El 24 de febrero de 1895 no se dejó morir el espíritu libertario cubano
Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos Roberto Garaicoa
El 24 de febrero de 1895 es una fecha inagotable, porque la historia tiene sus caudales justamente en el futuro. Por ello, a 120 años del reinicio de las luchas libertarias, diversos intelectuales y académicos de prestigio de nuestro país repasaron, en la Mesa Redonda de este martes, la trama épica de Martí para que no muriera el espíritu libertario.
El Doctor Ibrahim Hidalgo refirió que el Apóstol nunca abandonó la idea de que era necesario arrancarle al colonialismo español la libertad de Cuba, todo ello en medio de un escenario donde había una tradición de lucha, pero faltaba la unidad. También previó que había que tener un proyecto de futuro después de la guerra.
Desde esa perspectiva, dijo, José Martí reparó en que había que ocuparse para lograr la integración de esa masa de esclavos a un proyecto nacional. Pero había divisiones entre los grupos diversos, y fue a través de los clubes revolucionarios que buscó a los hombres de buena voluntad, sin excluir a nadie.
“Abrió las puertas hasta a los anarquistas, a los que criticó fuertemente. Y ellos tuvieron que reconocer su razón. Había reuniones de todo tipo para la Guerra Necesaria. Pero una guerra requiere también de la sabiduría de los que tienen una experiencia militar y la personalidad que podía encabezar un aparato militar era Máximo Gómez, por lo que en la carta que le escribe Martí, le ofrece la rama militar del Partido. Y tuvo la sabiduría de antes de llegar a Gómez, de hacer una consulta a todos los militares graduados de las gestas independentistas, y hubo un voto mayoritario, porque el nombre de Gómez era prácticamente mágico”.
Martí logró la unificación de voluntades y de hombres, quedaba reunir el dinero suficiente para adquirir el armamento y organizar los barcos. De esta forma elaboraron un plan que le debe mucho al Plan Gómez-Maceo, con tres expediciones y el alzamiento.
El Doctor Yoel Cordoví añadió que el 24 de febrero fue la fecha indicada para quienes en Cuba estaban preparados para la guerra. “El Plan de las Fernandinas tuvo una serie de desajustes por lo que se tenía concebido. Cuando se da la orden de alzamiento a finales de enero del 95, hay una serie de contradicciones que impiden que se den de forma simultánea.
Antes del 24 de febrero, Julio Sanguily, Pedro Betancourt, Juan Gualberto Gómez… ya tenían información. Y lo planificaron el primer domingo de carnaval, por ello los españoles decían de forma despectiva que era un levantamiento carnavalezco, pero tomaron medidas y reforzaron la vigilancia.
El panelista destacó la hidalguía de estos hombres, y “aunque hubo aportes importantes la ausencia de materiales bélicos es lo que más los debilita en algunas zonas. Así se levantaron diferentes lugares. Sin embargo, se habló del Grito de Baire para darle un sentido autonomista al suceso. Pero en 1986 un autor español aclaró que las figuras principales en ningún momento se pronunciaron por la autonomía. Se trataba de una campaña para desmovilizar el levantamiento”.
En su opinión, la mayor grandeza de Martí en la organización de esta guerra fue su sabiduría para limar asperezas y aglutinar.
El Doctor Elier Ramírez agregó que se manipuló el principio independentista con el autonomismo, porque se trataba de una de las corrientes del siglo XIX, y es la versión más elaborada del reformismo. “El ideal autónomo que está en los ciclos reformistas, le debe su existencia a la guerra de los 10 años. Después de una revolución las cosas no quedan igual. Y nació no para servir de valladar, sino para atraer a la revolución”.
Martí buscó unir a todo el mundo e hizo gala de ese espíritu. “Trató de sumarlos, con una política de atracción, porque el autonomismo nunca llegó a ser un fenómeno de masas. Sin embargo, hay muchos autonomistas que se montaron en el carro de la revolución para lograr sus beneficios y quitarle la radicalidad a la guerra, mientras hubo otros que realmente se convierten en independentistas”.
Sobre el diseño que Estados Unidos elaboró para Cuba, dijo que fue una política de gravitación que se mantuvo en la guerra del 95. “Su lógica era que Cuba estuviera en las manos débiles de España hasta que pasara a las de ellos”.
“Estados Unidos se volvió impaciente después de todo el período de reconstrucción de la llamada Guerra Civil, fue a partir de ese momento que se empieza a ver en ellos rasgos imperialistas. Así se fueron convirtiendo en el principal mercado de Cuba y le ganaron el dominio económico a España sobre la Isla. Y adoptaron una falsa neutralidad frente a los asuntos de la guerra”, subrayó.
El Doctor Eduardo Torres-Cueva sostuvo que el 24 de febrero lo tenemos que ver como una revolución. “Martí fue muy cuidadoso en su aliento de desarrollar una República, en la que hubiera una conciencia ciudadana y militar. También no obvió el aspecto normativo de lo que iba a hacer, que ya tenía como precedente lo del 68 con Guáimaro. Su idea central era constituir la República con su Constitución, y dio una nueva visión de la República.
“La revolución del 95, además, formó parte de un ciclo latinoamericano, con Alfaro en Ecuador, los enfrentamientos en Colombia, en Costa Rica… Había todo un amplio movimiento en el cual la guerra de Cuba era decisiva, y se convierte en un referente. Es un momento de lucha trascendente, porque hay todo un flujo de lucha. En esta época, igualmente, ha pasado la reconstrucción de la Guerra Civil, y Estados Unidos desarrolla la teoría del poder marítimo, y para ellos la guerra de Cuba es una gran tentación”.
En su intervención ponderó que nuestra base política es la cultura, por ello el 24 de febrero tiene contenidos que no pueden desdeñarse para examinar nuestra realidad. “Hoy hay quienes defienden las corrientes anexionistas y autonomistas, pero tenemos un pueblo de profundo sentimiento independentista”.
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