Conozca las novedades de los protocolos sanitarios que aplica Cuba para enfrentar la COVID-19
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Al cierre del 31 de diciembre de 2020, habían resultado positivas a la COVID-19 en Cuba, 12 056 personas. Hoy esa cifra asciende a 36 595. De enero a la fecha la cifra de contagios superó el acumulado de casos de todo el año 2020 y un mayor grupo de pacientes llegó a estados graves y críticos.
En los últimos 15 días mantienen los indicadores más elevados las provincias de La Habana, Guantánamo, Santiago de Cuba y el municipio especial Isla de la Juventud.
Para ofrecer información actualizada sobre los protocolos sanitarios que se aplican en el país para enfrentar la COVID-19 y las acciones que desarrolla el sistema de salud, comparecen este viernes en la Mesa Redonda autoridades del Ministerio de Salud Pública (Minsap).
Ileana Morales: Hemos investigado y aplicado el resultado de esa investigación
La doctora Ileana Morales Suárez, directora nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica del Minsap, comenzó su intervención en la Mesa Redonda refiriéndose a la creación, hace un año, del grupo de trabajo para el enfrentamiento a la COVID-19, “un grupo relativamente pequeño que no pasaba de unos pocos proyectos el primer día”.
“Ha sido un año largo de trabajo, pero también muy inspirador. Nos ha dejado muchas enseñanzas y nos sigue dejando lecciones aplicables a la COVID-19 y adaptables a otras situaciones sanitarias”, comentó.
Morales Suárez dijo que este grupo mantiene, al menos, una reunión diaria, “siempre que sea necesario”, y aseguró que los científicos siguen pensando nuevos proyectos.
A propósito de celebrarse este jueves el Día de la niña y la mujer en la ciencia, la doctora comentó que ha sido muy significativo la cantidad de científicas, profesionales de la Salud y otras trabajadoras que han hecho posible todo tipo de proyectos relacionados con la COVID-19.
“Casi el 70% de los proyectos de todo tipo que hemos desarrollado para el enfrentamiento a la pandemia están liderados por mujeres”, ilustró la experta.
Sobre el trabajo del equipo en este año de creado, la directora nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica del Minsap subrayó que ya superan los 900 proyectos. De ellos, el Comité de Innovación ha liderado 201 de carácter nacional, el resto los desarrollan territorios e instituciones.
Asimismo, continuó, superamos las 500 publicaciones, de ellas casi 100 en revistas internacionales. “Esto da la medida de que hemos investigado y aplicado el resultado de esa investigación”.
Igualmente son más las 10 autorizaciones sanitarias de productos que se encontraban en estudio y casi 40 plataformas informáticas de apoyo a la gestión epidemiológica, “lo cual pone al país en una situación más favorable y con más facilidades para manejar la COVID-19 y otras enfermedades”.
La doctora hizo referencia a la sexta versión del protocolo, el cual —anunció— durará muy poco, “pues ya tenemos un grupo de ensayos clínicos que nos llevarán a en menos de dos meses alcanzar el séptimo protocolo”.
De este protocolo transitorio, sobre todo de gestión y organización de temas imprescindibles, se pasa a otro, con nuevas características, argumentó.
Al ofrecer una actualización sobre la situación internacional, Morales Suárez contabilizó que el mundo apenas alcanza el 73% de recuperados y tiene casi 14 000 casos por millón de habitantes, así como 305.5 fallecidos.
Cuba, por su parte, está en 22 fallecidos por millón de habitantes, “tema que trabajamos con mucha fuerza. La variable de personas infectadas y la de personas que llegan a estadios graves y críticos son aquellas a las que les prestamos más atención y, por tanto, las características de este protocolo”.
La experta recordó que el protocolo uno, basado en la experiencia de China, duró apenas 20 días; el dos y el tres (un poco en la de Italia) de 15 a 20 días. “Era una etapa donde se actualizaba mucho, buscábamos nuevas experiencias”.
Al principio de la pandemia se atendieron en las terapias intensivas un 25% de los pacientes, pues habían muy pocos. Luego se estabilizó en 6.9%, llegando a junio. Con el protocolo cinco fue un periodo largo, donde este indicador bajó a alrededor del uno por ciento.
Ahora con este rebrote, prosiguió la experta, mientras más pacientes infectados, por supuesto que crece la cantidad de graves y críticos en números absolutos.
En cuanto a la letalidad, especificó que fue disminuyendo de 4.7 en marzo a 0.5 en enero, por la efectividad del protocolo. En septiembre, por ejemplo, que se registró 1.2 fue debido al rebrote que hubo y a temas puntuales explicados con anterioridad en la Mesa Redonda, puntualizó.
Mientras más casos confirmados haya, aún cuando el número crezca en términos absolutos, lógicamente la letalidad baja. “Pero en términos de protocolo esa estadística demuestra la efectividad del mismo”.
“Esta cifra favorable no quita que nosotros estemos desvelados todos los días por seguir buscando medidas que robustezcan, y quiten pacientes graves y críticos”, aseguró.
La mortalidad, por otro lado, es acumulativa y Cuba tiene una de 1.76 por cada 100 000 habitantes, “la cual ha ido creciendo y debemos aplanar”.
Tratamiento a sospechosos: Novedades del protocolo cubano
Una gráfica de la Universidad Johns Hopkins muestra que Cuba, con respecto al mundo, tiene una situación favorable en cuanto a letalidad y mortalidad.
La directora nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica del Minsap informó sobre los cambios que contiene el nuevo protocolo y uno de ellos tiene que ver con los sospechosos. Los de bajo riesgo, recordó, van a un lugar, donde se les vigila y reciben un tratamiento. El de alto riesgo, a su vez, se traslada a hospitales a recibir el protocolo establecido.
Para ganar tiempo, el cambio fundamental es que todo sospechoso que resulte positivo a un test de antígeno comienza inmediatamente a recibir el Interferón. “Una hora es importante. 10 mucho más y 24 importantísimas. Hay que ganar en tiempo”, expuso.
“Si luego el PCR diera negativo, se le retira el tratamiento y vuelve a su casa. Este cambio, que ya se ha introducido en los últimos días, nos da tiempo y oportunidades. Se introduce al paciente en un esquema que nos adelanta a los tiempos”.
El otro cambio en cuanto a los sospechosos es que aquel de alto riesgo, si presenta algún síntoma que haga suponer de inflamación, recibe de igual modo el Interferón y además, la Itolizumbab o Jusvinza.
La experta ejemplificó que en Morón y Pinar del Río, donde ya se ha venido experimentando este protocolo, hubo sospechosos que luego no fueron positivos a la COVID-19, pero que igualmente el tratamiento resultó efectivo “porque tenían una enfermedad con igual mecanismo de tormentas de citocinas e iban a agravar y posiblemente a morir”.
Morales Suárez señaló que el principal cambio es transitar al paciente de alto riesgo. “En otro momento nos referíamos al paciente moderado de alto riesgo hasta el protocolo número cinco, donde las clasificaciones de los pacientes eran: asintomático, sintomático, grave y crítico. De ahí que el cambio fundamental es que se introduce una nueva clasificación en el paciente: asintomático, sintomático, alto riesgo que tiene mayor probabilidad de transitar a la gravedad, y el grave y crítico.
“Es en esta última clasificación es donde va a centrarse toda la mayor atención del nuevo protocolo”, insistió.
La doctora explicó que hoy el paciente asintomático y sintomático leve se tienen en un tipo de centro, mientras los sintomáticos moderados, los de riesgo y los pacientes graves y críticos, en otro. “Pero un asintomático que sea de alto riesgo, tiene que ir a esa sala que vamos a crear, porque es la garantía de que este protocolo que pone el énfasis en ellos pueda ser efectivo”.
Consideró que este es un cambio en el que en coordinación con las instituciones de salud, los directivos y la cadena de clasificación de los pacientes, se está insistiendo. “No nos puede quedar en un centro de asintomáticos o sintomáticos leves un anciano que tenga alguna enfermedad crónica descompensada como cardiopatía, diabetes, entre otras, pues le corresponde estar en una sala de alto riesgo, pues es conocido que que puede transitar a formas más graves de la enfermedad”.
En el nuevo protocolo se perfeccionó la definición de “alto riesgo”, considerada como un grupo decisivo para desacoplar la incidencia de la mortalidad.
¿Qué características deben tener esas salas donde se ingresarán los casos que no se encuentran graves pero tienen alto riesgo? Son salas, dijo, que se caracterizan por una mayor vigilancia.
Otro de los cambios introducidos en el protocolo es la apuesta a los interferones cubanos como terapia fundamental para los asintomáticos y sintomáticos leves.
“En el caso de los sintomáticos moderados o de alto riesgo, cuando se encuentre en esa vigilancia intensiva y empiece a tener síntomas y signos que indiquen que transitará hacia una inflamación, distrés respiratorio u otra complicación, existirá la posibilidad en esa sala de poder administrarles Itolizumab o Juzvinza, antes de que lleguen a una unidad de cuidados intensivos”.
La directora nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica del Minsap expuso que si bien en los últimos días se ha tenido una proporción inversa de sintomáticos y asintomáticos, en todo el transcurso de la epidemia en el país, cerca del 60% ha sido asintomáticos y 40% sintomáticos, y entre el 5 y el 15% de ese total, es el que se identificado que son de alto riesgo.
“Los directivos deben tener en cuenta esta proporción para saber cuántas camas se están destinando a esta vigilancia. Puede ser que en una provincia se necesite un 7%, mientras que en otro territorio u hospitales esa proporción sea un 20%. Hay instituciones en La Habana, por ejemplo, que atienden a personas de mayor edad, por lo que tienen alto riesgo y deben disponer de más camas”, argumentó.
En la historia de la enfermedad en Cuba, entre el 2,5% a 3% de cada 100 personas que se contagian puede pasar a graves o críticos.
Heberon-interferón, medicamentos con muy buenos resultados
Al intervenir en el espacio televisivo, el Dr. C. Hugo Nodarse Cuní, jefe del departamento de Investigaciones Clínicas del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, habló sobre el impacto del uso del interferón y cómo el trabajo en el grupo de ciencia se ha ido perfeccionando durante toda esta etapa.
“Este grupo de ciencia se creó hace un año, pero también hace un año que la OMS declaró a la enfermedad por el nuevo coronavirus como una pandemia. Durante todo este tiempo se ha ido generando mucha información sobre el virus y sobre la enfermedad que este provoca, la COVID-19.
“El desarrollo de una pandemia en un año, es un tiempo epidemiológico muy corto, por lo cual el nivel de conocimientos que se vaya generando se convierte en una divisa muy importante en la llamada gestión del conocimiento; elemento último que podemos destacar como evidencia en el trabajo del Grupo de Ciencia, integrado por numerosos profesionales de disímiles instituciones en su mayoría jóvenes”, subrayó Nodarse Cuní.
También destacó el quehacer del Comité de Innovación, que exige un trabajo arduo cada semana para exponer las mejores evidencias en el grupo de expertos y científicos.
La gestión del conocimiento se basa en tres pilares fundamentales: el conocimiento académico; el salubrista, que lo aporta el sistema de salud pública mediante sus instituciones, especialistas médicos y personal de enfermería, y el conocimiento de la industria químico-farmacéutica que aporta los medicamentos para combatir a la enfermedad en sentido general.
Esa integración, acotó Nodarse Cuní, se ha visto reflejada en la evolución de los protocolos, hasta llegar a la versión 6. “Desde la primera versión hay tres premisas básicas que se mantienen: evitar que la persona se contagie, si ya está enferma que no evolucione hacia estadios graves de la enfermedad y si ello ocurre, pues que la persona pueda sobrevivir y se recupere”.
El jefe del departamento de Investigaciones Clínicas del CIGB subrayó la importancia de disponer de medicamentos producidos por la biotecnología cubana, “lo cual nos da soberanía a la hora de hablar del protocolo, pues prácticamente todo los medicamentos que se utilizan tienen su origen en la industria biotecnológica del país o en su industria químico farmacéutica”.
El protocolo tiene dos líneas fundamentales de trabajo, la profiláctica y la terapéutica y el objetivo fundamental, dijo, es demostrar a partir de la integración de los conocimientos que la cronología y sincronismo en el uso de los medicamentos es lo que llevará al éxito en la atención y recuperación de los pacientes.
“Ello significa que hay que usar los medicamentos en el momento que tocan”, acotó.
“El conocimiento científico ya tiene muy bien establecido que la enfermedad tiene tres etapas bien definidas y para las cuales hay que utilizar medicamentos específicos, porque en otros momentos no tienen el mismo efecto beneficioso.
“Es importante usarlos en el momento indicado y la continuidad o sincronismo entre estos para no perder el control sobre la enfermedad y garantizar la recuperación de los pacientes”.
Al referirse a la línea profiláctica, el especialista indicó que desde los primeros momentos se comenzó a utilizar los medicamentos ya establecidos en el sistema, como la Biomodulina T, que se aplicó con excelentes resultados en todos los hogares de ancianos del país y hoy se continúa utilizando.
Otro de los fármacos es el factor de transferencia, que produce el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, y que es muy conocido entre la población pediátrica por ser la que más lo utiliza. “Esta población ha sido justamente la benefactora de este producto, sobre todo niños que tienen una inmunodeficiencia incorporada”, dijo.
Ambos fármacos están dirigidos a poblaciones de riesgo, especificó y comentó sobre una de las formulaciones de interferón: el nasalferón, diseñada para administrar interferón por vía nasal. “Dicha formulación se comenzó a utilizar por la situación de pandemia que tiene el país, y recientemente adquirió el autorizo de uso en emergencia que concede la autoridad reguladora nacional: El Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos, Cecmed·.
La tercera modalidad profiláctica, explicó, es el avance de los estudios clínicos con los cuatro candidatos vacunales, “que continuarán su curso porque los resultados hasta la fecha son promisorios”.
En el ámbito terapéutico, Nodarse Cuní señaló que el sistema de salud tiene la ventaja de contar con tres formulaciones de Interferón desarrolladas íntegramente por científicos y la biotecnología cubana.
“Son formulaciones muy bien establecidas. Cuarenta años cumple el interferón en este 2021, pues se produjo por primera vez en Cuba en 1981, cuando era una novedad en el mundo y se trataba fundamentalmente de interferón leucocitario, obtenido a través de donaciones de sangre. En el año 1986 se crea el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, y hoy hablamos ya de interferón recombinante”.
El experto dijo que no es la primera vez que el interferón se utiliza para combatir una epidemia. El 28 de mayo de 1981, recordó, es la fecha exacta de la producción del interferón por primera vez en Cuba, y poco tiempo después ocurrió la gran epidemia de dengue hemorrágico.
“El interferón fue una de las alternativas terapéuticas que se utilizó y nos ayudó a que no tuviera consecuencias más graves esta epidemia, sobre todo en relación a la mortalidad de niños. No es la primera vez que el interferón sale airoso en una contingencia de salud”.
De ahí, la seguridad sobre un producto con demostrada eficacia, “pese a que el mundo no lo utiliza quizá tanto como Cuba”.
El manejo fundamental del protocolo cubano basado en el interferón es la inmediatez, es decir administrarlo lo antes posible. “Este criterio se basa en tres líneas que se mueven de forma paralela: la enfermedad per se, cuando la misma debuta en el individuo mediante sintomatología; línea que tiene que converger con el inicio del tratamiento.
“Está demostrado que cuando el interferón se aplica a tiempo, los beneficios se pueden obtener tan rápido como en 24 horas, prácticamente con una dosis el interferón garantiza que la carga viral comience a disminuir. Según se aumenta la dosis dicha carga viral sigue bajando, lo cual permite al paciente recuperarse”.
Nodarse Cuní señaló que hay evidencia de que la primera causa de que el paciente no tenga una respuesta favorable a la enfermedad y termine en una etapa hiperinflamatoria con necesidad de cuidados intensivos, es una carga viral no controlada en el sujeto. “Por tanto, el uso del interferón es lo que nos garantiza ese resultado”.
El Heberon alfa (interferón convencional), el HeberFERON (combina el interferón alfa con el interferón gamma en un solo vial) y el Nasalferón son las tres formulaciones de interferón con las que Cuba cuenta hoy.
“El coronavirus persé, lo primero que ocurre es la entrada a la célula y el establecimiento de la infección viral en el organismo, y los coronavirus precisamente se valen de su capacidad para reducir la cantidad de interferón que nuestro sistema inmune puede producir para combatir el virus, incluso de disminuir la capacidad del interferón como proteína o medicamento para ejercer su efecto antiviral.
“De ahí que siendo esta una de las razones de establecimiento del coronavirus, y teniendo interferón disponible para administrar a los pacientes, es esta la acción terapéutica con mayor prontitud para elevar los niveles de interferón, hacer más competente el sistema inmune y lograr que el interferón —demostrado con toda la evidencia científica su efecto antiviral— ejerza ese efecto en la etapa antiviral de la enfermedad”.
Tratamiento para el paciente grave y crítico
La Dra. C. Tania Crombet Ramos, directora de Investigaciones Clínicas del Centro de Inmunología Molecular, explicó que el cambio trascendental de la nueva versión del protocolo consiste en crear las salas de vigilancia intensiva, con el objetivo de adelantarse y anticipar qué paciente puede hacer una evolución tórpida.
En esas salas, dijo, el paciente tiene una atención más diferenciada desde el punto de vista del número de especialistas que están entrenados en el manejo de la COVID-19, no solo médicos sino personal de enfermería, así como con más recursos de laboratorio clínico y radiología, “un seguimiento más estricto”.
“Ahí estarán los pacientes que tienen más propensión a tener una evolución no favorable: la población más envejecida (la de más de 65 años) y la que tiene enfermedades asociadas.
Crombet Ramos abundó que hay un grupo de enfermedades asociadas (las comorbilidades) que, según la experiencia internacional y la investigación de Cuba, se ha correlacionado con los mayor probabilidad de hacer una evolución no favorable: cardiopatía isquémica, hipertensión no controlada, insuficiencia renal, diabetes mellitus, las neoplasias malignas y las enfermedades respiratorias crónicas.
“Por tanto, independientemente de que el sujeto esté asintomático, el paciente ya confirmado, tiene que ir en esta sala con una mayor vigilancia para adelantarnos en los tiempos”.
En este tipo de pacientes, añadió, se emplean el tipo de moléculas antiinflamatorias (Jusvinza e Itolizumab) que son innovadoras de la biotecnología, pues la intención es, cuando aparezca la primera molestia o signo de inflamación, instaurar precozmente el uso de estas moléculas.
De acuerdo con la especialista, el protocolo del paciente grave o crítico sí prevé el uso de estas dos moléculas y mantiene en estos pacientes el uso de los inflamatorios y el esteroide, entre otros. “Realmente el gran cambio que tiene el protocolo es la identificación del paciente de alto riesgo, o sea, la vigilancia intensiva independientemente de la severidad de los síntomas al momento del diagnóstico y la identificación, muy a tiempo, de que se está instaurando una inflamación exuberante.
En este caso, prosiguió, el paciente tiene un seguimiento desde el punto de vista clínico y radiológico, que permiten identificar a tiempo si hay alguna complicación radiológica, y los signos de alarma de laboratorios, es decir, las evaluaciones convencionales que se hacen, pero sobre todo se mide la relación entre el porcentaje de neutrófilos y de linfocitos.
En este tipo de paciente se instaura el tratamiento antiinflamatorio, especificó Crombet Ramo y añadió que en el caso de Jusvinza es una molécula que tiene un excelente perfil de seguridad y datos clínicos muy buenos, y se ha consolidado en la COVID-19, no solo en pacientes graves o críticos, sino en las salas de alto riesgo.
El uso de Jusvinza, aseguró, ha repercutido en la disminución de pacientes que pasan a graves y críticos, con una alta tasa de recuperación. “En el caso de los pacientes moderados de alto riesgo, la tasa de recuperación es prácticamente del 100% y en la unidad de cuidados intensivos es también muy alta en más del 80%”.
Por otra parte, agregó, el uso de la molécula Itolizumab se ha consolidado en pacientes de alto riesgo moderados y en el grave, en Cuba y en miles de enfermos en la India.
“Los datos de Cuba y la India son semejantes, tenemos una tasa de recuperación del paciente moderado y grave de más de un 93%”.
Si bien la tasa de letalidad es baja, “no nos sentimos satisfechos. Sabemos que el número de fallecidos se ha incrementado en consonancia con el aumento de la incidencia. En los meses de enero y febrero tenemos más pérdidas de vidas humanas como consecuencia de la COVID-19”, lamentó.
“La letalidad de forma acumulada está en 0.7 y en el mes de enero en 0.5., no nos sentimos satisfechos y sabemos que tenemos que seguir trabajando con nuestros clínicos”.
La especialista valoró que el objetivo principal en lo adelante está en la correcta implementación de la sexta versión del protocolo, así como en crear todas las condiciones para que las salas de vigilancia intensiva funcionen bien y seguir introduciendo moléculas inmunomoduladoras que permitan proteger a la población vulnerable.
Ratificó el gran compromiso del sector. “Vamos a seguir entregados mientras haga falta, porque no hay descanso, seguimos en la batalla”.
Unos 31 niños han estado en las unidades de cuidados intensivos por la COVID-19
La Dra. Lissette López Gonzalez, jefa del Grupo Nacional de Pediatría, comenzó su intervención destacando el papel de la biotecnología y la epidemiología en el enfrentamiento a la COVID-19.
“Si tomamos como referencia la tercera ola de la enfermedad, en el mes de noviembre, el número de contagios de niños ha superado con creces las anteriores, como hizo referencia el doctor Durán en la mañana de hoy”, señaló.
Contabilizó que la suma de las dos primeras “olas” da un total de 799 pacientes pedriátricos y en los 11 días de este mes de febrero ya se sobrepasó los 1 000 pacientes en esas edades.
“Eso constituye un reto, una meta muy alta, porque si bien los niños tienen, en su gran mayoría, una evolución más favorable tenemos un incremento al igual que los adultos de los pacientes pediátricos que han requerido cuidados intensivos”.
Hasta este momento, unos 31 niños han estado en las unidades de cuidados intensivos. “Si bien la gravedad ha sido una particularidades que ha tenido esta nueva ola, el apego a los protocolos, su conceptualización y dinamismo, ha permitido que ningún niño, niña u adolescente cubano haya muerto por la COVID-19”.
No obstante, insistió que los niños sí se enferman y pueden agravarse, sobre todo aquellos más vulnerables, los que fundamentalmente han llegado a las unidades de cuidados intensivos.
Refirió que las tres olas han tenido un denominador común, y es que se trata de una enfermedad viral, donde el componente social tiene un peso importante.
La jefa del Grupo Nacional de Pediatría abundó que la mayor incidencia ha estado en los lactantes, con un incremento sostenido. En febrero se acumulan 60 lactantes, con un promedio de 5,4 lactantes diarios, mientras en el mes de enero cuatro lactantes estuvieron en cuidados intensivos.
Destacó que los pediatras e intensivistas han crecido en el manejo de estos pacientes, e insistió en que el apoyo familiar y social es básico en el enfrentamiento a la pandemia.
La especialista comentó que en esta tercera ola se ha visto cómo en este segmento, además de enfermarse y de ser fundamentalmente asintomático, hay un número no despreciable de convalecientes con secuelas.
De los 61 niños estudiados, el 27% tiene afecciones cardiovasculares. “Hablamos de niños previamente sanos, que en el momento de la evaluación no tuvieron síntomas y en este minuto tienen arritmias, sobre todo en los lactantes, niños que han negativizado y todavía manejamos secuelas cardiovasculares, por lo tanto, es un llamado de atención”.
La nueva versión del protocolo ampara a los pacientes sospechosos, en los cuales se mantiene el mismo esquema terapéutico, y los confirmados que se han estratificado según su evolución clínica, porque el diapasón es amplio.
Para la pediatría cubana, “los interferones han sido una herramienta insustituible en el manejo de esta afección. Los niños, además de su condición clínica, tienen el factor edad y para nosotros la edad que marca el uso del interferón son 3 años. En los pacientes que han tenido su condición de moderado y grave, una de las fortalezas de este protocolo ha sido que la biotecnología también ha llegado hasta los cuidados intensivos pediátricos”.
La jefa del Grupo Nacional de Pediatría consideró que la COVID-19, una enfermedad nefasta, ha servido para el crecimiento profesional del personal de la Salud, y exhortó a la población y a la familia a cuidar a los niños, pues lo más importante es que no lleguen a enfermarse.
La doctora Ileana Morales Suárez, directora nacional de Ciencia e
Innovación Tecnológica del Minsap, puntualizó que el mejor protocolo debe tener como base la actuación de los médicos y enfermeros, “personal con una valía y entrega extraordinarias. Es orgullo que todos den lo mejor de sí”.
Más adelante dijo que el sistema nacional de salud no puede conformarse con la proporción de que si aumentan los confirmados, deben aumentar los graves o críticos, pero no necesariamente tiene que ser así, “debemos desacoplar ese número, ese será uno de los grandes retos que tendrá el comité de innovación y el grupo de ciencia en los próximos días”.
Además, agregó, se debe ver que más se puede hacer con los vulnerables para que no lleguen a enfermarse y anunció que hay al menos cinco o seis ensayos o proyectos dirigidos a estos dos grandes campos.
“Estamos ante un virus cuya transmisión es muy compleja y a la vez también la enfermedad en sí. Hay una complejidad clínica y otra epidemiológica, lo cual provoca que el sistema de salud tenga la mirada puesta todos los días en cómo mejorar esos protocolos y de una manera efectiva dar respuesta a esta situación epidemiológica”, concluyó
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