La unidad garantizó el camino del proceso revolucionario cubano (+ Video)

Por: Manuel Hernández Barrios

Fotos: Roberto Garaicoa

Emisión: 20/03/2017

Julio García Oliveras entró a la historia el 13 de marzo de 1957 acompañando al líder de la Federación Estudiantil Universitaria, José Antonio Echeverría, en el asalto a Radio Reloj. Para compartir su historia de vida como combatiente revolucionario e intelectual, fue invitado a compartir sus memorias este lunes al espacio En Persona de la Mesa Redonda de este lunes 20 de marzo.

El también fundador del Directorio Revolucionario ha compartido sus enseñanzas en el libro Memorias de un estudiante cubano, un libro para todos los cubanos donde habla de los tiempos pasados, de los presentes y de los futuros como hace todo revolucionario.

P: Comenzaremos hablando de la Universidad de José Antonio, la del Directorio, de aquella en la que usted entra, ¿qué universidad era?

J.G.O.: Es muy importante hacer trascender las motivaciones patrióticas y revolucionarias a las que el destino nos llevó a participar. Matriculé en la Universidad de La Habana en el curso 1949-1950 para estudiar arquitectura. La carrera que menos me amenazaba por las matemáticas. Me gustaba el dibujo. Ingresar a la universidad tenía sus implicaciones. La Universidad constituía un icono de la historia de Cuba. En ella estaban reflejadas todas las luchas de la juventud cubana. Juan Bruno Zayas, Mella, Guiteras fueron mártires que nos inspiraron mucho. Entré en ayuna de toda la tradición política. Mis padres no creían en la política. Rechazábamos en mi familia la corrupción y el gansterismo. Entré por una admiración a la tradición.

He leído reflexiones de Fidel donde explica lo que le atrae a ir a la universidad, y a todos los de aquella época nos motivó lo mismo. Él escribió que en esa universidad se hizo revolucionario, pero era por el peso tremendo de la tradición.

El momento exacto en que aquella tradición me golpeó fue poco antes del asalto, cuando me encontraba recorriendo el salón de los mártires de la FEU. Estaba solo. El sol otoñal entraba inclinado por la ventana y empecé a recorrer la foto de todos los mártires y desde ese momento jamás lo olvidé. No militaba en ningún partido, y todavía me preguntó qué fue lo que me motivó a esperar la famosa alarma que iba a lanzar Prío para rechazar el golpe militar.

P: ¿Usted fue compañero de facultad, pero también de aula de José Antonio?

J.G.O.: Éramos del mismo año.

P: ¿José Antonio descollaba como líder?

J.G.O.: En el primer año fue delegado de asignatura. En el segundo año fue vicepresidente de la escuela de arquitectura. Cuando él se empieza a destacar es el 10 de marzo. Recuerdo textualmente su frase: Hoy tenemos que morirnos aquí. Él señalaba aquella consigna porque iba a demostrar cumplirla y quería que los que estaban con él la cumplieran también. Ese fue mi bautizo como revolucionario.

La universidad tuvo una vida complicada sobre todo en los años de los gobiernos auténticos porque la corrupción, el gansterismo y el robo se había reflejado en la universidad. Incluso la universidad se había dividido en grupos políticos que respondían a los distintos grupos de acción. En ese momento éramos 18 mil estudiantes en 13 facultades.

Yo no estoy de acuerdo con la frase absoluta de que la universidad había que cambiarla y convertirla en una universidad popular porque con la Revolución del 30 una de las conquistas del movimiento estudiantil fue la matrícula gratis, lo que significaba que miles de estudiantes que no tenían dinero para pagarse los gastos, ingresaban a la universidad. La calidad de los estudiantes empezó a cambiar porque empezaron a ingresar estudiantes humildes. Esas desviaciones de gansterismo y de guerras entre grupos hacía que la burguesía empezara a mandar a los hijos a estudiar a los Estados Unidos.

Muchos de nuestros compañeros, Juan Pedro Carbó, José Machado, eran estudiantes de matrícula gratis.

P: ¿Ya no era la universidad elitista de los hijos de la burguesía?

J.G.O.: Yo no estoy de acuerdo con ese enfoque. La Universidad revolucionaria se convirtió en una universidad popular, que facilita el acceso de las masas a la universidad. Pero la universidad en la que estudié no era elitista. Muchos de nuestros combatientes provenían de familias humildes. Mi padre era empleado de una imprenta. Yo tuve un tío adinerado que me pagó los estudios anteriores. Yo estudié en el colegio de los jesuitas, allí conocí a Fidel.

Una vez le comenté a Melba que Fidel desde el bachillerato fue un líder. Yo era un fiñe de la primaria y cuando Fidel practicaba Baloncesto íbamos solo a verlo practicar. Yo era un líder. Fue jefe de los exploradores de Belén. Era una persona excepcional.

P: ¿Se puede decir que la Universidad de La Habana es otra después del 10 de marzo?

J.G.O.: El 10 de marzo radicalizó a la juventud, la dividió. En la universidad había hijos de batistianos que después del 10 de marzo abandonaron la universidad. Porque la universidad en general después de este día se convirtió en anti-batistiana. Pero de esa masa de estudiantes no todos eran insurreccionales. Después tuvimos que hacer lo que se llamó una batalla de ideas para convencer a los estudiantes de que sin la lucha armada no se podía conseguir la Revolución.

P: ¿Cuándo y cómo se crea el Directorio Revolucionario?

J.G.O.: La lucha se puede dividir en tres etapas, una muy corta que fue el 10 de marzo donde la juventud en general se plantea la oposición al golpe de estado de Batista. En ese momento no había programa, solo se quería reimplantar la constitución. Segundo momento empieza a partir de la acción del Moncada. Todos esperábamos que los viejos gobernantes se opusieran a la dictadura, tuvimos que enfrentarlo la juventud. Aprendimos que la vía era la lucha armada, porque la vía política no se puede derrotar a la dictadura.

Desde el golpe los seguidores de Carlos Prío empezaron a acumular armas provenientes desde Guatemala y México. Después comenzaron a llegar armas desde Estados Unidos, y hasta Trujillo entregó armas para el movimiento contra Batista.

Es de suponer que los auténticos reunieron por esos años un arsenal de entre 2 mil y 3 mil armas de guerra. Armas que nunca iban a utilizar. Cabe la suposición de que eran para chantajear a Batista y pedirle una apertura politiquera, unas elecciones parciales, entregara unos cuantos cargos de representantes, o quizás amenazar a la Revolución con esas armas. Pero para la lucha contra Batista esas armas las utilizó el Directorio y Fran en el movimiento de Santiago.

P: ¿Por qué se crea el Directorio?

J.G.O.: A partir de 1953 y hasta la llegada de Fidel del 2 de diciembre se va a producir el movimiento estudiantil. Yo y Faure Chomón estábamos de acuerdo en la creación de un Directorio. José Antonio decía que con los viejos revolucionarios no se podía hacer Revolución, la tesis que defendía era la de rescatar a la FEU. Y los rescatadores de esa organización fueron José Antonio, Fructuoso Rodríguez y René Anillo.

José Antonio lo que buscaba era unir a todos los estudiantes de todos los institutos y escuelas, los estudiantes normales y hasta los de las escuelas privadas. Ese contingente o movimiento de estudiantes, unidos representaban una masa de 70-80 mil estudiantes. El acuerdo general de ese movimiento fue el de actuar de forma unida.

EL 4 de diciembre de 1955 los estudiantes se lanzan al terreno en el estadio de La Habana. Una agresión que fue transmitida por dos cadenas de televisión. En aquel momento los policías salen a agredir directamente a los estudiantes. Eso tuvo una repercusión política tremenda en contra del régimen. El 7 de diciembre sucede otra manifestación donde Camilo Cienfuegos y Pedro Carbó fueron heridos de bala. Se puede decir que ese fue el punto más alto de la lucha política y de masas.

El Directorio va creando las condiciones para la lucha armada. Se organiza en octubre de 1955 y luego se proclama el 24 de febrero en el Aula Magna. Se crea como un llamado a la unidad, porque la unidad tiene una alta significación en la historia de Cuba. Los revolucionarios que se dividen hacen fracasar los movimientos.

P: En 1956 Fidel y José Antonio se encuentran en México y firman la Carta de México ¿Cómo usted interpreta el pensamiento de José Antonio en la Revolución Cubana?

J.G.O.: El Directorio se crea con la misión de la unidad que va a llevar a firmar los acuerdos con Fidel. Para nosotros ellos habían tomado la iniciativa del levantamiento armada por lo que los veíamos como socios para la lucha contra Batista. Según va madurando la etapa del año 55 solo nos quedaba ponernos de acuerdo con Fidel. José Antonio va a Chile, luego a Sri Lanka donde se discute con estudiantes del tercer mundo, en una ponencia de él mismo lo de la base de Guantánamo. Y a fines de agosto de 1956 se reúne con Fidel y se formaliza el pacto de la unidad, único documento de unidad firmado personalmente por Fidel.

Los estudiantes universitarios tienen una tradición de lucha. La tradición es un arma revolucionaria importante que tiene que conocerse y divulgarse. Nosotros reflejábamos esa tradición desde el punto de vista de la lucha urbana y de acción directa.

El Directorio no fue el brazo armado, sino una organización revolucionaria que tiene un brazo armado, una económico, uno de propaganda. La idea original del Directorio era hacer un levantamiento similar al que hizo Frank en Santiago de Cuba. Fidel dijo que, si vamos a luchar por el mismo objetivo, que cada uno luche por su vía.

Perdimos a Fructuoso y a José Antonio en 68 días. Muchos militantes del Directorio como Luis Saíz Montes de Oca, o Chiqui Gómez Luvián eran líderes del Directorio que cuando muere José Antonio inmediatamente empiezan a colaborar con el M-26-7. He estado en Congresos de historia donde los historiadores creían que después de Humboldt se había acabado el Directorio. Y no fue así, sino que tuvimos que reconstruirlo.

La cultura revolucionaria del movimiento Directorio surgía de la masa estudiantil que tenía como modelo la lucha urbana y de acción directa. Cambiar para la lucha en la montaña no fue de fácil asimilación para la gente. Hubo que hacer un cambio de programa para que la gente aceptara que la lucha sería la guerrillera. El plan cambia por necesidad y así creamos nuestro frente en el Escambray.

P: ¿Así se recupera el Directorio como parte de la unidad de fuerza revolucionaria?

J.G.O.: Los oficiales del Directorio se incorporan a las fuerzas armadas. Yo mismo fui Jefe de Ingeniería del MINFAR.

P: El Comandante Julio García Oliveras fu el primer jefe de misión militar enviado en el Vietnam en guerra. Lo que lo pone en un lugar histórico al triunfo de la Revolución. Usted fue el cubano que más de cerca conoció a Ho Chi Min.

J.G.O.: La disyuntiva para mí era que iba a hacer después de 1959 porque yo era arquitecto graduado. Pero habíamos discutido con anterioridad cuál sería la reacción de Estados Unidos frente a una Revolución Radical. En base a esa reflexión decidí incorporarme a las Fuerzas Armadas Revolucionarias y Raúl me nombra Jefe de Ingeniería del MINFAR. Empiezo a trabajar primero haciendo cuarteles y túneles. En el año 1965 me mandan a pasar el curso académico superior de las FAR con los profesores soviéticos.

Me nombran Jefe de la Misión cubana en Vietnam, Laos y Cambodia, una fórmula cubana. Empecé por Cambodia, fui a ver al príncipe a nombre de Cuba. En Vietnam me entrevisto con Ho Chi Min y él me expone que ellos son capaces de derrotar solos al imperialismo. Después voy a Laos con el mismo mensaje de ayuda.

Al mes de estar en Asia llega Raúl con Dorticós y Sergio Valle y Ho Chi Min le dice lo mismo, y en otro momento me comenta que lo de Vietnam no es heroico, que lo de Cuba si lo era que construía el socialismo a 90 millas del Imperialismo. Entonces la naturaleza de la ayuda cambia. Cuba le empezó a entregar información a Vietnam, fue el país que más divisa le entregó a Vietnam. Le entrenamos a los hombre-rana. A Vietnam fueron cientos de oficiales cubanos coger entrenamientos en todas las armas y de todas las especialidades. En Vietnam murieron siete oficiales cubanos por ataques de la aviación norteamericana.

P: ¿Ho Chi Min fue un personaje extraordinario?

J.G.O.: Era un personaje en todo el sentido de la palabra. En la primera entrevista que tuvimos a mí se me fue el tiempo. Y después me dije que de acuerdo con las normas diplomáticas aquello no era lo normal. Ahí es cuando él me dice que no tiene ninguna preocupación con Cuba. En Vietnam estuve tres años desde 1966 hasta 1969 con Ho Chi Min, un hombre súper sencillo. Y me sentí comprometido con escribirle algo y así me salió el libro Ho Chi Min El Patriota.

P: Usted fue compañero de lucha de José Antonio, es miembro de la generación del centenario liderada por Fidel y además pudo compartir con Ho Chi Min.

J.G.O.: Eso es una gran responsabilidad para uno por eso me gusta difundir lo que conozco. Ahora estamos en una etapa de cambios y la juventud necesita dominar todas estas experiencias y que tenga claro el problema de la unidad, con la que hemos derrotado todas las maniobras del enemigo. Si nos dividimos estamos perdidos en un mundo totalmente contrario a una Revolución Socialista.

P: A la distancia de 60 años de aquella lucha donde perdió a muchos de sus compañeros. Mirando hacia atrás, mirando el presente y mirando hacia adelante, usted habla de la unidad, ¿es la mayor lección que le dejan todos esos años?

J.G.O.: Vivo aferrado al concepto de la unidad como el concepto más importante en el que tiene que reflexionar la juventud. Hay que interiorizar el problema de la unidad para lo que venga. Hay que tener sentido de unidad. Todo se puede discutir. Inclusive entre nuestros movimientos hubo discrepancias. Se cree que nosotros éramos unos en la sierra y otros en el llano, pero actuábamos sobre la base de la unidad que fue lo que nos garantizó el camino.

Fidel es un constructor de la unidad no solo con García Bárcenas, o las mujeres martianas, sino en el campo internacional. Cuba se ha batido en el mundo porque ha fomentado la unidad de los países del tercer mundo y subdesarrollados.

1 Comentario »

  • Carlos Gutiérrez dijo:

    Es decepcionante que la pelota, el fútbol o un concurso de baile generen cientos de comentarios mientras que aquí nadie haya encontrado nada que decir.
    Se puede estar o no de acuerdo con los planteamientos de Julio García, pero es innegable la importancia del trozo de nuestra historia de la cual él tuvo el coraje de ser parte activa.
    Yo, por mi parte, le agradezco a Julio por obsequiarnos sus recuerdos, experiencias y opiniones, y desde hoy tendré en cuenta el título de su libro en mis correrías por las librerías y bibliotecas.
    Mis respetos para Julio García Oliveras.

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