Fidel: Hombres que cayeron para que la nación se irguiera

La armería de La Habana Vieja fue uno de los lugares asaltados en la huelga del 9 de abril

La armería de La Habana Vieja fue uno de los lugares asaltados en la huelga del 9 de abril

«¿Quién lo iba a creer aquella noche del 9 de abril, en medio del terror y de la sangre, en medio del luto y de la tristeza, que antes de ocho meses la patria sería libre, que antes de ocho meses los criminales habrían sido derrotados, que antes de ocho meses aquella manada de lobos feroces –tan valientes cuando andaban en la calle asesinando in­de­fensos… ­–ha­brían de huir tan precipitadamente la última noche de ese mismo año (…) los muertos sirvieron de bandera, porque los muertos sirvieron de aliento, porque los muertos dieron el ejemplo, porque los muertos trazaron el camino. Los muertos del 9 de abril, los muertos de todos los combates de la libertad, los muertos del llano y de la montaña, de la lucha heroica mil veces del llano y de la lucha heroica de las montañas, les señalaron a unos y a otros el camino de la victoria.

«…aquellos hombres cayeron para que una nación se irguiera; que aquellos hombres dieron su vida para que una nación viviera; que aquellos hombres quedaron en el camino para que un pueblo siguiera su marcha hacia adelante; que ellos lo dieron todo para que otros fuesen felices…

«… si ellos hubiesen podido contemplar el espectáculo de este pueblo de hoy, de esta Cuba nueva, de esta patria que marcha; si ellos hubiesen podido contemplarlo… Mas, no lo contemplaron, ¡pero lo soñaron!; no lo vieron, ¡pero lo presintieron! Por esto lucharon, por esto cayeron.

«…Y nada nos consuela tanto como pensar que estamos cumpliendo con nuestros muertos, que los sueños se están convirtiendo en realidad, y que hoy podemos decir aquí, al cumplirse este aniversario de aquel día heroico del 9 de abril, que estamos rindiendo a nuestros mártires el mejor tributo, no de palabra, sino en hechos, ¡no en promesas, sino en hechos!».

                             Fidel Castro

(Fragmentos del discurso pronunciado en el primer aniversario de la huelga del 9 de abril, en 1959)

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