¿Cómo alcanzar una cultura comunicacional? (+ Fotos y Videos)
El cubano, por excelencia, es una persona muy comunicativa, de mucha capacidad expresiva, sincera, jocosa, que busca alternativas. Pero para hablar de una cultura comunicacional en la Isla, tan necesaria en los tiempos actuales de globalización, de complejidades sociales, de múltiples entradas y salidas de información, de inmensa artefactualidad, es preciso tener en cuenta un conjunto de elementos que trascienden esos rasgos de la idiosincrasia.
Para hablar de «cultura comunicacional», hay que referirse a adquirir una capacidad expresiva responsable. En ese sentido, la doctora Hilda Saladrigas Medina, presidenta de la Comisión Nacional de Carrera de Comunicación y profesora titular de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, explica a Granma que:
«No basta con expresar lo que se siente, sino ser consciente de que recibiremos una respuesta a esos sentimientos y necesidades. No es solo decir, sino decirnos».
Como toda sociedad subdesarrollada, que ha estado sujeta a una dominación cultural y hegemónica por metrópolis que han tenido una comunicación muy autoritaria –España, Estados Unidos–, «estamos acostumbrados al proceso de transmisión de información. Por tanto, si yo te digo una cosa, eso es lo que es. Incapacita la réplica, y motiva a que no se expresen las posturas diferentes en un diálogo. Esto ha ocasionado una falsa unanimidad en las discusiones», valora Hilda Saladrigas, también miembro del Comité Académico de la Maestría en Ciencias de la Comunicación y del Doctorado en Ciencias de la Comunicación.
El diálogo implica exponer. Implica también hacer demandas, recibir respuestas, el que exista la inconformidad, la capacidad de réplica, de encontrar entre todos una solución, y que no haya una sola persona que tenga la razón, o un grupo de personas que tengan una razón y la impongan, dice.
Esa es una cuestión cultural en la que tenemos que trabajar, admite, tanto en los procesos formativos más elementales, de educación formal y cívica, hasta los que trabajamos profesionalmente gestionando una comunicación pública.
«Eso tiene que irse incorporando en nuestra sociedad. Los tiempos cambian, y nos lo exigen», señala.
¿CÓMO ALCANZAR UNA CULTURA COMUNICACIONAL?
La cultura es un proceso. No es algo que nace de la noche a la mañana. No puedes decir que existe cultura comunicacional a partir del 2018, y no existía en el 2017, explica el doctor Raúl Garcés Corra, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (FCOM).
«Pero sí creo que avanzamos hacia una cultura comunicacional –añade–, porque la estamos institucionalizando, porque hay direcciones que se ocupan de ella en todas partes y hay una profesionalización mayor de los recursos humanos en este campo, aun cuando por años muchas direcciones de Comunicación estuvieron cubiertas por personas que no necesariamente estaban preparadas para ello».
Hoy el panorama es otro. «Tenemos un marco regulatorio mucho más avanzado, que no es perfecto, pero sí hay voluntad política en continuar perfeccionándolo. El país ha aprobado recientemente una Política de Comunicación», señala.
Un principio fundamental de ese documento recién aprobado por el Partido Comunista de Cuba reconoce que la comunicación y la información son derechos ciudadanos y bienes públicos. Esto no es algo menor, agrega la doctora Rosa Miriam Elizalde, vicepresidenta de la Unión de Periodistas de Cuba.
«Ese derecho, que es imprescindible punto de partida para lograr una cultura comunicacional que como toda cultura necesita de un sedimento, está íntimamente ligado con otros sin los cuales una sociedad no puede llamarse socialista: el acceso universal a la cultura y al conocimiento, a la educación, a expresarse, a informar y ser informado, a dialogar y tramar tejidos ciudadanos en función de las necesidades del país», comenta Elizalde.
Sin comunicación, asegura, se disgregan las posibilidades de movilización de la sociedad y se compromete la capacidad para dar respuestas a las necesidades económicas, políticas y culturales que exige la actual coyuntura.
«Esas herramientas están en función de que haya una cultura comunicacional con más posibilidades de afianzarse», resalta Raúl Garcés.
Pero eso no se construye desde arriba, es un proceso que tiene que involucrar a toda la sociedad: «a la ciudadanía, a todas las personas que tienen la posibilidad de comunicarse a través de otros canales, como las redes sociales, los blog…», valora.
Al respecto, Hilda Saladrigas coincide en que la comunicación no es tarea solo de los profesionales que trabajan en este campo.
«Nosotros podemos ayudar, facilitar, decir, explicar, dar argumentos a quienes no los tengan, de que eso es necesario. Una sociedad no se puede permitir el lujo de estar desinformada, ni de espaldas a los diálogos», comenta.
En la medida que la sociedad sea protagonista, señala el Decano de la FCOM, participe de una manera activa en la construcción de un discurso público que sea de calidad, que tenga proyectos políticos acompañantes; un discurso público capaz de transformar cosas, creo que sí avanzamos hacia una cultura comunicacional. Es un camino, una meta.
COMUNICAR, LA MEJOR VÍA PARA DEFENDER NUESTROS LOGROS
Hoy se hace imprescindible aprender a conducir los procesos comunicativos, porque de lo contrario seguiremos reproduciendo un patrón comunicacional dominante, el que nos inculcó el imperio español, y luego el norteamericano, donde hay una falsa concepción de la democracia, donde se nos habla de una libertad de expresión que no existe.
Al decir de Hilda Saladrigas, una Revolución como esta, que nos dio la oportunidad de aprender a leer y a escribir, por tanto, nos dio el acceso a la palabra y al pensamiento, tiene que seguir avanzando en ese sentido, tiene que seguir alfabetizando informacionalmente en los tiempos actuales.
En cualquier sociedad, y particularmente en nuestro socialismo, permanentemente asediado y objeto a veces de demenciales mentiras, añade Rosa Miriam Elizalde, las fallas del sistema comunicacional pueden comprometer seriamente el ejercicio del poder político e impedir formas permanentes de control social que favorezcan la participación popular y tengan un papel activo en la defensa de la nación.
La cultura comunicacional es potente cuando nuestras decisiones como ciudadanos se convierten en actos políticos, en decisiones de cada cubano, y del Estado, señala.
Hay que aprovecharla entonces como una herramienta estratégica, «porque debe estar para proteger los valores de la identidad –agrega la MSC. Rosa María Pérez, presidenta de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales–, de la historia, de la cultura, de la soberanía de las naciones, y tiene que ser profesional».
Comunicar no puede ser espontáneo, sino que debe ser un ejercicio del conocimiento, que motive la reflexión, el cambio de actitud en la información, en el pensamiento atinado, valora.
La cultura comunicacional es un proceso que comenzó, pero que nunca termina. Tiene que seguir a tono con los tiempos para construir una sociedad mejor y enriquecer nuestra vida como cubanos.
(Con información del Granma)
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