El legado martiano del Partido Revolucionario Cubano (+ Video)
Por Manuel Hernández Barrio
Fotos: Roberto Garaicoa
Emisión: 14/04/2017
El pasado lunes 10 de abril se cumplieron 125 años de la fundación oficial del Partido Revolucionario Cubano, creado por José Martí para llevar a cabo su Revolución. El espacio televisivo Mesa Redonda del viernes 15 de abril estuvo dedicado a la impronta y la significación histórica que deja, para todos los tiempos, la fundación de esa organización política para la lucha por la independencia.
Al crear el PRC, José Martí dijo: “los partidos suelen nacer en momentos propicios”. Sobre el momento en que fue creado, las características del periodo, la estructura que le dio Martí para encausar la gesta liberadora que comenzaría, el doctor Ibrahim Hidalgo Paz, investigador del Centro de Estudios Martianos, recordó que “hubo 12 años de lucha durante la Guerra de los Diez Años y la Guerra Chiquita, un periodo en el que el momento el movimiento revolucionario se había fragmentado. Las ideas de Martí no alcanzaron el peso inmediato. El proceso fue largo hasta llegar al liderazgo que se concreta en 1892.
“Desde 1880 hasta 1982 Martí va ganando reconocimiento. Faltaba unidad revolucionaria, el principal problema que arrastraba el movimiento revolucionario cubano. El momento de 1884-1886 fue el de mayor auge, en el sucedía paralelamente el Plan de San Pedro Zula, o Plan Gómez-Maceo. Al mismo tiempo sucedían otras expediciones por otros lugares de Cuba. Esas diversas intenciones son las que Martí aprovecha para tratar de crear una organización tal, que superara esas divisiones que no son viables para lograr la independencia, y que además creara las condiciones para una república futura.
“El habla de lo que vendría después que sería una República libre, justa, con todos y para el bien de todos. La necesidad de la unidad y lo que pasaría después de lograda la independencia sería el principal tema en el que versaran sus largos discursos de este periodo. Su labor de convencimiento fue paciente y metódica, lo que logra que haya una línea de pensamiento acertado”.
El también académico de número de la Academia de Ciencias de Cuba, Hidalgo Paz, insistió que “el PRC era una organización político-militar porque tenía una rama militar. Martí cuando va a visitar a Gómez en su finca de República Dominicana le lleva un cargo que organizaba el ramo de la guerra.
“Las Bases del PRC tienen ocho artículos, en siete de ellos se menciona la palabra guerra: organizar la guerra en Cuba, una guerra generosa y breve, la guerra de espíritu y método republicano, la guerra que se ha de hacer, triunfo rápido de la guerra, recursos continuos y numerosos para la guerra, acelerar el éxito de la guerra. Es evidente que esa era una organización para garantizar el éxito de la guerra, no para participar en elecciones, ni hacer campañas.
“El PRC hace su vida política legal en los Estados Unidos, sin mencionar que las armas que estaban recopilando se iban a utilizar en contra de una potencia amiga de los Estados Unidos. Su vida política fueron los mítines para lograr la labor de convencimiento incluso en todos aquellos autonomistas que pasaban por New York.
“La rama militar del PRC era secreta. Respecto a ello hay un libro de obligada lectura que fue Misión a Cuba de Castellanos, que cuenta como se crearon redes secretas dentro del país. En ese momento el sur de Oriente era una zona capitaneada y dirigida por Antonio Maceo. El Oriente completo respondía a los Maceos. En la zona central de la isla estaba Serafín Sánchez y Carlos Roloff. La isla estaba permeada de movimientos. Lo que determina que, el 24 de febrero, se realizaran alzamientos en toda la isla. No es casual que Martí se dirige primero a los generales, Máximo Gómez en República Dominicana, y de ahí va a Costa Rica a entrevistarse con Maceo.
“Un principio que Martí deja claro desde el principio es que el partido dirigiría la guerra, y que luego del logro de la independencia, sería el pueblo quien determinaría el gobierno de la república. Sobre esa idea de república, Martí siempre esclareció que la unidad de pensamiento en ningún modo quería decir la sumisión del pensamiento. En su concepción democrática de país sabía que existía una diversidad de criterios anexionistas, autonomistas. Martí dejó muy claro que lo que necesitaba Cuba era una República Popular.
“Una vez lograda la independencia habría elecciones, se elegiría a un gobierno que respondiera a la mayoría y las leyes que ese gobierno cedería serían las que estuvieran en función del desarrollo del país. Ese es un gobierno popular.
“Ángel Peláez organiza la primera visita de Martí a Cayo Hueso. Allí hubo un patriota que dijo que daba dinero para comprar armas, pero no para traer aquí a oradores. Quiere decir que la migración también estaba dividida. Por Martí todas las migraciones conocieron el pensamiento unitario que se gestaba. Eso fue fundamental, por la necesidad de comprar armas, de dinero, de avituallamientos. Todo fue incautado por el gobierno norteamericano”.
En el tercer artículo de las bases del PRC se señalaba: “se reunirá a los elementos de Revolución hoy existentes y allegará sin compromisos inmorales con pueblo u hombre alguno cuantos elementos pueda a fin de fundar en Cuba por una guerra de espíritu y método republicanos una nación capaz de asegurar la dicha durable de sus hijos y de cumplir en la vida histórica del continente los deberes difíciles que su situación geográfica le señala”.
En el cuarto artículo dice: “fundar en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre y de sincera democracia capaz de vencer por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud”.
Viendo desde su dimensión cultural al PRC, la doctora Ana Cairo Ballester, profesora titular de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, académico de número de la Academia de Historia de Cuba, analizó que “las lecciones que nos deja tienen hoy importancia estratégica. Martí es un revolucionario moderno. Al día de las tendencia políticas y culturales que se desarrollaron después de la Revolución francesa. Fueron las revoluciones europeas después de 1848 quienes validaron a aquella Revolución Francesa.
“A partir de 1848 las revoluciones tienen un modo cultural. Las revoluciones tienen música, poesía, periódicos, tienen sus propios mitos. Se construyen un linaje. Una buena parte de los intelectuales cubanos estuvo en Francia, no solo de turistas, sino para estudiarla. Céspedes une la Revolución del 68 a periódicos, a veladas de poesía, a la masonería. Céspedes construye una logia a la que llamó Independencia. Estaba consciente de que había que proyectar una República Nueva, lo que suponía una modernización cultural, una renovación del pensamiento.
“En Bayamo Perucho Figueredo construye el Himno. Las mujeres se visten de abanderadas y van cantando por toda la ciudad. Eso es un sentir popular. Durante la Revolución del 68 se movilizó a una época. Martí escribe durante esa época el Presidio Político, eso es hacer cultura revolucionaria. Cuando Céspedes escribió un Diario, o le envió una carta al secretario de estado de Estados Unidos, eso fue cultura revolucionaria.
“Martí hizo historia oral. En los actos del 10 de abril Martí tiene un texto precioso que es la narración de lo que sucedió en Guáimaro. Estimuló que no se perdiera la historia. Para estudiar el 95 hay que estudiar todo lo que sucedió antes. En el proyecto cultural de Martí una idea clave es la trans-espacialidad. Cuba está en cada una de las migraciones. Y Martí quería que se recordara a Cuba en todas partes.
“En el texto Vindicación de Cuba, Martí habla de una Cuba transterritorial. Cuba es donde quiera que allá cubanía. La nación cubana es más que un territorio. No hay un solo modo de ser cubano. Hay muchos modos de querer a Cuba y de sentirse revolucionario.
“El PRC se crea en 1892 pero desde antes existía como idea. La cultura supone también un proceso de descolonización. El que fue esclavo tiene que ser asumido en una cultura donde dejaría de ser esclavo. Las personas no cambian su pensamiento porque cambie algo. Su concepción tiene que ser educada para que cambie su pensamiento.
“La cultura republicana es un proceso. Tiene que haber una cultura de ciudadanía. Ese es uno de los puntos flojos de la sociedad cubana hoy. La cultura de ciudadanía cambia la sociedad, y el ciudadano constantemente se tiene que ajustar a esos cambios. Cultura de la ciudadanía es de la educación. En el 68 se alfabetizó. Se alfabetiza de muchas maneras. Hay que alfabetizar los códigos de la ciudadanía, eso se llamaba antes moral y cívica, y ahora la quieren llamar cultura de valores.
“El PRC fue un proyecto de cultura ciudadana. Martí tuvo la capacidad de integrar lo hecho. No despreció el aporte de nadie, incluido a los autonomistas. Ramón Mesa era autonomista, Heredia, Varela, fueron autonomistas. Martí los usó a todos. Manuel de la Cruz sale de Cuba a trabajar, y Martí en New York se lee el libro Episodios de la Revolución Cubana.
“Hay que leer El teniente Crespo, el 10 de abril. Ficciones construidas por José Martí. Eso es muy importante. Martí forma la cultura antimperialista, que para él no quiere decir ser enemigo de nadie, sino ser enemigo de una forma de gobierno. Las guerras de independencia del cono sur gritaban ¡Abajo los gachupines! En Cuba la guerra se hizo contra la monarquía española, contra el colonialismo, no contra las personas.
“La cultura republicana cubana es universal, humanista, es la de la justicia, es la popular. Martí escribió el poema ¡Bien!, yo respeto. Esos son valores republicanos unidos a las ideas de independencia y de anti-esclavismo”.
El PRC deja lecciones para nuestra revolución de hoy. El doctor Yoel Cordoví Núñez, vicepresidente del Instituto de Historia de Cuba y académico de número de la Academia de Historia de Cuba explicó que “el 21 de diciembre de 1898 Tomás Estrada Palma disuelve el PRC, un hecho que forma parte de un proceso multicausal. El sustituto declarado delegado plenipotenciario. Después de Jimaguayú muchas fueron las organizaciones creadas en la migración, en donde no solo comienza a trabajar el PRC, también la Delegación Plenipotenciaria, que responde al Consejo de Gobierno.
“En todas las actas del Consejo de Gobierno entre 1895 y 1898 en ningún momento se menciona al PRC, sino a la delegación plenipotenciaria. En un momento se transforma uno de los estatutos para que el delegado del PRC no fuera elegido por los Clubes sino por el Consejo de Gobierno.
“En Tampa, Cayo Hueso y Nueva York no se produjeron conflictos de gran interés. Los conflictos comienzan donde llegan los enviados del Consejo de Gobierno que se creían dueños de determinadas potestades. Incluso en las localidades donde no existían clubes las propias agencias de la delegación plenipotenciaria actuaron para crear clubes del PRC.
“En México existieron clubes que se negaba a presentarle información al presidente de Consejo, sino que informaban directamente a Estrada Palma y al tesorero Benjamín Guerra. Esas contradicciones son evidentes en la migración cubana.
“En mayo de 1896 Valeriano Weyler aprueba un edicto que prohibía la comercialización del tabaco en rama a Estados Unidos. Eso obstaculizó el financiamiento de la revolución. Se dejan de publicar periódicos. Se comienzan a disolver los clubes. Comienza a aparecer en 1898 dos tendencias muy bien articuladas: una que plantea la disolución del PRC, y otra que lo quiere mantener. La que plantea mantenerlo se subdivide también, una que pide mantenerlo desde Estados Unidos hasta tanto se sepa el destino de la República soberana y otro que plantea mantenerlo, pero para llevarlo a la isla se tenía que convertir en un partido de poder electoral, para lo cual el partido no surgió.
“La disolución del PRC tiene lugar en medio de un proceso de desintegración gradual en el 1898, pero acelerada en 1899, de los principales órganos de la revolución”.
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