A 60 años de la epopeya del Granma y tras el extraordinario homenaje que nuestro pueblo le ha rendido a Fidel, reconocidos historiadores cubanos valoraron el martes en la Mesa Redonda las lecciones históricas que emanan de la acción y el pensamiento del líder de la Revolución Cubana en estas 6 décadas.

José Martí escribió en el diario La Nación de Buenos Aires: “Los hombres se sienten agradecidos a los seres extraordinarios a los que le despiertan en el espíritu alarmado o aturdido la generosidad, el impulso expansivo, la comunión por lo eterno del universo, la nobleza redentora y deleitosa”. A uno de esas personas de los que los seres humanos se pueden sentir agradecidos estuvo dedicada la Mesa Redonda de este martes donde se vinculó la personalidad de Fidel Castro con los hechos ocurridos hace 60 años relacionados con el desembarco del Granma.

Fidel es un hombre que no se encasilló en un viejo modelo, o un solo modelo, sino que tuvo un pensamiento muy atento a las realidades. De ahí la gran capacidad que demostró para responder a cada uno de los momentos en Cuba y en nuestra región, afirmó el otrora comandante Fausto de la guerrilla venezolana de los años 60 del pasado siglo.

El líder revolucionario había llegado a México después de una breve estadía en Nueva York convenciendo a cubanos de la necesidad de derrocar a la tiranía del general Fulgencio Batista en la Mayor de las Antillas, que no caería por medios legales.

Dos generaciones, en códigos similares, hablan sobre Cuba, a propósito de este 2 de diciembre, aniversario 60 del desembarco del yate Granma. Es 2 de diciembre de 1956 y el expedicionario más joven del yate Granma, Arsenio García Dávila, comienza a desandar en una punta de mangle llamada Los Cayuelos, a dos kilómetros de la playa Las Coloradas.

Los muertos no son más que semillas, y morir bien es el único modo seguro de continuar viviendo, escribió Martí en el Periódico Patria el 30 de abril de 1892. Morir no es nada, morir es vivir, morir es sembrar. El que muere, si muere donde debe, sirve. En Cuba, pues quién vive más que Céspedes, que Ignacio Agramonte. Vale y vivirás. Sirve y vivirás. Ama y vivirás.