La ciencia en Cuba es una necesidad social y cultural (+ Video)
Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
En Cuba, tempranamente, se entendió a la ciencia como una necesidad social y cultural para el despliegue de un modelo de desarrollo con mayores capacidades productivas e impacto en las diversas esferas de la cotidianidad del país. Por ello las historias del Instituto de Meteorología, del Censa y del Centro de Inmunología Molecular ilustran la proyección científica que, contra las limitantes económicas, se ha defendido hasta en las más arriesgadas circunstancias.
El Doctor Celso Pardo Alberti, director del Instituto de Meteorología, argumentó que el 12 de octubre la institución que representa cumplió medio siglo de fundada, lo cual evidencia la capacidad visionaria que se tuvo a la hora de fundar una entidad imprescindible para conocer los fenómenos meteorológicos que amenazan a la Isla.
Cincuenta años después cuenta con unos 1 414 trabajadores en todo el país, de los cuales el 40 por ciento son universitarios y en igual proporción son mujeres. Además, han realizado un importante aporte a las investigaciones vinculadas al cambio climático y a la meteorología.
En 1992, ahondó, a solicitud de la Academia de Ciencias de Cuba, se fundamentó una de las primeras alertas sobre los impactos del cambio climático a la humanidad. “Entonces hicimos una evaluación preliminar de sus efectos en el territorio nacional, de conjunto con otras instituciones. También se concibió un programa nacional que comprendió la ejecución de varios proyectos para mitigar esos daños.
“En 2007, destacó, se actualizó el programa de enfrentamiento al cambio climático y se hicieron estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo, e impacto en las zonas costeras… con alrededor de 350 expertos. Así fuimos trabajando, hasta concebir un programa de investigación de interés nacional sobre cambio climático. En 2015, se presentó su segunda comunicación nacional a la Convención marco”.
Entre los grandes aportes de estos esfuerzos, mencionó los inventarios del efecto invernadero y del calentamiento global; al tiempo que reconoció que se debe avanzar más en la evaluación económica del impacto del cambio climático, “porque son pocos los resultados en este sentido, y hay que encaminar cómo asimilar nuevas tecnologías a partir del conocimiento que existe en el resto del mundo sobre cómo contrarrestar sus efectos”.
El cambio climático, sostuvo, es irreversible, por lo que hay que explorar nuevas tecnologías que sean sostenibles en el tiempo y que sean apropiadas para el territorio nacional.
Las investigaciones, aseveró, ofrecen como resultado que nos enfrentamos a un clima más cálido y extremo. “La temperatura promedio aumentó. Hay que recordar que tuvimos meses muy calurosos, con 28 récords de temperaturas en 2015. Hay evidencias del ascenso del nivel del mar y son más frecuentes los eventos extremos: hemos tenido 8 huracanes intensos en este siglo.; e igualmente está el fenómeno del Niño, que aumenta la vulnerabilidad y los impactos son mayores”.
Resaltó como parte de la gestión valiosa de los científicos cubanos que integran este centro, que el Panel intergubernamental de expertos tiene científicos cubanos, a partir de lo cual la Isla ha prestado asistencia técnica en varios países de África y ha fomentado capacidades de manera más coordinada desde el conocimiento científico”.
Sobre las posibilidades de intercambio en esta materia con Estados Unidos, mencionó que “compartimos fenómenos meteorológicos similares, los cuales no tienen fronteras… Muchos eventos nos afectan a ambos y el intercambio científico favorece las capacidades de respuesta de ambos países”.
Karel León Monzón, vicedirector del Centro de Inmunología Molecular, resaltó en su intervención que la biotecnología se ha concebido bajo una nueva organización empresarial, BioCubaFarma, desde 2012, que unió la investigación y la producción de 32 instituciones con más de 20 mil trabajadores, de los cuales más de 7 mil son profesionales, y alrededor de 300 son doctores.
En su opinión, de esta manera se pretende aprovechar más el potencial científico formado, con la misión de impactar la salud pública cubana y generar recursos exportables con valor añadido. “Del cuadro básico de medicamentos, el 62 por ciento es producido en la Isla. Por ello es importante introducir en el país nuevas tecnologías de medicamentos y seguir impulsando estándares terapéuticos de primer mundo, porque contamos con las instalaciones y los profesionales para asumir la producción de estos”.
También la industria farmacéutica, reconoció, hace grandes aportes a la economía nacional, porque la actividad exportadora está conectada con la ciencia. “Muchos de estos productos que tienen propiedad intelectual protegida están introducidos en la producción nacional y tenemos control regulatorio mundial para exportar a terceros países”.
Explicó que el Heberprot-P, medicamento desarrollado en el CIGB que reduce el riesgo de amputaciones por la diabetes, fue el que más se exportó, pero además la innovación puede dar recursos por la negociación intangible. “Esta es otra fuente de recursos, porque los productos intangibles son necesarios para las empresas mixtas. Tenemos una en Beijing, en la que pusimos conocimiento y productos con cobertura de patentes, y las ganancias se repatrían a Cuba. En la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, en tanto, se promueve el desarrollo de empresas mixtas de este tipo”.
Comentó que la apuesta de invertir dinero en la biotecnología fue arriesgada, cuando en el mundo esta era apenas una industria emergente, sin embargo es algo en lo cual podemos seguir desarrollándonos porque tenemos mucho potencial científico. Y es una estrategia de desarrollo económico que ha demostrado ser viable. “Tenemos que arriesgarnos e invertir en la ciencia para seguir recogiendo frutos”.
El experto Karel Monzón hizo énfasis en que la historia de la biotecnología en Cuba también es una historia humana, de hombres y mujeres que aman la ciencia, y que han decidido compartir su tristeza y alegría y poner el fruto de su trabajo en función del bienestar del país.
Para la Doctora Ondina León Díaz, director del Censa, lo más valioso con que contamos en este sector es la alta potencialidad de los centros científicos, que han logrado un impacto importante a nivel internacional.
En el Censa, por ejemplo, se han obtenido y mejorado variedades, se han desarrollado novedosos bioproductos, y se han aplicado tecnologías para la reproducción y nutrición animal, así como se es igual de sistemáticos con la vigilancia ante la posible presencia de enfermedades que pueden causar un desastre sanitario.
En su criterio, estamos en un momento en el que es importante estrechar los vínculos entre las diversas instituciones, porque tenemos retos planteados como la convivencia de las diferentes formas productivas, el efecto del cambio climático, la disponibilidad de recursos naturales como el agua y los suelos, y el factor demográfico, con mayor tendencia al envejecimiento y a la sobrepoblación en el sector urbano. “Esto quiere decir que tenemos nuevos desafíos, que hay que generar cultura de cierre de ciclo en la agricultura y la ciencia, y eso puede ser al establecer una relación en la cadena de valor. Y es fundamental aplicar la innovación en el sector agropecuario”.
Refirió que la innovación es un proceso social, interactivo y sistémico. “Participan muchos actores: los productores, las universidades, las empresas, los gobiernos locales… y existen dificultades estructurales. Hay que perfeccionar la política de innovación del país y mejorar la gestión del capital humano, así como trabajar con intensidad en las innovaciones”.
Aludió a la exhortación del Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, quien señaló que tenemos que cerrar el ciclo entre la agricultura y la ciencia y agregar valor a lo que producimos, y favorecer la inocuidad de los productos que importamos, exportamos y los que consumimos, para lo cual disponemos de una red de laboratorios con ensayos acreditados.
Sumó que igual de trascendente es el tema de modificar los mecanismos de extensión agraria, la contratación, y que el productor sienta el beneficio de la ciencia. “Hay que producir abundantes productos que se necesitan y exonerar al país de las inversiones en alimentos. Tenemos capacidad y voluntad, y tenemos que ser capaces de tener nuevos resultados”.
El viceministro del Citma, José Fidel Santana Núñez, comentó que hay complejidades y los retos para lograr que la innovación y la ciencia sean un motor impulsor de la sociedad. “Llevamos dos años en función de reordenar las entidades de la ciencia y la innovación de manera estructural y funcional, en bien de la economía y la sociedad. Esto ha demandado mucho esfuerzo, porque se implican todos los actores, ya que este es un sector transversal, que no excluye a ningún otro. El proceso de innovación es complejo y tiene que ver con todos los actores de la cadena productiva”.
Con todo este empeño, apuntó, se está reorganizando el sistema de entidades del Citma, un mandato acordado en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución. “Así estamos enfocados en esos problemas y en solucionar las cuestiones y las barreras que frenan las fuerzas productivas”.
Sostuvo que hay que alinear los intereses de la sociedad, de la economía… “Toda acción, todo problema tiene que tener un enfoque científico, sino se aplica la metodología del acierto o el error”.
Subrayó que ya logramos un esquema favorable y exitoso con BioCubaFarma, que cierra el ciclo dentro de sus estructuras. “No obstante, puede haber otros modelos en los que el ciclo productivo se cierre en otras estructuras, porque no se pueden coartar los procesos en la cadena productiva. El camino es hacer sostenible el proceso de innovación y desarrollo científico”.
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