Un grito por la independencia
A media mañana, Carlos Manuel de Céspedes le dio la libertad a su medio centenar de esclavos, gesto que imitaron otros propietarios presentes. Como «ciudadanos», se dirigió a los emancipados: «ese sol que véis alzarse por la cumbre del Turquino, viene a alumbrar el primer día de libertad. Los que me quieran seguir, que me sigan: los que se quieran quedar, que se queden. Todos seguirán tan libres como los demás». La mayor parte se incorporó a la sublevación.