Historia de dos héroes guantanameros

Por: Manuel Alejandro Hernández Barrio

Emisión: 03/03/2017

Neureida Catá Mayeta, destacada pedagoga, ha recibido más de 20 condecoraciones estatales, ha sido 25 veces Vanguardia Nacional del sindicato de la educación, Heroína Nacional del Trabajo.

Maestra primaria de la escuela Omar Ranedo Pubillones de la ciudad de Guantánamo y máster en ciencias de la educación. Durante más de 40 años ha compartido sus labores docentes con la innovación educativa y la formación de nivel superior. Por sus valiosas contribuciones a las diferentes enseñanzas y su activa participación social, ha recibido numerosas condecoraciones estatales y la condición de vanguardia nacional durante varios años consecutivos.

“Soy maestra desde los 15 años”

– ¿Cómo fue?

“En el periodo 1971-1972 me presenté en un curso, porque yo siempre quise ser maestra. Con 15 años me incorporé a trabajar en una escuela primaria. He colaborado con la universidad en la carrera de Ciencias Naturales y Ciencias Informáticas. He formado maestros en cursos emergentes, como el de la escuela de maestros de la enseñanza primaria”.

– 23 condecoraciones, más de 16 condecoraciones estatales, incluido el título de Heroína Nacional del Trabajo, ¿Cómo lo logras, si hay maestros que dicen que no tienen tiempo para nadad?

“A parte de ser maestra yo soy miembro del Comité Provincial del Partido y cumplo con todas mis tareas y soy delegada de la Asamblea del Poder Popular. También pertenezco a la junta de la Sociedad José Martí en la provincia y por ahí tengo otras tareas”.

– ¿Cuántas horas tiene tu día?

“Incontables. A veces llego hasta las tres de la mañana preparando clases. Duermo en ocasiones solo dos horas”.

– La mayor parte de tus reconocimientos y condecoraciones las recibiste en el periodo especial. ¿Siempre en la Omar Ranedo?

“Yo trabajé en el municipio de El Salvador. Desde el 83 estoy en la Omar Ranedo. En ocasiones para ir a El Salvador nosotros teníamos que caminar unos 15 kilómetros. Yo nunca he cogido un certificado médico. Si me enfermo mis padres me curan en la escuela”.

– ¿Tus padres te curan en la escuela?

“Los padres de los niños. Yo salgo de mi casa con dolor de estómago o algo, y siempre resuelvo con los padres de la escuela”.

– ¿Los Mayetas son todos familia?

“Si, como no, y de maestros”.

– ¿Quién te inspira a ser maestra?

“Una maestra que tuve en primaria, Vilma. Ella está viva, siempre la visito. Ella vestía muy especial, siempre andaba arreglada y llena de collares. Tenía mucho cariño con todos y trataba a todo por igual”.

– Pero uno siempre escucha que los maestros están sobrecargados, ¿Cómo has podido con todo?

“El problema es que hay que trabajar con la familia, cuando uno trabaja con la familia, se siente maestro de verdad. Nunca se es mal atendido cuando uno disfruta lo que hace. Mi escuela es una escuela especial por el tratamiento que recibimos. Nuestras escuelas son muchas de principios de la Revolución, y conservan los ventanales originales”.

– En las escuelas de Guantánamo hay mucha limpieza.

“Figúrate que hay competencias entre las auxiliares. En los baños hay floreros. Ellas se recrean con sus baños. Los hemos declarado locales modelo. Por eso le he dicho que somos una escuela especial, por el colectivo de trabajadores”.

– ¿Nunca fuiste directora de escuela?

“Siempre se me propuso pero yo he colaborado, pero sin salir del aula. Donde me han necesitado, he salido, pero regreso”.

– ¿Y los recursos?

“Cuando no había tiza escribíamos con piedras calizas”.

– ¿Nunca se detuvo la escuela?

“Nunca. Los zapatos de los profesores los hacía un profesor de Educación Física que teníamos en la escuela. Yo conservo uno en la casa”.

– Y al mismo tiempo dos hijos y nietos. ¿Y tu marido?

“Bueno, él se fue y regresó”.

– Tienes innovación, medalla Lázaro Peña, ¿Cómo te has ganado esas medallas?

“Desde el aula lo he hecho todo. Se me hado por lo que he hecho desde el aula. Participo en festivales de clase, participo en todo tipo de evento. Hoy mismo salí de un Festival Provincial de Clases”.

– ¿Tienes alguna queja del sistema de educación?

“Los problemas de la educación son propios del maestro, que tiene que ser maestro, en la escuela, en la comunidad, en la cuadra, en el barrio. Hay que trabajar con las familias”.

– ¿Cómo han logrado sortear las condiciones en la escuela Omar Ranedo?

“Mi escuela permanece impecable porque nosotros tenemos que conseguir el agua, cuando no hay tenemos que molestar a los vecinos”.

– ¿Cuál es la mayor felicidad de Neureida como maestra?

“Que mis estudiantes aprendan, que sean como yo, que quieran ser maestros”.

– Se dice que has logrado atraer a los niños a convertirse en maestros.

“Mi fuerte es el tratamiento a los niños y los jóvenes. La juventud acude a mi cada vez que tiene un problema”.

– Yo creo que lo que te pasa es que tú te das, te entregas por completo.

“Sí como no”.

– ¿No has escrito algún libro?

“He escrito poesías, publico artículo, pero libros no”.

– ¿Cómo lograr que los niños estén atentos?

“Uno tiene que auto-prepararse y respetar el proceso, así se respeta uno mismo, y respeta a quien le está impartiendo el contenido. Uno tiene que compartir el contenido, no dictar”.

– Han logrado la participación del alumno a través de iniciativas de participación también.

“Siempre tenemos algún juego que ayude al alumno a enfrentarse a la nueva materia. Siempre debe haber algo que lo ayude a entender qué va a aprender y cómo lo va a aprender”.

– Y en el tema de los valores, ¿Qué defines como valores?

“Valores: todo lo relacionado con la sociedad cubana. A los alumnos los enseñamos a ser responsables con categorías de Cumplidor, Destacado y No Cumplidor. Para obtener la máxima categoría tiene que cumplir con valores como la unidad, la responsabilidad. Mis alumnos aman a Fidel, como yo lo he amado. Yo les enseño el concepto de Revolución diariamente. Y ellos son de quinto grado. Pero yo les doy seguimiento a mis alumnos, los tengo en séptimo, en noveno y en el onceno, a ninguno lo pierdo de vista”.

– ¿Cuántos años de trabajo?

“46 años de trabajo y 61 de vida”.

– ¿Y qué me cuentas de tu vida personal?

“Bueno a mi esposo le encanta que yo sea maestra. Él es económico”.

– ¿Cuántas Materias impartes?

“Ahora tengo Historia de Cuba, Educación Cívica y Lengua Española. Pero he rotado por Matemática, Ciencias Naturales, Geografía. Yo he rotado por todas las asignaturas”.

– ¿Cuál es tu principal orgullo además de ser maestra?

“La familia que tengo, la comunidad donde vivo”.

– Y va a llorar, ¿por qué?

“Porque yo nunca he hablado de mi”

– Estas Historias de Vida buscan enseñarle al país el rostro de las personas que lo sostienen. Cuando todo el mundo se cansa, siempre hay alguien que hala. Todo el país tiene que estar lleno de gente como tú.

– Tus alumnos te están mirando. Ellos dicen que tu bailas y cantas con ellos.

“Yo comparto con ellos la vida de ellos, ellos me pasan la mano por la cabeza, me quito el moño, ellos me maquillan. Ellos me ayudan a vivir”.

Título: El héroe de Cuito Cuanavale

Teniente coronel retirado Reginaldo Matos Leyva, (Maisí, 1958), orden al valor Calixto García, un héroe de Cuito Cuanavales. Formado como Camilito en la vida militar, desde muy joven cumplió misiones internacionalistas en Mozambique y Angola destacándose como artillero y asesor de tropas. Héroe de la legendaria batalla de Cuito Cuanavales. Tuvo una destacada participación en combates para la independencia de Angola, y Namibia, y el fin del Apartheid en Sudáfrica.

– ¿Cómo llegas a convertirte en el héroe de Cuito Cuanavales?

“Todo comenzó en el año 1987. Llegué formando parte de la unidad de tanques Baraguá. Yo era graduado de la escuela de cadetes Comandante Camilo Cienfuegos. Me gradué, recorrí por la cadena de mando. En el año 1987 yo era oficial de artillero en la brigada de tanques. Salimos una gran cantidad de unidades para Angola. Cuando estábamos en Angola se nos dio la misión de partir a Cuito Cuanavales en donde existía una situación muy difícil. Era necesario reforzar aquella zona. De la Baraguá fuimos cuatro compañeros”.

– ¿Ustedes iban a supervisar?

“Cuando llegamos a la zona de Cuito es que nos plantean la misión. Eran unidades de artillería de la FAPLA que tenían componentes cubanos, como jefes de pieza, apuntadores, nosotros íbamos como asesor jefe de esa agrupación. La agrupación eran pequeñas unidades, baterías mixtas”.

– ¿Ya habías cumplido 30 años de edad?

“Tenía familia, estaba casado. Dejé a mi hija más pequeña con un año. Y la mayor tenía cuatro años”.

– ¿Tenías noticia de que Cuito era la candela de aquel momento?

“Ya teníamos algunas noticias de lo que estaba pasando en Cuito, que era el lugar por donde más estaban insistiendo los sudafricanos con las tropas de la UNITA. Querían avanzar y tomar el aeropuerto. Cuando nos plantean la misión sabíamos que estábamos en una zona caliente. Ya habíamos cumplido misiones, pero no habíamos tenido combates de esa magnitud. Cuando llegamos allí empezamos a ver cañones, un combate de verdad”.

– ¿La guerra de verdad, la de las películas?

“No es lo mismo cuando uno llega allí y siente las cosas, un proyectil al lado, un herido, un muerto. Desde el primer momento uno siente miedo”.

– ¿A qué se parece el miedo?

“Provoca pensar en la muerte, en tu tierra, en la familia. Pero uno se recupera. Yo era jefe. Sentí miedo, pero reuní a los jóvenes y les dije que allí habíamos ido con dos javas, una para echar y otras para que nos echen, puede que alguno salga herido, pero tenemos que resistir y cumplir con la misión”.

– ¿Eso fue llegando a Cuito?

“Yo llegué el 22 de enero, y el cinco de febrero fue el hostigamiento muy duro. Nos atacabn con cañones G5, en ese momento no había Valquiria. Con esos cañones llegaban hasta a 40 kilómetros de sus posiciones. Nos atacaban mucho y a cada rato eran más precisos. Un compañero de tropas fue alcanzado por las esquirlas”.

– ¿Qué sentiste al ver a tus compañeros caídos?

“Un dolor tremendo. Vi heridos, quejosos, un compañero muerto que ya había cumplido su misión”.

– ¿Cuáles son las BM 21?

“Son descendientes de las Katiuskas. Son las que se ven en los desfiles”.

– ¿Cuán terrible es el ruido y la fuerza que desprende una pieza de artillería?

“Eso lleva 40 tubos por rampas. Esos pueden salir en 20 segundos. Crea un campo de calor inmenso. En la cabina solo el chofer y el que dirige el fuego. Hubo un caso en que los cristales de la cabina todos estaban reventados. A la hora de disparar tenían que esconderse debajo del timón, a veces me decían Capitán ya no puedo más, pero ellos nunca pararon, nunca dijeron no. Demostraron un valor inmenso, no había hora del día que ellos no respondieran”.

– ¿Cuántas medallas tienes?

“Tengo alrededor de 25 medallas. No caben en el pecho. Las seis medallas que portaba al regreso son la Medalla al Valor Calixto García, la Combatiente Internacionalista de Primera Clase, la medalla por la victoria Cuba-Angola, la medalla Héroe de Cuito Cuanavales, y el resto era de Servicio Distinguido”.

– ¿Cómo se gana la Medalla al Valor Calisto García?

“Por acción. Esa medalla al valor lo obtuvimos más del 50 % del grupo que yo dirigí. Fueron otorgadas por las misiones más importantes bajo el fuego enemigo. En una ocasión del 14 de febrero de 1988 hubo que hacer heroicidades. Personalmente tuve que dirigir un BM 21. Tuvimos que cumplir tres misiones en el mismo lugar. Tuvimos que cambiarnos de lugar nuevamente. Luego vino el combate del 23 de marzo, decisivo”.

– ¿Ese fue cuando acabaron con las famosas Valquirias?

“Con ellas acabamos antes. Hicimos una emboscada con BM 21 apuntando a los lugares donde teníamos las coordenadas de las Valquirias, que son parecidas al BM 21, con la misma movilidad, pero con más alcance. El día que ellos tiraron, las nuestras respondieron, eran alrededor de 8 o 10. Esa fue la última vez que se vio Valquirias por allí. No actuaron más por allí”.

– ¿Qué día ustedes celebran la victoria?

“El 23 de marzo es el día de la Victoria de Cuito Cuanavales”.

– ¿Cómo se sintió el capitán Reginaldo?

“Muy aliviado de tanto stress. A veces no tenía ni tiempo de pensar en la familia. Hubo que innovar. Sentimos ese día un alivio tremendo. Después nos relajamos un poco más, pero nos continuamos preparando”.

– ¿De ahí para Cuba?

“No, seguimos combatiendo. Nos tocaron algunas misiones ahí mismo en Cuito”.

– ¿En qué tiempo no regresó a Cuba?

“En Cuito vencimos el 23 de marzo de 1988, y llegué a Cuba el primero de diciembre del 1989. Después de Cuito fuimos a Menongue. Me tocó defender con artillería al último vuelo que salía con tropas cubanas para el norte, para la capital. Los últimos que abandonamos fuimos los artilleros”.

– ¿Cómo se siente en relación con sus compañeros?

“En Cuito el combate fue de artillería y aviación, que nos ayudó mucho. Cada vez que nuestros aviones se levantaban ellos se escondían, pero nuestra aviación los localizaba. A veces no veíamos al enemigo al que le disparábamos. La relación fue de hermandad entre todas las armas. Tuvimos la necesidad de apoyarnos unos a los otros. En Cuba, dentro de lo posible, nos encontramos”.

– ¿Cuántos años has servido al ejército?

“Estuve 39 años en la FAR. Toda la vida dedicado a la artillería. Estuve en Baraguá 14 años. Durante 13 años estuve al frente de la artillería de la Región Militar de Guantánamo”.

– ¿Usted nació en Guantánamo?

“Soy guantanamero, nacido en Maisí”.

– ¿Y su padre y su hermano también estuvieron en Angola?

“Mi padre fue combatiente del Ejército Rebelde. Cuando yo voy a Mozambique, él estaba en Cabinda. Después cuando yo estaba en Angola, cerca había un hermano mío en Menongue, y un tío mío en el norte por la capital, Luanda”.

– ¿Siempre pensó ser militar?

“No necesariamente, pero al entrar en los camilitos, me involucré en lo militar, y seguí para adelante. Fui ascendido por estímulo a Teniente Coronel, un honor para mí, en Rancha Taveras, donde ascendieron a José Martí a Mayor General, en el 1995, en el centenario de la muerte del Apóstol”.

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