Desenredando la estrategia de EE.UU. en Venezuela
No pensemos que el guion de golpe de Estado que se aferra en aplicar Estados Unidos contra Venezuela es una cosa nueva, de estos meses.
Resulta que Donald Trump, el 15 de febrero de 2017, a menos de un mes de instalarse en la Casa Blanca convocó y recibió a Lilian Tintori, esposa del opositor venezolano Leopoldo López.
Junto al magnate inmobiliario estaban en la cita el vicepresidente Mike Pence y el ultraderechista Marco Rubio y luego del encuentro, Trump reclamó, en un tuit, la libertad para López.
Unos meses después, en agosto de ese propio año, el gobernante estadounidense, quien disfrutaba de su campo de golf, hizo unas declaraciones que constituyeron su primera amenaza militar a Venezuela:
«No voy a descartar la opción militar, es nuestro vecino y tenemos tropas por todo el mundo. Venezuela no está muy lejos…», aseguró.
Mientras más días transcurren desde que Estados Unidos diera como plazo a Nicolás Maduro hasta el 10 de enero para que abandonara la presidencia de Venezuela, más trapos sucios se cuelgan en la tendedera imperial.
A los tuits diarios y las componendas y amenazas, Washington se hace acompañar por los más recalcitrantes personajes de la política norteamericana, léase Mike Pence, John Bolton, Mike Pompeo, Marco Rubio, Mario Díaz-Balart, y como ingrediente de segunda o tercera categoría, el secretario general de la oea, Luis Almagro, y sus acólitos del llamado Grupo de Lima.
De la cia, aunque parece no contar en estos planes, pues no se visualiza públicamente, recordemos que Pompeo dirigió ese tenebroso organismo durante años. Por tanto, está más que representada.
Allende los mares, en la vieja Europa, también hay gobiernos que han cedido a las exigencias estadounidenses y hasta un ultimátum se han atrevido a dar al gobierno y al presidente legítimamente electos en Venezuela.
Pero, unos y otros, los de Washington y los de Europa, se han encontrado con un muro de contención que parece no esperaban; un pueblo todo ha resistido los embates del golpe que se fragua y las Fuerzas Armadas Bolivarianas dan evidentes muestras de su postura digna en defensa de la soberanía nacional, la lealtad a la Constitución y el reconocimiento al presidente Maduro.
De los aullidos de los lobos sedientos de sangre en la Casa Blanca, se ha publicado bastante. Del corre ve y dile de Luis Almagro, se sabe de su ambición para reelegirse en el cargo y su apego incondicional a quien le llene de plata el bolsillo. De la resistencia y el valor de la población bolivariana los grandes medios internacionales dicen y escriben bastante poco y cuando lo hacen, muchas veces es para desvirtuar la realidad.
No obstante, el diario español El País asegura que el apoyo de Estados Unidos a Juan Guaidó se fraguó con el impulso de los nuevos halcones de Washington y los legisladores anticastristas, la movilización de los exiliados y el apoyo de la OEA.
Para corroborar esto, un artículo reciente refiere que la noche del 21 de enero, la Casa Blanca llama al congresista Mario Díaz-Balart y al senador Marco Rubio porque el presidente quiere verles al día siguiente junto con el vicepresidente, Mike Pence, y el equipo de seguridad, para hablar de Venezuela.
Díaz-Balart y Rubio, dos republicanos del ala dura, han ganado influencia en la era de Donald Trump y, junto con otros legisladores, están presionando al mandatario para que redoble la intimidación contra el gobierno de Nicolás Maduro y lo incluya en la lista de financiadores del terrorismo.
Al salir del encuentro, agrega la publicación, el martes día 22 por la noche Marco Rubio escribía en su cuenta de Twitter: «Mañana será un día muy bueno (e importante) para la democracia y el orden constitucional en Venezuela».
Un día después de lo que auguraba Rubio, el miércoles 23, Juan Guaidó se autojuramentaba como presidente interino de Venezuela. El «día bueno» llegaba, al decir de Rubio.
Por su parte, el diario norteamericano The Wall Street Journal ha publicado que luego del encuentro Díaz Balart-Marco Rubio, hubo una reunión clave del Consejo de Seguridad Nacional, con Mike Pompeo, secretario de Estado; Steven Mnuchin, secretario del Tesoro, entre otros, y también salía a relucir una llamada a última hora del día del vicepresidente Mike Pence a Guaidó, para avanzarle el apoyo de su país.
Ya Trump había firmado el reconocimiento de su Gobierno a Juan Guaidó y, tras él, los representantes del Grupo de Lima y de Canadá se alinearon a la decisión. Europa, sin embargo, prefirió esperar una horas más, para luego aparecerse con un ultimátum que daba ocho días a Maduro para que abandonara el poder.
De Juan Guaidó se sabe que en diciembre pasado viajó discretamente a Washington y se reunió el 14 de diciembre, entre otros con Luis Almagro, el secretario general de la oea. Poco después acudió a Bogotá para participar en la reunión del Grupo de Lima.
Los planes del golpe de Estado en Venezuela recibían los últimos preparativos. Los involucrados se frotaban las manos y hasta pensaron que por estar bajo la dirección de Trump, esta vez no fallaría la burda trama de acabar con la Revolución Bolivariana.
Ahora, desplomados y desmoralizados, solo atinan a insinuar que únicamente con una intervención militar norteamericana se lograría el objetivo. Esa es la fase actual y el pueblo venezolano, sus fuerzas armadas y la comunidad internacional debemos estar preparados para abortar tales propósitos.
En Contexto
El Gobierno de Estados Unidos insta a los militares venezolanos a «rebelarse» contra el Gobierno y permitir la entrada de ayuda «humanitaria».
Presidente venezolano reclama respeto para el derecho sagrado del pueblo venezolano a la autodeterminación y al resguardo de su soberanía.
Maduro acusa al presidente de EE.UU., Donald Trump, de «perturbar nobles iniciativas de diálogo» impulsadas por Uruguay y México con el apoyo de la Comunidad del Caribe (Caricom) para lograr «una solución pacífica y dialogada a favor de Venezuela».
El Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela declara nulo el estatuto de transición de Guaidó.
El presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (anc) de Venezuela, Diosdado Cabello, niega que en ese país sudamericano existan células de Hezbolá, como mencionó el secretario de Estado de ee. uu., Mike Pompeo. Tras desmentir al funcionario norteamericano, el dirigente chavista recalcó que lo que sí abunda en la nación caribeña «son venezolanos “arrechos” (con coraje) para defender a la patria, pase lo que pase».
El Gobierno de Ecuador otorga el beneplácito a René De Sola Quintero como nuevo «embajador» de Venezuela, tras ser designado por el autoproclamado Guaidó.
¿Quién es Elliott Abrams?
Es el mismo personaje que ejecutó el golpe de Estado de 2002 contra el comandante y entonces presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez.
Se desempeñó como asistente adjunto del presidente George W. Bush y asesor adjunto de Seguridad Nacional en ese Gobierno, para el cual también supervisó la política de Estados Unidos en el Medio Oriente.
Fue uno de los que propuso la invasión a Irak durante el gobierno de Bush, según el periódico estadounidense Wall Street Journal.
Previamente sirvió en el Gobierno de Ronald Reagan, en el que se desempeñó en cargos relacionados con derechos humanos, temas laborales y asuntos interamericanos.
Intentó cubrir la masacre de El Mozote, ocurrida en diciembre de 1981, en la que unas mil personas fueron ejecutadas por fuerzas especiales del ejército, que realizaban labores de contrainsurgencia y perseguían a guerrilleros del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (fmln).
En 2014, frente a la noticia de que Estados Unidos planeaba normalizar las relaciones con nuestro país, Abrams escribió en Weekly Standard que la medida debía preocupar a los aliados de Estados Unidos en el Medio Oriente, Asia y Europa, quienes se preguntarían si Estados Unidos anunciará algún día un «cambio de política importante» hacia otros provocadores regionales, como Irán, China y Rusia, recordaba el periodista de la bbc Anthony Zurcher.
Abrams fue condenado por esconder información al Congreso de Estados Unidos en el escándalo Irán-Contra. Luego fue indultado por George H. W. Bush.
(Con información de Granma)
Si hubiera otra elección presidencial en Venezuela su pueblo votaría de nuevo por Nicolás Maduro.
No seguir el juego, no dejarse provocar, seguir resistiendo, a mal tiempo buena cara. La tempestad pasara y sol saldrá con más fuerza. Porque la revolución bolivariana llego para quedarse.
Los países del ALBA son los que tenemos que brindar la ayuda humanitaria a Venezuela. Tenemos que contrarrestar la injerencia de los Estados Unidos y la Unión Europea con nuestra propia solidaridad, hermandad, con el abrazo amigo que nos caracteriza.
Cortar todas las relaciones económicas, comerciales con Estados Unidos y con los países que están a favor del golpe de estado contra Nicolás Maduro. El capitalismo sufre más asfixia económica, que el propio socialismo.