Antonio Maceo, un hombre de gran extirpe revolucionario
Cuando habléis de la Patria
Si queréis señalar las altas cumbres del decoro
En la cumbre del hombre…
buscad entre latidos de montañas
Sobre la raíz de trueno y palpitar de troncos,
La presencia profunda que nos cerca y nos manda:
¡El General Antonio!…
El poeta cubano Manuel Navarro Luna en un emotivo poema destacó la trascendencia de la vida y la obra de Antonio Maceo. También aseguró:
Cuando habléis de la Patria,
Del dolor y el denuedo
y el largo y cruento batallar sin reposo;
Y en mil batallas veintisiete heridas
cual veintisiete surcos;
De las marchas con hambres
y del camino áspero y torvo;
De la gloria en la herida
y la gloria en la sangre,
¡Tenéis que hablar del General Antonio!
Calificado por José Martí como un hombre que tiene tanta fuerza en el brazo como en la mente, el Mayor General Antonio Maceo y Grajales fue un relevante luchador por la independencia de Cuba en el siglo XIX.
El 7 de diciembre de 1896 se produjo su caída en combate en la zona de San Pedro, en el actual municipio de Bauta, en la provincia de Artemisa.
Acerca de ello igualmente detalló el poeta Navarro Luna:
“¡Esto va bien!”, exclama,
cuando se siente herido en Punta Brava.
¡Es la muerte! Él lo sabe y sonríe victorioso.
¡Ya ni la muerte misma podrá vencerlo! ¡Nada
Podrá vencer al General Antonio!
Cuando habléis de la Patria,
Si queréis señalar las altas cumbres del decoro
En la cumbre del hombre…
buscad entre latidos de montaña,
Sobre la raíz de trueno y palpitar de troncos
La presencia profunda que nos cerca y nos manda:
¡El General Antonio!
Antonio Maceo nació en Santiago de Cuba el 14 de junio de 1845. Tenía tan sólo 23 años cuando se incorporó a la guerra por la independencia de Cuba en 1868 a los dos días de haberse iniciado.
De simple soldado ascendió en grados militares, por su participación activa en el desarrollo de los enfrentamientos contra los soldados españoles. Resultó herido en varios combates, incluso en una oportunidad tal fue su gravedad que todo hacía indicar que su fallecimiento podía ser inminente.
Precisamente al describir ese instante de su existencia y la firme actitud de su querida madre, Mariana Grajales, José Martí señaló: “Fue un día en que traían a Antonio Maceo herido; le habían pasado de un balazo el pecho: lo traían en andas, sin mirada, y con el color de la muerte. Las mujeres todas, que eran muchas, se echaron a llorar, una contra la pared, otra de rodillas, junto al moribundo, otra en un rincón, hundido el rostro en los brazos. Y la madre, con el pañuelo a la cabeza, como quién espanta pollos echaba del bohío a aquella gente llorona: “¡Fuera, fuera faldas de aquí! ¡No aguanto lágrimas!”
Durante la guerra de los Diez Años hay un momento sobresaliente en la vida de Antonio Maceo. Fue la Protesta de Baraguá, el 15 de marzo de 1878.
Ante la capitulación de una gran parte de los luchadores independentistas cubanos al aceptar el cese de la guerra propuesta por España, Antonio Maceo en una entrevista con el General español Arsenio Martínez Campos planteó:
“No acepto deponer las armas sin haberse proclamado la independencia de Cuba ni la abolición de la esclavitud.”
Antonio Maceo y los patriotas que lo secundaron se convirtieron en símbolos de la entereza revolucionaria del pueblo cubano. Con singular firmeza Maceo ratificó su disposición de continuar la lucha, aún en medio de condiciones extremadamente difíciles. Y ese día aseguró: “El 23 se rompe el corojo.”
Maceo estuvo en los campos durante varios meses, pero después al no poder mantenerse la guerra tuvo que salir de Cuba. Inicialmente se radicó en Jamaica. Años después reside en Costa Rica. Pero desde el extranjero siguió pensando en la situación de su tierra natal y estuvo dispuesto a participar en la reanudación de la lucha.
En la etapa inicial de la década del ochenta intentó en unión de Máximo Gómez hacer algo al respecto, pero los planes previstos no cristalizaron.
Algunos años después, cuando Martí se hallaba trabajando en la reorganización de la lucha independentista en uno de los patriotas que pensó en poder contar con su apoyo fue en Antonio Maceo.
Ya desde el año 1882 en una carta que Martí le había enviado a Antonio Maceo le había comentado precisamente:
“No conozco yo, General Maceo, soldado más bravo ni cubano más tenaz que usted. Ni comprendería yo que se tratase de hacer, como ahora trato, y tratan tantos otros, obra alguna sería en las cosas de Cuba, en que no figurase usted de la especial y prominente manera a que le dan derecho sus merecimientos.”
En correspondencia con ello resulta lógico que priorizara contactos personales con Antonio Maceo para solicitarle su apoyo resuelto a la labor que realizaba para reanudar la guerra por la independencia de Cuba. En 1893 Martí fue al encuentro de Antonio Maceo quién en esos instantes se hallaba en Costa Rica.
Y el 6 de octubre de ese año escribe en el periódico Patria al describir las características y cualidades humanas de Antonio Maceo:
“Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo. Su palabra es sedosa, como la de la energía constante y de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste, y de idea cauta y sobria. No se vende por cierto su palabra, que es notable de veras, y rodea cuidadosa el asunto, mientras no esté en razón, o insinúa, como quien vuelve de largo viaje, todos los escollos o entradas de él. No deja frase rota, ni usa voz impura, ni vacila cuando lo parece, sino que tantea su tema o su hombre. Ni hincha la palabra nunca ni la deja de la rienda.”
También precisó al resumir el aporte que le podía brindar Maceo a la causa de su tierra natal: “Con el pensamiento le servirá, más aún que con el valor”.
La guerra organizada por José Martí logró reiniciarse en el territorio cubano el 24 de febrero de 1895. Maceo retornó a Cuba el 1ro de abril de ese año. Varias semanas después sostuvo una entrevista con José Martí y Máximo Gómez en La Mejorana, en la zona oriental de Cuba.
Antonio Maceo participó y dirigió en Cuba diversas acciones combativas. Incluso llegó a dirigir la columna invasora que partió el 22 de octubre de 1895 desde Mangos de Baraguá y atravesó el territorio cubano desde oriente hasta occidente. En el transcurso de los siguientes meses Maceo desarrolla una intensa labor en la provincia de Pínar del Río.
En los primeros días de diciembre de 1896 decidió trasladarse hacia el territorio habanero para tratar de seguir hacia la provincia de Las Villas para reencontrarse con Máximo Gómez. Y fue en la zona de San Pedro donde libró su último combate el 7 de diciembre de 1896.
Antonio Maceo desapareció físicamente. Pero al igual que ha ocurrido con otras figuras relevantes de nuestra historia su vida y obra siguen siendo ejemplo y fuente de motivación y enseñanza para nuestro pueblo.
Precisamente el máximo líder de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro, al hablar el 14 de junio de 1980 en la inauguración del complejo de la salud “Ernesto Che Guevara”, en Las Tunas, resaltó:
“Maceo es nuestro, su gloria y su memoria continuaremos honrándola de mil formas diferentes; su gloria y su memoria continuaremos honrándola en el trabajo, en las luchas, en el cumplimiento de nuestros deberes internacionalistas y fundamentalmente con nuestro patriotismo, dispuestos a hacer realidad aquellas maravillosas palabras: “¡Quien intente apoderarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la contienda!”
(Con información de Radio Rebelde)
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