“Yo me voy a Pinar del Río”
La ciudad de tejas rojas, arquitectura neoclásica y elegancia helénica reluce ante la mirada curiosa de cualquier cronista. Hileras de portales marcan el curso de un río oculto bajo los cimientos de la villa. Siglos de historia son ahora rubricados por diseños minimalistas y restauraciones contemporáneas. La vieja fachada cambia en honor al título de ciudad que otorgara a Pinar del Río la reina Isabel II de España en septiembre de 1867.