El dólar y las armas

PoGastos militares de EEUUr: Aquiles Montaño Brito, Reportero de la revista buzos de la noticia

El diario El País, a través de su portal de Internet, el día 5 de enero titulaba una nota de último minuto en esta forma: “Obama anuncia que el Ejército de EE. UU. será más pequeño y eficaz”. Se refería a la decisión de la Casa Blanca, que lidera el demócrata Barack Obama, de reducir en casi 500 mil millones de dólares a lo largo de 12 años el gasto militar de esa potencia.

A primera vista, según el pomposo título de la nota, estamos ante un cambio de estrategia, nada más. Los ejércitos numerosos son cosa del pasado y ahora se trata de hacer más eficaz a un grupo de élite entrenado para contrarrestar situaciones bélicas de precisión, apoyados por máquinas de matar “inteligentes”. “Seremos capaces de garantizar nuestra seguridad con menos fuerzas convencionales terrestres”, dijo el Presidente Obama.

Algo de cierto hay en ello, pero no creo que sea ésta la causa de que la potencia capitalista por excelencia haya cambiado su estrategia militar. La razón es otra y tiene nombre y un largo apellido: crisis económica, que dura ya cinco años. Y ha comenzado a darle de bofetadas a Estados Unidos para que despierte de su American dream y ajuste sus dolarcitos a lo que realmente le alcanza, en cuanto a gasto militar y todo lo demás.

Los expertos en economía dicen que el dinero –entiéndase cualquier moneda de uso corriente: pesos, dólares, euros, etcétera– tiene una contradicción interna: es cualitativamente infinito, porque puede comprar cualquier tipo de mercancía (y otras cosas que no lo son) que podamos imaginar, desde un pedazo de pan hasta la conciencia de una persona, pero es cuantitativamente finito, porque sólo puede comprar una cantidad determinada de cada cosa, o sea, para lo que te alcance. Y ahí es donde la puerca tuerce el rabo, en donde a Estados Unidos ya no le salen las cuentas.

En el año 2008, el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, publicó un libro que se llamó La guerra de los tres trillones de dólares, en el que afirmaba que las invasiones a Irak y Afganistán habrían costado a Estados Unidos 3 billones de billones de dólares. Una cantidad que, según el análisis del economista supera en dos veces el costo que tuvo para la misma nación la Primera Guerra Mundial.

El mismo Joseph Stiglitz ha calculado que uno de cada cuatro dólares que gasta la Casa Blanca tiene fines militares. Se gasta más en armamento que en educación, cultura, deporte o salud para los norteamericanos, y con ello se asegura un poder tremendo en la mesa de las negociaciones mundiales.

Y el gasto es tan tremendo, que por fuerza debió impactar en las finanzas del país y motivar el endeudamiento. Apenas hace unos meses fuimos testigos de la Crisis del dólar, nombrada así porque la deuda de Estados Unidos ascendía ya a los 14.9 billones, una cantidad impagable. Nadie nunca en la historia de la humanidad había debido tanto. Una buena cantidad de ese endeudamiento lo provocó el ansia de poder de la ultraderecha norteamericana.

El gasto militar más grande, también según los cálculos del Nobel de Economía, fue hecho durante la Segunda Guerra Mundial en la que Estados Unidos tuvo que aportar 5 trillones de dólares; pero entonces quedó demostrado que los costos trajeron a la potencia capitalista beneficios de los que goza todavía. Con la inversión hecha en la Segunda Guerra Mundial, en dólares y en sangre, el Tío Sam compró al mundo y lo dejó anclado a sus caprichos. Pero claro, para entonces Estados Unidos llegaba a su madurez como nación creadora de riqueza y podía sostener esos niveles de gasto.

Ahora las cosas han cambiado. Ya no le alcanza. No estamos ante un cambio de estrategia militar, sino ante un empobrecimiento de la nación más poderosa del mundo. Vemos un capitalismo –y su primera economía– metido en problemas de solvencia económica, mientras el implacable reloj de la historia sigue su curso.

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