En la definición del carácter de una nación, en la formación de sentidos, en la dimensión subjetiva de la existencia misma, tienen una fuerza extraordinaria todo lo que los intelectuales sedimenten en su hacer cotidiano, y si a esa categoría social se le imprime la pujanza, la irreverencia y el compromiso de la juventud, entonces se pueden lograr alcances mayores, que pueden ser colosales, si en el propio tejido institucional existe un núcleo que los aúne y los proyecte, y que los invite a recomponer fuerzas, aunque se frise la tercera década.

La Mesa Redonda de este lunes se acercó a otra polémica: la entrega del Premio Nobel de la Paz, recién concedido al organismo que destruye las armas químicas en Siria (OPAQ).

En la trama social cubana desconciertan (y mucho) las heridas que dejan a su paso los hechos vandálicos. No solo por las magulladuras que provocan en el patrimonio material de la nación, sino por las lesiones que también generan en la espiritualidad de este país, que solo podrá prefigurar su crecimiento con la antítesis de estas conductas.

El informante estadounidense Edward Snowden resultó sospechoso a la CIA ya en 2009, cuando trabajaba para el servicio secreto exterior en Ginebra, informa hoy el diario The New York Times.

¿De donde venimos según la información genética estudiada? ¿Es posible establecer con precisión los límites en el calor de la piel de los cubanos? ¿Tiene fundamento hablar en términos de raza? Estas y otras muchas interrogantes sobre el origen de la población cubana, según la información genética obtenida a partir de investigaciones del ADN, y su valor para otras disciplinas científicas, guiaron el panel de la Mesa Redonda de este miércoles.

Argentina, Venezuela y Brasil. Esos fueron los tres ejes del debate de la Mesa Redonda de este martes, a partir de los momentos más trascendentales que se viven en el escenario político de esas naciones y por las prolongaciones que tiene en el equilibrio de la región latinoamericana todo cuanto acontezca en ellas.