El Yate Granma y la gesta libertaria de la Revolución (+ Video)

Por Manuel Alejandro Hernández Barrios

Fotos: Roberto Garaicoa

Por un remoto paraje del sur oriental entró a Cuba la libertad el dos de diciembre de 1956, pasadas las 6:30 a.m. A unos 30 metros de la orilla encalla por falta de combustible el Yate Granma, sus 82 expedicionarios se lanzan a tierra y encuentran un pantano, deben atravesar más de un kilómetro de aguas pantanosas y espeso mangle para llegar a tierra firme. A unos dos kilómetros de aquella playa nació el Ejército Rebelde. Venían a cumplir la promesa de Fidel: “Seremos libres o mártires”.

En vísperas de que se cumplieran 61 años del histórico desembarco del Granma, el espacio televisivo Mesa Redonda se acercó a la historia de esa embarcación, que es un pedazo de la Patria, en su emisión del viernes primero de diciembre.

Antonio del Conde, el cuate: “Sesenta años. Ni siquiera sesenta horas serían suficientes para hablar del yate Granma (…) Fidel simplemente me pidió el yate (…) Me dice si usted me arregla ese barco, en ese barco me voy a Cuba. Me incorporo y le digo que el barco no sirve, está inservible. (…) Me repitió más despacio si usted me arregla ese barco, en ese barco me voy a Cuba. Con dos veces fue suficiente. Acaté la orden (…) Junté una cuadrilla de carpinteros, calafateros, limpiadores. Empecé a arreglar el barco de quilla a proa y a popa (…) Se le sacó mucho lastre, mucha basura (…) A Fidel siempre lo tuve al tanto de todas las reparaciones que le hice al barco. (…) Cuando él dio si salgo llego, tomo en cuenta mi consideración de que el barco podía ser muy marinero”.

El director del Museo de la Revolución, José Andrés Pérez, refirió como dato curioso del yate Granma que estuvo en La Habana en mayo de 1950 y en febrero de 1951, antes de ser adquirido por el cuate. Hubo un intento que preveía comprar otra embarcación. Días después se encuentran al yate anclado en Tuxpan.

Definió a la travesía del Granma desde Tuxpan hasta Las Coloradas como la travesía del siglo. Quedó varado en donde encalló. Horas después de encallar es ocupado por el ejército, es saqueado, maltratado. Y después hace recalo en Niquero y en Manzanillo. Entra a la bahía de La Habana el 20 de diciembre de 1956.

Contó que el hombre que es designado para su custodia Rolando Novoa Pantoja, en su infancia fue compañero de Norberto Collado Abreu, timonel y expedicionario del yate. Pantoja fue quien preservó el Granma. Hubo intentos de compra por personeros del régimen como yate de recreo, pero Pantoja siempre mantuvo el criterio de que estaba desactivado, que no podía navegar. No tuvo grandes reparaciones hasta que el 20 de diciembre de 1958 es enviado a la Isla de Pinos a cumplir misiones de patrullaje. Allí lo sorprende el triunfo de la Revolución. Collado estaba preso en el Presidio Modelo en la Isla. Al ser liberado después del triunfo se presenta ante Camilo y es éste quien le ordena que localice el Granma. El 8 de enero de 1959 cuando la Caravana de la Victoria arriba a La Habana, el Granma está en el varadero frente al Estado Mayor de la Marina. Allí la caravana hace una parada y Fidel sube al Granma y dice: “Con el desembarco del Granma comenzó para suerte de Cuba la insurrección que acaba de obtener la victoria y abrir el camino de la Revolución”.

Orlando Novoa mantuvo sus grados y su puesto en la Marina de Guerra Revolucionaria después del triunfo de la Revolución. Durante 30 años, posteriores al triunfo, se mantuvo vinculado a la Marina trabajando en los remolcadores.

Antonio del Conde, el cuate: “Para 1956 habíamos intentado comprar, a unos 20 mil dólares, una lancha torpedera en Estados Unidos. (…) Los americanos no dejaron importarla y se quedaron con el dinero. (…) Fidel hizo un cálculo de lo que cabría en el yate Granma: las armas, las municiones, la ropa, las botas, un poco de comida. En la proa acomodé 20 sacos de naranja para la travesía. (…) El 25 de noviembre de 1956 llego al yate y había un poco de confusión, entonces me tocó asignar el lugar y el espacio de 76 personas, más cuatro en el puente, uno en las maquinas abajo y Fidel esperando a que le avisara. Estaba lloviendo. Yo les decía: señor aquí se para usted, no fume, no hable, no prenda luz. (…) En la actualidad el barco está en perfectas condiciones y sigue navegando”.

El fotógrafo Perfecto Romero, Premio Nacional de Periodismo José Martí, es uno de los que mayor archivo tiene de la Revolución. Estaba presente cuando Fidel y otros compañeros montan el Granma y dan una vuelta a la bahía. Relató que Camilo y Celia se quedaron abajo. Fidel estaba muy animoso. La decisión de que el Granma estuviera allí esperando a Fidel fue de seguro una sorpresa de Camilo. Perfecto Romero vuelve a fotografiar al Granma en el río Almendares, donde lo tuvieron exhibiendo un tiempo. Allí estaba el padre de Almeida cuidando el yate y atendiéndolo.

Antonio del Conde, el cuate: “El Comandante Fidel Castro dijo que quería mucho al yate. Dependía del yate su vida. El yate no podía fallar. (…) Le tenía mucha confianza al yate, mucho cariño. (…) Yo no hice mucho con las manos, pero siento que lo reparé, que yo hice navegar el yate Granma. Tengo derecho a sentir que yo hice todo. Me faltan palabras. Fidel me dijo que saliendo el yate me escondiera, que nadie me conociera. Me pidió que lo siguiera por tierra. Convencido de que el yate navegaría seguí al yate por tierra. (…) Cuando lo dejé de ver sentí feo. Había vivido varios meses en el yate. Era mío y yo lo arreglé con la intención de irme en él. Fidel siempre dijo que yo no me iría en el barco, que yo no era expedicionario, que le sería más útil fuera de Cuba que otros soldado en la Sierra. Yo estaba preparado físicamente, pero no estaba preparado políticamente. Todos los expedicionarios habían tenido una educación férrea impuesta por Fidel. Fidel, cuando se trataba de una meta, lo hacía convencido. Me fui a Isla Mujeres y escuché que Frank País había comenzado la lucha en Santiago de Cuba. Fue tal la emoción que me puse a correr en la playa como loco para felicitarme que el yate había llegado. Yo aporté un pedacito para que el barco llegara y Fidel fue héroe”.

Melba Hernández: “Se me había convencido de que el barco no tenía la condiciones para transportar mujeres. Cuando lo vi me fue muy fácil entender que era imposible que viniera en él. No entendía cómo pudiera venir tantos muchachos en el Granma. (…) Fidel dijo el yate llega, el Granma llega a las costas de Cuba”.

José Andrés Pérez, director del Museo de la Revolución, comentó que el 9 de enero de 1959 el Granma regresa a Casablanca. Estuvo en varias ocasiones en el Almendares para que la población lo visitara. Fue el buque insignia de la marina por años. En 1973 se toma la decisión de convertirlo en un bien patrimonial. Se aprueban los proyectos del memorial Granma. El dos de enero de 1974 el Granma va a realizar su última travesía. Recorrió desde el Almendares todo el litoral hasta Casablanca y navegaron con él Fidel, Raúl, los expedicionarios que en ese momento sobrevivían, y los miembros del buró político.

El 14 de noviembre se concluyen las tareas de reparación del Granma y está preparado el Memorial para recibirlo. Ese día es introducido en el Memorial. El primero de enero de 1976 se produce el acto de inauguración del memorial.

Senén Rivalta y Marcelino Zamora fueron los choferes que introdujeron de una vez el Granma dentro de la urna en la que se encuentra todavía. El 19 de abril de 1989 encendió la llama del monumento a los héroes eternos de la Patria nueva. Fidel lo visitó en más de 15 ocasiones. Hay una réplica en el Palacio de Pioneros, otra en Las Coloradas. En Túxpan hubo una réplica también.

Antonio del Conde, el cuate: “Hace un año me sentí solo. Ya no tenía a Fidel. (…) Es tan grande Fidel que el previó el día que iba a faltar y que lo íbamos a extrañar pero que teníamos que salir adelante. (…) En el libro de condolencias de la embajada de Cuba en México le puse: Alejandro usted me enseñó a vivir otro mundo, otra vida, ahora enséñeme esta vida sin usted”.

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