Obama reformula su plan de salud para quedar bien con Dios y con el Diablo

Tras perder la mayoría absoluta en la cámara alta, Obama quiere sacar adelante su reforma sanitaria como sea. Por ello la Casa Blanca ha planteado este lunes una nueva medida que pretende reducir el costo del seguro sanitario para las familias y las pequeñas empresas, e intentar la cobertura médica para 31 millones de estadounidenses que carecen de ella.

Una reforma que ahora mismo se encuentra en punto muerto en el Congreso, debido a que se necesita una propuesta unitaria por parte del Senado y la Cámara de Representantes de sus respectivos proyectos de ley, algo imposible tras perder los demócratas el escaño de Massachusetts, históricamente ocupado por Edward Kennedy, en favor del republicano Scott Brown.

Obama tiene previsto explicar durante este lunes la nueva propuesta a los gobernadores en una reunión en la Casa Blanca. Una nueva medida que pretende aunar ambos proyectos, aunque toma como base la versión del Senado. Entre las novedades, se establece una nueva normativa de seguros médicos que haría más accesible el acceso a las pólizas de calidad y aumentaría la regulación de las subidas por parte de las aseguradoras del coste de sus servicios.

Sin embargo, la principal novedad es que esta propuesta no incluye la “opción pública” que sí se incluía en el proyecto de ley de la Cámara de Representantes, con la que el Gobierno ofrecía seguro médico, compitiendo con las aseguradoras privadas. Sí se incluye la prohibición de que las aseguradoras puedan denegar cobertura a nadie, porque enfermara antes de contratar la póliza.

La medida tiene previsto reducir el déficit presupuestario en 100 000 millones de dólares en diez años y casi en un billón de dólares en los diez años siguientes, al recortarse el gasto del Gobierno en salud y controlar los abusos y el fraude.

Obama celebrará el jueves una cumbre sanitaria en la Casa Blanca a la que ha invitado a los líderes de la oposición republicana para que le planteen sus propuestas sobre cómo sacar adelante una reforma sanitaria.

Hasta ahora, los republicanos no han dejado claro formalmente si tienen previsto asistir a la cita, aunque el líder de este partido en el Senado, Mitch McConnell, dijo el domingo que su intención “es estar allí”.

El miedo entre la administración de Obama es que el partido republicano prolongue el debate para impedir la votación final (el llamado filibuster). Por esta razón el director de comunicación de la Casa Blanca, Dan Pfeiffer, afirmó que “el presidente considera que los estadounidenses se merecen una votación de la reforma sanitaria”, aunque ésta resulte negativa.

Rechazo republicano

La nueva propuesta de Obama no ha tardado en recibir el rechazo por parte del partido republicano de boca de Dave Camp, quien ha asegurado que este proyecto “no es un intento serio de afrontar las preocupaciones de los americanos” y que “no incluye cambios políticos importantes impulsados por los republicanos”.

(Con información de Cubadebate)

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