El honor de Cuba se salvó en Baraguá
En Mangos de Baraguá Antonio Maceo levantó la moral de los cubanos, como expresara Fidel Castro casi un siglo después.
En Mangos de Baraguá Antonio Maceo levantó la moral de los cubanos, como expresara Fidel Castro casi un siglo después.
El 18 de febrero de 1818 nace, en la ciudad heroica de Bayamo, uno de los patriotas más destacados de nuestra historia, Pedro Felipe Figueredo Cisneros, Perucho. Las notas de su Bayamesa, devenida nuestro Himno Nacional, hacen vibrar, 150 años después de la gesta que dio inicio a la Revolución, las fibras más sensibles del alma cubana.
La campana utilizada aquel 10 de octubre de 1868 para llamar al inicio por las guerras de la Independencia de Cuba repicó en el Cementerio de Santa Ifigenia. El padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, y la madre de la Patria y de los hermanos Maceo, Mariana Grajales, han pasado a ocupar un lugar relevante a la entrada del Monumento Nacional Cementerio Patrimonial de Santiago de Cuba.
A media mañana, Carlos Manuel de Céspedes le dio la libertad a su medio centenar de esclavos, gesto que imitaron otros propietarios presentes. Como «ciudadanos», se dirigió a los emancipados: «ese sol que véis alzarse por la cumbre del Turquino, viene a alumbrar el primer día de libertad. Los que me quieran seguir, que me sigan: los que se quieran quedar, que se queden. Todos seguirán tan libres como los demás». La mayor parte se incorporó a la sublevación.
De la trascendencia histórica de Carlos Manuel de Céspedes y Mariana Grajales y de la significación del traslado de sus restos hacia el área patrimonial central del cementerio de Santa Ifigenia donde se encuentran el Mausoleo a José Martí y el monolito con las cenizas de Fidel, disertarán especialistas e historiadores en la Mesa Redonda.
Hay nombres que de solo mencionarlos nos remiten a la estatura moral de esta nación o a la altura de los sueños de un país que encontró en ellos la fuerza redentora y sublime para cambiar sus destinos.