Impunidad Internacional

Por: Joe Emersberger

La nueva Asamblea venezolana

La Asamblea Nacional, que ahora controla la oposición venezolana, tratará de promulgar una “ley de amnistía” que busca la liberación del dirigente político Leopoldo López y otros, considerados “presos políticos”. Muchas personas confían en Amnistía Internacional para juzgar si esta ley debería apoyarse o no. Esta es una situación desafortunada porque ONG  con mucho dinero, tal como Amnistía Internacional, han demostrado que sirven a los objetivos  de la política exterior de Washington a expensas de los derechos humanos. Hace unos días Amnistía Internacional difundió una declaración en la que exhortaba la aprobación de una ley de amnistía por parte de la nueva Asamblea Nacional.

A diferencia de Leopoldo López, Chelsea Manning nunca fue parte de un golpe militar contra su gobierno electo democráticamente. A diferencia de López, ella nunca secuestró a ningún funcionario público. Lo que hizo fue exponer los serios abusos a los derechos humanos en los que incurrieron los militares estadounidenses en Irak. Manning actuó de esa manera, motivada por su conciencia la cual no le permitió guardar silencio. Asimismo, nunca pretendió que su acción la llevara a la fama, fortuna o poder político, de hecho ocurrió todo lo contrario. Fue sentenciada a 35 años de prisión por sus nobles y altruistas actos. La manera como se llevó a cabo su extensa detención es tan cruel que un vocero estadounidense, PJ Crowley, renunció en señal de protesta. Manning es un ejemplo genuino de “prisionero de conciencia”. No obstante, Amnistía Internacional no ha tenido la valentía política para calificar a Chelsea Manning de esa manera. Leopoldo López, sin embargo, sí recibió esa denominación.

En 2011, un funcionario de Amnistía de EE.UU. me dijo que no estaban muy seguros de la razón por la que se había nombrado a Chelsea Manning prisionera de conciencia. Dos años más tarde, luego de consultar con “expertos”, otro funcionario me dijo que Manning no había sido nombrada prisionera de conciencia porque existían dos elementos de los cuales no estaba segura Amnistía Internacional:

1. Que Manning haya difundido esa información de “manera responsable”.

2. Que el gobierno de EE.UU. la había castigado para evitar que se hicieran públicos los abusos a los derechos humanos.

Ya había explicado en otro artículo por qué esas son unas excusas baratas. Manning no difundió públicamente información clasificada, sino que la suministró a Wikileaks, una organización periodística que ha solicitado la ayuda del gobierno de Estados Unidos para asegurarse que esa información no dañe a inocentes; de hecho Manning se abstuvo deliberadamente de divulgar toda la información sensible a la que tuvo acceso. Es irrisorio que Amnistía Internacional tenga dudas hacia la decisión de Estados Unidos de sentar un triste ejemplo a expensas de Manning.  Sin duda, no desea enemistarse con los funcionarios estadounidenses o los grandes contribuyentes. Amnistía apoya, de manera enfática, que se otorgue clemencia a Manning, pero no desea denunciar la criminalización de lo que ella hizo a pesar de no existir ninguna evidencia que apoye la tesis de que sus acciones dañaron a gente inocente.

El contraste con el caso López no puede ser más abrumador. A Amnistía no le preocupa la pureza de sus objetivos a pesar de que López es un conocido secuestrador y golpista. En el caso de Manning, Amnistía no está clara en sus objetivos y se hizo la vista gorda sobre los motivos por los que fue castigada.

No es necesario creer si Leopoldo López recibió o no un juicio justo para ver el vínculo entre sus declaraciones públicas en 2014 y las muertes de seguidores oficialistas y policías. Dada su participación directa  en un golpe de Estado, es muy posible que López también estuviera involucrado en una conspiración criminal tal como dictaminó un tribunal venezolano. Gente muy respetable ha expresado su preocupación por la falta de transparencia en el juicio de López y la decisión en su contra. Esa es una opinión válida. Sin embargo, eso ha llevado que otras fuentes menos confiables: los abogados de López, los burócratas de la OEA y la muy parcializada Human Rights Watch, hayan llenado un vacío sobre los detalles “conocidos” acerca de su juicio.

Amnistía ha culpado a la encendida retórica de funcionarios de gobierno por incitar ataques en los críticos al gobierno. Las razones de Amnistía para denegar la designación de prisionero de conciencia a Manning, en ese caso absurdas, se basan en la idea general que un discurso público puede tener consecuencias peligrosas. Por supuesto, no toma en cuenta que está justificándose la criminalización del discurso político. Si así fuera, muchos editores y periodistas occidentales estarían en prisión por haber facilitado el camino a la guerra de Irak. Sin embargo, no es necesario apoyar a un discurso que criminaliza para denunciar las declaraciones que podrían incitar la violencia; pero Amnistía no ha expresado la misma preocupación sobre la vehemente retórica antigobierno de la oposición.

Durante las violentas protestas en 2014, un blog publicado por Amnistía Internacional dijo -de manera vaga, pero aún así de su responsabilidad, si consideramos la poca frecuencia con la que la oposición se hace responsable por algo- que “la oposición también es responsable de acción y palabra, y del respeto por el estado de derecho”. Desafortunadamente, ese mismo blog recicló una historia de la oposición acerca de los colectivos que Amnistía Internacional describió como “grupos civiles armados cercanos al gobierno”. Los colectivos son organizaciones políticas informales creadas por gente pobre. En un país aquejado por crímenes violentos, algunos están armados para defenderse y eso ha ocurrido desde mucho antes de que el chavismo llegara al poder en 1999. Pero esa no es la característica predominante, Amnistía simplemente recicló un rumor que se difundió en los medios privados venezolanos (los cuales, contrario a la creencia de muchos, le han dado amplia voz a los opositores del gobierno) durante las violentas protestas en 2014. Dicho rumor se repitió extensamente a lo largo de la prensa internacional y pudo ser utilizado para justificar la represión de organizaciones políticas de las clases pobres. En 2014, este rumor se vinculó a las muertes de algunos seguidores gubernamentales y otras formas de violencia en contra de ellos.

Amnistía Internacional ha hecho este tipo de cosas con anterioridad, en específico luego del golpe de Estado en Haití apoyado por Estados Unidos en 2004 para derrocar ese gobierno legítimamente electo. Amnistía utilizó el término “quimera” para referirse a los partidarios del depuesto gobierno. Fue un término despectivo que fue acuñado por la élite que apoyó al golpe y quienes pronto lanzaron un asalto asesino a los pobres.

La influencia de Estados Unidos y los espantosos abusos a los derechos humanos tienen una estrecha y terrible relación en América Latina. Las recientes y caóticas elecciones en Haití son un ejemplo perfecto. Para reconocidos grupos de derechos humanos es una prioridad las denuncias de la interferencia de Estados Unidos en el mundo entero. Los grandes grupos de derechos humanos, en especial en países con gobiernos de izquierda, Ecuador y Venezuela, por ejemplo, hacen lo contrario. Reflexivamente adoptan las conjeturas de los opositores apoyados por Estados Unidos e ignoran la historia reciente: el golpe de Estado en Haití en 2004 y el golpe en Honduras en 2009, y se olvidan de décadas de apoyo a dictaduras brutales.

ONG como Amnistía Internacional terminan proveyendo una especie de “lavado de ideas” para el gobierno de Estados Unidos y sus aliados. Esa es la manera como la escritora canadiense Linda McQuaig describió, hace muchos años, las funciones de los tanques pensantes financiados por corporaciones en debates sobre políticas domésticas. No todos estarán felices de aceptar lo que dice el gobierno de Estados Unidos o los periodistas corporativos. Es útil tener organizaciones “independientes” y de preferencia liberales como Amnistía para promocionar las necesarias conjeturas y engaños.

Relatoría del Encuentro Nacional de Jóvenes Periodistas

Durante los días 4 y 5 de diciembre del 2015, convocados por la UPEC, los participantes en el Encuentro de Jóvenes Periodistas vivimos dos jornadas de interesantes debates, en los cuales ilustramos nuestra realidad, problematizamos e hicimos propuestas en torno a tres ejes fundamentales: la participación en los medios y la UPEC, el liderazgo y la ética periodística, los que atraviesan el ejercicio de nuestra profesión.

Los temas analizados responden a la voluntad gremial de impulsar desde adentro un cambio estructural y cultural en los modos de gestión de la prensa en Cuba hoy.

El subgrupode PARTICIPACIÓN coincidió en que transformar para bien la labor de los medios de comunicación y la gestión de la UPEC requiere del aporte y compromiso creciente de las jóvenes generaciones de profesionales. Sus integrantes consideraron que no en todas las redacciones los jóvenes son agentes de cambio, lo cual resulta imprescindible para promover las transformaciones deseadas.

Entender la participación de los jóvenes como un eje sustancial para avanzar hacia el cambio en la prensa, así como la importancia de contar con lectores, oyentes y televidentes para construir nuestras agendas garantizan parte de esa trasformación y del reto que pone ante nosotros esa palabra.

En el análisis se reconoció que en ocasiones ciertas prácticas en la organización de las rutinas productivas de nuestros medios, entre ellas la sectorialización, obstaculizanlas propuestas creativas y renovadoras para enriquecer las agendas mediáticas; pero también ratificó que el buen trabajo diario es la mejor manera de que ganemos confianza y de elevar la influencia en la toma de decisiones dentro de los medios.

Asimismo,llamaron la atención sobre el hecho de que las nuevas tecnologías son un escenario ideal para participar más allá de las redacciones, así como para dar voz a los usuarios desde una comunicación más dialógica, pero que también se impone el día a día de nuestro quehacer como espacio desde donde proponer y crear.

En cuanto a la UPEC,los jóvenes llamamos a revisar los requisitos y el modo de ingreso a la organización.

Si algo quedó en evidenciaen los debates del subgrupo sobre LIDERAZGO JUVENIL es que en nuestros medios hay jóvenes profesionales con aptitudes para la dirección.

Coincidimos en que el liderazgo no es una cuestión directamente relacionada con la edad, sino que se gana con la práctica cotidiana.

No todos los jefes son líderes ni todos los líderes son jefes, fue otra de nuestras reflexiones. Aunque lo segundo no constituye un problema, pues desde cualquier posición se pueden adelantar cambios positivos, resulta casi siempre negativo que los directivos no sean percibidos como líderes. Por tal motivo, señalamos la necesidad de fortalecer el papel de los colectivos y de la UPEC.

Es importante para el éxito de un medio y de un joven que pretenda liderar o dirigir su equipo, aprender a trabajar en colectivo y entender las características y potencialidades de cada uno de modo tal que se puedan aprovechar sus virtudes

Se cuestionó el liderazgo entre los periodistas jóvenes cubanos y de cara a los públicos. Resaltamos la necesidad de que la vanguardia esté dentro de nuestros propios medios y no en proyectos privados que no están en consonancia con el proyecto de país que hemos emprendido.

El subgrupo sobre ÉTICA abordó con profundidad este tema que atañe a todos los profesionales del sector y que con la aparición de las nuevas tecnologías plantea nuevos desafíos, como la actualización de las normas establecidas en el Código de Ética.

La principal idea que prevaleció en los intercambios fue que, más allá de la existencia de normativas que regulen la ética de los periodistas cubanos, para lograr la coherencia ética es imprescindible que prime la moral individual. También hubo consenso en que las normas éticas no son una mordaza, sino un escudo de defensa gremial.

La contribución fundamental de este subgrupo fue proponer unas 32 modificaciones al actual Código de Ética, que estén en consonancia con el nuevo escenario del sistema de comunicación pública cubano.

Los jóvenes reunidos en este subgrupo abogamos por que se fortalezca más la enseñanza del Código de Ética en la universidad y que en los medios sea objeto de debate,estudio y asimilación por parte de los nuevos profesionales que lleguen a la organización periodística.

Insistimos en la necesidad de contar con una norma jurídica que ampare la producción comunicativa del país, porque hay comportamientos que escapan a los límites regulatorios gremiales.

PROPUESTAS
– Mantener vivo en Facebook el sitio Encuentro de Jóvenes Periodistas como espacio permanente de socialización e intercambio y convertirlo en una red colaborativa.
– Incorporar de forma directa a la UPEC a los egresados de la carrera de Periodismo, con autonomía para retirarse si así lo desean. Reconocer con esto a jóvenes de notable vinculación a los medios en sus actos de graduación.
– Incrementar las acciones de socialización de las mejores experiencias entre nuestros medios de comunicación y la academia. Fortalecer al máximo esa alianza estratégica.
– Revisar los estatutos de la UPEC y articular estrategias en función de incrementar la
participación juvenil dentro de la organización.
– Actualizar las estrategias de capacitación del gremio y potenciar la interdisciplinaridad en función de las necesidades del ejercicio del periodismo hoy.
– Evaluar la extensión de experiencias positivas en la gestión de los medios de comunicación.
– Revisar y actualizar el Código de Ética de la UPEC, a la par de fortalecer más su enseñanza en la universidad, y su debate en los medios.
– Potenciar la capacitación de los directivos jóvenes desde la UPEC mediante cursos de liderazgo y espacios de intercambio de experiencias entre medios de comunicación, para resolver dificultades compartiendo buenas prácticas.
– Fortalecer el rol de la UPEC como representante de los periodistas, con liderazgo para defender sus derechos, así como impulsar mucho más el cambio en la prensa al que ha llamado la máxima dirección del país.
– Reiterar la necesidad de cambiar el sistema salarial de la prensa (hacia uno que premie el talento y el esfuerzo) y mejorar sus condiciones materiales, por la incidencia que tiene en la calidad del trabajo que se hace y por su impacto- más allá de nuestros deseos- en la participación, el liderazgo y la ética.

Convencidos de que el cambio está en nuestras manos, y que todos somos responsables, el resultado más importante que pueda tener este encuentro es que- sin esperar- llevemos, a la vuelta de estos debates, la transformación a nuestros espacios.

Este es un resumen del sentir de los jóvenes periodistas cubanos, impulsados por la idea de mirar a Cuba desde una óptica rejuvenecida, pero sobre todo comprometida, con un país que urge de una prensa sagaz, revolucionaria, oportuna…y profundamente nuestra.

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