Hermanos Saíz Montes de oca, El camino de la eternidad
Antes de herirlo de muerte, una de las balas que estremecieron al pueblo, dañó para siempre el mecanismo del reloj que Luisito llevaba consigo aquella noche. Desde entonces, como fieles testigos de uno de los hechos más tristes que se recuerdan en Vueltabajo, sus manecillas se han mantenido marcando la hora exacta de la barbarie: 8:25 p.m.