Habana: “Se ha estado combatiendo en Guisa por espacio de 40 horas. Primeras unidades que entraron en acción fueron cercadas por el fuego intenso y superioridad numérica del enemigo”.
En la evaluación de acciones, los estrategas batistianos tuvieron presentes varios factores: “El enemigo ha sufrido número considerable de bajas por muerte y según datos suministrados por nuestras fuerzas se ordenó la retirada a fin de organizar nuestras tropas y planear nuevo ataque debido que FIDEL CASTRO dirige personalmente esta Operación con todos los recursos de que dispone…”
Debido a estos elementos, a los que se sumaban las bajas sufridas y al cansancio natural de las tropas, el coronel Rafael García Casares solicitaba al Estado Mayor del Ejército el envío de nuevas unidades, para organizar una poderosa agrupación y evacuar la guarnición de Guisa.
UN ACTO DE INIGUALABLE HEROÍSMO
El mando guerrillero no detuvo sus iniciativas y en la noche del 28 de noviembre, Fidel Castro ordenó sacar la tanqueta ocupada hasta la carretera y prepararla para atacar la guarnición de Guisa. Pero ninguno de los combatientes sabía manejar la máquina de guerra, sin embargo, el teniente Edilberto González, chofer de tractor, comprobó que los mecanismos de arranque eran similares.
Enseguida se formó la dotación de la tanqueta: Gonzalo Camejo, jefe; Edilberto González, chofer; Rafael Moreno, a cargo del cañón; Leopoldo Cintra Frías, manejaría una ametralladora 30; y José Milián Llorens, como guía hasta el cuartel.
De este momento singular, Fidel Castro contó años más tarde: “Nadie sabía manejar un tanque, a decir verdad; nadie sabía manejar un cañón de tanque… para averiguar cómo disparaba aquel cañón, hubo que de noche estar haciendo experimentos allí; hubo que poner a un compañero con un caballo blanco delante para ver si donde apuntaba aquel mecanismo por ahí iba el tubo del cañón; hubo que hacer algunos disparos de prueba…”
Detrás marcharon los pelotones de Reynaldo Mora y Pungo Verdecia. Pero cuando Fidel quiso participar directamente en la operación, sus ayudantes intentaron impedírselo. Uno de ellos, Arturo Aguilera Barreiro, ha contado: “Llegamos a Villa Évora, a unos quinientos metros del cuartel. A las dos y veinte de la mañana se sintieron los cañonazos de la tanqueta y la ametralladora de Polo atacando la guarnición. En ese momento Fidel quería acercarse más a la fortaleza, pero Paco Cabrera, Orlando Pupo y yo le dijimos que no podíamos permitir que se arriesgara, pero señaló que el deber del dirigente era estar donde la situación era más difícil”.
Pero Fidel insistía en avanzar personalmente un poco más hacia el cuartel, que era atacado desde todos lados. Sin embargo, desde la guarnición dispararon con una bazuca contra la tanqueta, incendiando las gomas y desestabilizando los extractores, provocando que el interior de la maquina se llenara de humo.
“Ante la insistencia de Fidel -ha narrado Aguilera- de aproximarse a la fortaleza enemiga, tuvimos que detenerlo. Era nuestro deber preservar su vida y por eso la actitud que asumimos”.
En esta acción murió Rafael Moreno; Camejo recibió siete heridas de balas; Milán dos impacto en las piernas, sin poder salir de la tanqueta, donde fue hecho prisionero; y Polo Cintra sufrió un disparo a sedal en el cuello, pero llevó consigo la ametralladora. En tanto, Edilberto González logró salir ileso, pero transportó la caja de balas de la 30 que cargaba junto con Moreno.
Cuando Cintra devolvió al Comandante en Jefe la ametralladora en Villa Évora este quedó gratamente impresionado por la intrepidez de aquel jovencito. Este suceso Fidel lo calificó como un “acto de inigualable heroísmo”, porque lo realizó bajo un fuego cruzado y estar herido en el cuello.
LA VICTORIA DE GUISA
En el Puesto de mando de Bayamo, con la presencia del General de Brigada, Rojas, se organizó una Agrupación táctica, formada por un Regimiento mixto, con la intervención de los batallones 14, 27 y 25 y un Batallón especial con las compañías 102, 42 y G-4. A estas unidades se agregaron la compañía 91 en funciones de abastecimientos, una batería de obuses y una sección de tanques Sherman.
El plan consistía en iniciar operaciones el 29 de noviembre desde las 8:00 de la mañana con el Regimiento mixto avanzando por la carretera de Bayamo a Guisa y el flanco derecho extendido por Monte Oscuro y Monjará, para presionar, igualmente, por el saliente del arroyo Cupaincú, mientras el Batallón especial avanzaría por el este de Guisa, con la misión de “evacuar” la guarnición sitiada.
Por eso, mientras se combatía al oeste de Loma de Piedra, Monte Oscuro, San Antonio y Monjará, en horas del mediodía el Batallón especial, después de un breve combate en la zona de Corralito contra las fuerzas del primer teniente Lázaro Soltura Vega, hizo un rodeo con dos compañías y entró hasta Los Pajales, donde recibieron el fuego de las escuadras de los tenientes Magín Díaz Pérez y Porfirio Díaz.
Mientras acudían los refuerzos rebeldes, con el teniente Armelio Mojena al frente, la compañía M, un pelotón de la 32, la guardia rural y familiares de los militares, escaparon hacia Bayamo por la Loma de Graniche, El Coco y Cautillo.Una vez conocida la fuga de la guarnición, las unidades del Regimiento mixto comenzaron a regresar al punto de partida.
Por su parte, a las 9:00 de la noche Fidel y sus valientes hombres entraban gloriosamente al poblado. En total se libraron 22 enfrentamientos armados, contando los hostigamientos a la compañía M y postas situadas en el interior de la población. Se luchó contra una docena de refuerzos enviados desde Bayamo y otros puntos de Oriente, Camagüey y La Habana.
En el parte guerra el Jefe de la Revolución explicaba que se capturaron 130 granadas, 55 mil balas, 70 obuses de morteros, una bazuca, siete ametralladoras calibre 30 con trípode, cientos de mochilas, 14 camiones, víveres y medicinas, entre otros recursos.
Las investigaciones demuestran que los rebeldes tuvieron 11 muertos y 20 heridos, mientras la población civil de Guisa sufrió cinco heridos, incluyendo dos mujeres.
El 25 de noviembre de 2000, en su discurso de la Tribuna abierta de la Revolución, efectuada en Guisa, el Comandante en Jefe recordó el heroísmo de los combatientes en Guisa: “Nadie sabe lo que nuestro pueblo, cada vez más unido, más culto y más fuerte, es capaz de alcanzar. No descansaremos en nuestra heroica y digna lucha. Cumpliremos todos los objetivos que juramos en Baraguá. Ganaremos la épica Batalla de ideas. Como en Guisa, demostraremos muchas veces que nada es imposible”.
(Tomado de La Demajagua)
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