Brigada “José Martí” : Que cada instructor se reconozca a sí mismo
Convertir en multitud la vanguardia: valdría la pena meditar qué quiso decir y cuánto dijo Eusebio Leal Spengler, cuando así resumió, hace ya tiempo, el supremo desafío de la Brigada de Instructores de Arte José Martí, que este 20 de octubre, Día de la Cultura Cubana, cumplió y festejó 15 años de quehacer.
Poder llegar al corazón humano y transformar las almas con la magia de la sensibilidad, torna gigante a ese movimiento juvenil, nacido en la Santa Clara del Che Guevara en 2004, con la primera graduación de instructores de arte formados en la Batalla de Ideas.
Y es que, ¡claro que importa descubrir talentos, alentar y encauzar vocaciones, enseñar a pintar, bailar y escribir versos, “armar” un grupo musical o de teatro, afianzar el movimiento de aficionados al arte! Todo eso hace falta y toca al instructor, pero más importante aún es despertar en la gente el “bichito”, fomentar el conocimiento y gusto estéticos desde temprano y ayudar a formar públicos, personas cultas y críticas, capaces de distinguir y apreciar el arte y la belleza auténticos.
Hablo de sembrar valores, preservar la identidad e, incluso, la humanidad del ser humano; de cultivar la espiritualidad, los sentimientos, la ética y el discernimiento, cual corazas frente a las arremetidas de la banalidad, la incivilidad, el consumismo, la mediocridad y la pseudocultura.
En la obra de magisterio y amor del instructor de arte, en la capacidad real de transformar realidades y conductas, en el poder sanador y el efecto multiplicador de su labor, está la clave para encarar y vencer el desafío -soberbiamente expresado por el Historiador de la Ciudad de La Habana- de convertir en multitud esa vanguardia que es la “José Martí”.
¿Qué le falta y urge al movimiento?, pregunté a su actual vicepresidente, Emilio Toledo Mirabal, y esta fue su respuesta:
“Para cuanto tenemos por delante, resulta indispensable que cada instructor se reconozca a sí mismo y a la Brigada como poderosa fuerza, tome conciencia de la valía y el alcance de esta profesión y de las armas con que cuenta, y sepa usarlas.
“Para nuestra labor pedagógica, de promoción cultural y como artistas, talento y oficio no bastan. Debemos, también, ser personas cultas, bien enteradas de hacia dónde van las artes, convertir casi en un ‘vicio’ la superación, y estar atentos a lo que acontece en Cuba y el mundo en los demás ámbitos: la sociedad, la ciencia y la técnica, la economía, la política.
“Y tenemos que seguir expandiéndonos, desarrollar un trabajo comunitario más incisivo, sistemático, sugerente, creativo y bien orientado por edades e intereses, y no esperar por la gente, sino salir a su encuentro en todos los escenarios posibles”.
Reverenciemos, pues, este 20 de octubre nuestra cultura, alma y escudo de la nación, y celebremos la corta aún, pero fecunda vida de este ejército de luz, que en todos los espacios que ya ocupa y los que aún debe abrirse, pero especialmente en y desde la escuela, ha de salvaguardarla y enaltecerla cada día.
( Con información de CMHW)
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