Urgidos por Estados Unidos y Europa, los cancilleres de 21 países árabes discuten hoy la imposición de una zona de exclusión aérea sobre Libia, conscientes de que cualquier decisión dejará un marca indeleble en esa comunidad.

Los ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Árabe (LA) -integrada por 22 Estados, incluyendo a la ahora suspendida Libia- llegaron a El Cairo para participar en una reunión extraordinaria que Occidente ve como fundamental para definir acciones contra Trípoli.

Aunque históricamente la entidad panárabe ha sido incapaz de adoptar resoluciones que comprometan un respaldo tácito de la Unión Europea (UE) y Washington a los árabes frente a Israel, el documento que se prevé apruebe hoy se tomará como aval regional contra Muamar el Gadafi.

Diplomáticos de la LA consultados por Prensa Latina confirmaron que la sesión de emergencia debatirá la conveniencia o no de imponer una zona de no vuelos sobre el espacio aéreo libio, y de legitimar al movimiento rebelde Consejo Nacional de Transición.

Si bien no se descartan decisiones de última hora, todos los acontecimientos de días recientes apuntan a que los árabes seguirán la pauta trazada por la UE, la Casa Blanca y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) respecto a la crisis en el país maghrebí.

Los mandatarios de la UE pasaron el viernes en Bruselas a los árabes la pesada responsabilidad de decidir una eventual intervención militar en la crisis libia, al afirmar que cualquier paso presupone consenso internacional y, sobre todo, avales de la LA y la Unión Africana (UA).

De esa forma, se evita que una operación armada desde el mar o sobre el espacio aéreo de Libia se perciba en el mundo como otra práctica injerencista de Occidente, justificaron los 27, que también abogaron por una reunión especial conjunta de la UE, la UA y la LA.

La comunidad árabe suspendió la membresía de Libia y, si bien rechazó una intervención militar foránea, adelantó el apoyo a una eventual zona de no vuelos coordinada con la UA con el alegado fin de facilitar el suministro de asistencia humanitaria a civiles.

Tal extremo lo reclamaron el jueves de forma abierta y categórica los ministros de Relaciones Exteriores del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) Pérsico, todos miembros del bloque panárabe, en una declaración que también tildó de “ilegítimo” el gobierno de El Gadafi.

El conjunto de países africanos, en cambio, fue más enérgico en la declaración adoptada ayer en Addis Abeba contraria a “cualquier intervención militar extranjera” en Libia, e instó a Gobierno y rebeldes a detener la beligerancia y dialogar para lograr un acuerdo.

Por otro lado, funcionarios de alto rango de la LA adelantaron que impedirían la asistencia a la cita extraordinaria de hoy de una delegación enviada el viernes por El Gadafi a El Cairo con la intención de tomar parte en las discusiones. La comitiva libia la encabeza Umran Abu-KraÂ�a, a quien identificaron como ministro de Electricidad, y la integra también Salma Rashid, designado por El Gadafi para reemplazar a su representante ante la LA que renunció tras criticar el manejo de la crisis por su gobierno.

Aclararon, no obstante, que en tanto la solución de la crisis libia es impensable sin dialogar con las autoridades que gobiernan ese país, dirigentes árabes podrían entrevistarse con los emisarios llegados de Trípoli al margen de la reunión de cancilleres.

Las naciones árabes tampoco aceptaron la presencia en El Cairo del Consejo Nacional de Transición, devenido gobierno de facto de los insubordinados en la ciudad de Benghazi, con el que mantienen contactos para seguir de cerca la situación humanitaria.

En esta nueva disyuntiva, la Liga Árabe puede afianzar su cohesión y credibilidad apostando por un arreglo estrictamente regional al contencioso libio, o dejarse arrastrar por influyentes miembros para favorecer a Estados Unidos y, por añadidura, a Occidente.

(Con información de Prensa Latina)