¿Tesis por encargo?
Parada delante de aquella profesora, solo atinó a zambullirse en el bolso en busca de aquel papel salvador. En él le habían anotado todo: el título, los objetivos, el problema de investigación…, hasta los agradecimientos. Por eso ante la pregunta rutinaria de la profe se aferró a aquellas letras ajenas.
—¿Qué tipo de diseño empleaste?
—Descriptiva transversal, respondió titubeando con el papel entre las manos.
No lo sabe ni hoy que la tesis ha sido archivada en una de las gavetas de casa, que ya ha colgado en la pared de la sala el título de especialista de primer grado en Medicina General Integral.
Porque una enfermedad ha ido contagiando a muchos: las tesis se encargan y se pagan. Da lo mismo si son de alguna especialidad de la Medicina, Derecho, Arquitectura, Estudios Socioculturales… Hay escribas multifacéticos y distinguidos por carreras.
Es un canje underground: algunas investigaciones valen 40 CUC hasta con el Power point incluido o se cotizan también por páginas; sin más fisco que la tajada en el bolsillo del alumno. Porque por más reacomodos y perfeccionamientos que ha tenido el trabajo por cuenta propia jamás nadie sensato ha aprobado el “hacedor de tesis” como figura en el sector no estatal.
Existen otras actividades lícitas: mecanógrafas, quienes se dedican a las impresiones, fotocopias, escáneres, que también se utilizan en pos del proyecto final, pero que no implican ceder los derechos del autor —y más que eso sus conocimientos— a alguien ajeno que, en primera instancia, lo más que va a hacer es cortar y copiar.
Ya es cuestión de moldes, dicen muchos. Pararse encima de otro proyecto, cambiar títulos y problemas investigativos, cotejar estadísticas y reescribir resultados. ¿Ganancias? El estudiante solo acopia algunos datos y se gradúa, no pocas veces, con 5 puntos y el escriba gana pesos de más con esfuerzo de menos.
¿Y los tribunales no advierten el calco reiterativo? ¿Y a quienes pagan no les duele el engaño? Hay silencios que revelan complicidades. Se hace, creo yo, porque por más que se proclame que la ciencia debe ser la garantía para respaldar cada una de las decisiones que se tomen es pura teoría, en la práctica las tesis no pasan de ser un mero ejercicio académico y no tan científico. Y es que un resultado ha ido generalizándose por años: las soluciones propuestas en muy pocas ocasiones se tienen en cuenta para transformar la realidad que se estudia.
Hasta hoy en las universidades espirituanas se trata tan solo de una incertidumbre y no hay modo probado para llegar a certezas. Así lo reconocen vicerrectores de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez (Uniss) y de la Universidad de Ciencias Médicas (UCM). En tal sentido, el doctor en Ciencias Agrícolas Pedro Fuentes Chaviano, vicerrector de la Uniss, asegura: “Es difícil de detectar. Como regla, los trabajos de diploma responden a proyectos de investigación o a problemas de la producción o los servicios donde han hecho sus prácticas laborales y siempre tienen un tutor por la universidad.
“También se realizan talleres de tesis donde el estudiante tiene que venir a explicar lo que ha hecho hasta el momento y debe hacerlo acompañado de su tutor. No obstante, cada facultad en su plan de prevención tiene establecido un grupo de medidas para detectar cualquier tipo de fraude en los ejercicios de terminación de estudios”.
Con tales mecanismos se pudo descubrir, según la propia fuente, un plagio hace cinco años atrás. A escasos kilómetros, en la UCM, la realidad se asemeja. El doctor Luis Manuel Piñero Pérez, director de Posgrado de la mencionada casa de altos estudios y vicerrector académico en funciones, no descarta la posibilidad de que las tesis puedan ser vulnerables.
“No hay mecanismos para detectarlo —afirma Piñero Pérez—; puede existir la duda. No hay nada institucionalizado para tener certeza de que el producto presentado desde el proyecto hasta el final no lo haya hecho el estudiante. De darse esos casos, cada cual desde la moral puede combatir el fenómeno”.
Concuerdan todos en algo: es más común en los estudios de pregrado. Así lo cree el doctor en Ciencias Juan Emilio Hernández García, director general de Desarrollo de la Uniss: “En los programas académicos de maestría y doctorado se es más riguroso y hay menos masividad. El riesgo existe, pero hasta ahora no se nos ha dado ningún caso. No hay que confiarse, sino perfeccionar”.
Tampoco piense usted que tal modalidad investigativa deviene un invento cubano. En mis pesquisas sobre el tema he aprendido más: es un negocio internacional. Tanto que algunos conocidos hasta me han confesado de contratos con universidades extranjeras y de la maestría adquirida en hacer marcos teóricos o diseños metodológicos lo mismo de Historia del Arte que de Ingeniería Civil.
Más de una vez a algunos alumnos hasta les han virado cuartillas para atrás por errores y más de una vez han tenido que volver a pagar. Es uno de los riesgos y de los yerros. Los otros gazapos más dolorosos, tal vez, sean las lecturas que no siempre se hacen: que el médico aquel solo conozca las cifras, por ejemplo, de los hipertensos que viven en su área de Salud, pero que en el fondo con la investigación presentada no tenga ni idea de cómo revertir la situación de salud; o que el ingeniero tal solo sepa los enunciados de lo que supuestamente investiga desde tercer año de la carrera.
Descubrir tal timo es, quizás, una labor para Sherlock Holmes, porque se hace, se sabe y deviene otro de los muchos asuntos que solapamos. Y el único resultado probado hasta hoy es esa estafa al conocimiento individual.
Lo más pernicioso es que hayamos llegado a ese punto en que las tesis son otra de las tantas cosas que se compran así, por encargo.
(Tomado de Escambray)
La falsedad y el fraude no podrán nunca con una buena pregunta de generalización , aunque el alumno se aprenda la tesis de memoria se detecta la mentira.Ahora bien ! esto se hace con un tribunal bien preparado !