Tres Héroes Nacionales: Comandantes de una Revolución Naciente
Los días finales de la Ofensiva de Verano de la dictadura estaban contados. Las victoriosas batallas de El Jigüe y la segunda de Santo Domingo fueron el puntillazo y el punto de partida de la incontenible contraofensiva rebelde.
Los combates en Purialón, Casa de Piedras, Providencia y El Jobal marcaron las acciones más distintivas que antecedieron a la Batalla de Las Mercedes, última que condujo a la expulsión vergonzosa, total y definitiva de las tropas del ejército de la tiranía en la Sierra Maestra, justamente, por el mismo lugar que había iniciado la ofensiva el 25 de mayo de 1958.
La huella imborrable de tres héroes de aquella proeza militar, sin que les importaran las dificultades y el número de enemigos, es parte inseparable de la historia de la Patria.
CUEVAS: INDETENIBLE Y UNO DE LOS JEFES MÁS CAPACES
Andrés Cuevas Heredia había nacido en Camajuaní, antigua provincia de Las Villas, el 2 de julio de 1915.
De origen humilde, estudió en una escuela primaria rural hasta el quinto grado; trabajó como cortador de caña en el central Jaronú (hoy Brasil) en la entonces provincia de Camagüey. Laboró en la Base Naval en Guantánamo entre los años 1950 y 1952 y tras su cesantía en aquel enclave militar yanqui retornó al barrio natal de Sabana, se desempeñó en el campo, fue vendedor ambulante, se dedicó a la compra y venta de ganado y, con esfuerzos, llegó a poseer una pequeña finca y una bodega de campo.
Opuesto a todas las injusticias, luego del desembarco de los expedicionarios del Granma vio a esta nueva fuerza como la única capaz de enfrentar la tiranía, terminar con los males sociales y la explotación reinante. Tenía cuatro hijos cuando decidió entregarse a la lucha de manera definitiva.
Consecuente con sus ideas llegó a la Sierra Maestra a mediados de 1957 y contactó con Fidel en un sitio entre Palma Mocha y La Plata. Era portador de un mensaje enviado por el Movimiento 26 de Julio de su lugar de procedencia. El comandante rebelde lo aceptó en las filas insurrectas;
asistió al primer combate con un arma prestada y desde su bautizo de fuego sobresalió por su decidido avance hacia el adversario, de pie, sin medir los riesgos y peligros. A fuerza de valor y capacidad le fue asignado un pelotón.
Participó en el primer combate de Pino del Agua, El Salto, Veguitas, en el segundo de Pino del Agua y San Ramón y, desde el inicio de la Ofensiva de Verano, tomó parte en el rechazo del adversario desembarcado por el sur en las acciones de alto de La Caridad, la batalla de Santo Domingo, Meriño y El Jigüe.
Al frente de su pelotón, junto a los capitanes Eduardo (Lalo) Sardiñas y Ramón Paz Borroto, tuvo una participación decisiva en la emboscada tendida en Purialón destinada a aniquilar los refuerzos enemigos que se desplazaban para socorrer al Batallón 18, sitiado en El Jigüe por la tropa del capitán Guillermo García y otras fuerzas que cerraban el cerco. Fidel siguió los detalles y dirigió personalmente esa importante batalla.
En esas circunstancias, el Comandante en Jefe cursó instrucciones a Cuevas, Lalo Sardiñas y Paz para la acción que se avecinaba. Los días 17 y 19 de julio se produjeron violentos combates y Cuevas cumplió cabalmente su misión. En el encuentro contra el Batallón Los Livianos –último refuerzo enviado por el ejército con la ilusión de sacar a las tropas cercadas en situación desesperada–, destruyó a la vanguardia, combatió con tenacidad bajo el fuego de la artillería, la aviación y las armas de infantería y, cuando el enemigo agotaba sus fuerzas y la rendición era evidente, Cuevas, como era su hábito, salió de su posición con la presumible intención de precipitar su capitulación, avanzó decididamente hacia el adversario, y fue derribado por una ráfaga que segó su vida.
Cuevas se distinguió por su ejemplo personal, se ganó el cariño, la admiración y el respeto de sus jefes y subordinados. Siempre estuvo entre los que les confiaron las misiones más importantes y en los lugares determinantes y, antes de la Batalla de El Jigüe, llegó a concebir la idea de proponerle a Fidel la creación de un frente guerrillero en el territorio de Camajuaní.
El Comandante en Jefe, bajo la consternación, comentaría al Che que la muerte de Cuevas los tenía a todos muy tristes y el resultado de los combates era una victoria amarga. Ese mismo día, 19 de julio, firmó la orden de ascenso póstumo:
Sierra Maestra julio 19-58. 5:30 pm Orden Militar. Se asciende póstumamente al grado de Comandante del Ejército Rebelde por su ejemplar conducta militar y su heroico valor al capitán Andrés Cuevas, muerto en el día de hoy, cuando avanzaba sobre el enemigo. En lo adelante se mencionará su nombre con el grado de Comandante.
Márquese el sitio de su sepultura para construir allí un obelisco que perdurará con el recuerdo imborrable de todos sus compañeros de ideal.
Fidel Castro R.
Comandante en Jefe.
Sus compañeros le rindieron los merecidos honores y el duelo fue despedido con sentidas palabras.
En Purialón, a pocos metros donde cayó, la Revolución levantó un monumento que perpetúa la memoria de uno de los más aguerridos combatientes, de los más audaces y capaces jefes del Ejército Rebelde.
PAZ: UNO DE LOS COMBATIENTES MÁS COMPLETOS
Ramón Paz Borroto nació en la ciudad de Ciego de Ávila el 31 de agosto de 1924. Inscrito en Morón junto a sus dos hermanos, se trasladó con sus padres hacia el oriente del país y creció al amparo familiar de una tía y su esposo en las cercanías del central América (hoy América Libre), en Contramaestre, Santiago de Cuba.
Apenas cursó los primeros años de la enseñanza primaria en escuelas rurales. Comenzó a trabajar desde muy joven, tomó conciencia de clase y defendió a los trabajadores, actitud que le acarreó dificultades con los propietarios de los centrales América y más tarde Santa Martha, en Santa Cruz del Sur, Camagüey. Fue padre de tres hijos.
Las Minas de Charco Redondo, en Santa Rita, Granma, contribuyeron, de modo significativo, en su forjación revolucionaria. Allí encabezó la célula del Movimiento 26 de Julio, asumió las misiones más riesgosas y descolló por su decisión y valor. Suministró dinamita y explosivos a la Sierra Maestra y al llano, y contribuyó a engrosar las filas rebeldes con los hombres más idóneos. Tuvo una relación creciente en la lucha con el extraordinario dirigente clandestino Frank País, quien lo captó para el Movimiento, le daba indicaciones directas y sostuvo encuentros con él.
Detenido por sus actividades revolucionarias y tenazmente perseguido, formó parte del tercer refuerzo enviado por René Ramos Latour (Daniel) a la Sierra Maestra a mediados de noviembre de 1957 y, en su primer encuentro con el máximo jefe rebelde, fue ratificado al mando de una escuadra con el grado de teniente. Participó en el combate de El Salto, el ataque a los cuarteles de Veguitas, Estrada Palma y San Ramón, y la emboscada de El Pozón.
En previsión de la ofensiva enemiga, cumplió una misión especial encomendada por Fidel para el traslado de reses hacia la Sierra Maestra destinada a la alimentación de los campesinos y guerrilleros.
La actuación de Paz fue decisiva en el rechazo de las fuerzas desembarcadas por la dirección sur durante la Ofensiva de Verano. En un momento complejo, frente a las tropas del ejército que avanzaban por el norte y el sur en las primeras semanas de iniciada la ofensiva de la tiranía, se produjo el combate de La Caridad, en el que apenas con una escuadra detuvo el empuje inicial del Batallón 18 y lo obligó a retroceder hasta la costa, acción que, por la audacia y espíritu combativo, mereció el reconocimiento de Fidel en un mensaje:
«Paz: no sabes el valor que tiene en estos instantes haber rechazado a los guardias por ese camino. Te felicito por el acierto y por la acción, al igual que a los bravos compañeros que están contigo…».
Los combates de La Caridad, El Naranjal, Purialón, Casa de Piedras y Providencia jalonaron un camino de hazañas escritas por el destacado capitán rebelde contra la ofensiva. En ese periodo fueron numerosos los mensajes intercambiados entre Fidel y Paz en los que trascendían el reconocimiento y la confianza en el bravo combatiente, y la lealtad y disciplina del jefe guerrillero hacia el máximo líder rebelde.
En su carácter se mostraba jovial, conversador y gastaba jaranas, al tiempo que era exigente. El Che lo caracterizaría en breves líneas en respuesta a un compañero: «…debo recordarte que Paz es nuestro mejor capitán. Un poco duro a veces, pero justo y muy valiente».
Quienes pelearon junto a él, lo querían y admiraban por su valor y capacidad para organizar y dirigir el combate; obraba como si se tratara de un militar profesional.
En las emboscadas esperaba a que se acercara el enemigo y muchas veces combatía a la distancia de cinco y diez metros. En una ocasión, con el adversario a pocos metros y en condiciones desventajosas para los insurrectos, cogió una ametralladora, la cargó al hombro, la situó en medio del camino y comenzó a disparar. Aquella osadía salvó la situación.
En Casa de Piedras, sin concluir aún la acción, partió velozmente hacia las posiciones enemigas, seguido por Daniel y pocos rebeldes para tomar prisioneros, ocupar las armas y prestar asistencia a los heridos.
Por sus méritos extraordinarios fue ascendido a comandante del Ejército Rebelde al amanecer del 26 de julio de 1958, luego de ese victorioso encuentro.
Dos días después, en Providencia, en las primeras horas de la mañana, cuando intentaba alcanzar una línea para rechazar los efectivos del Batallón 11 que se retiraban a la desbandada a través del río Yara, y sin llegar a situar las emboscadas a su espalda, Ramón Paz Borroto cayó entre dos fuegos, incluido el del Batallón 22 que, procedente del central Estrada Palma y en apoyo a las fuerzas que se retiraban, había salido al flanco derecho y la retaguardia de su posición sin resistencia alguna. Solo con su muerte pudo pasar el enemigo.
Bajo su mando estuvieron destacados guerrilleros, entre ellos, Andrés Cuevas; Braulio Curuneaux; Antonio Sánchez Díaz (Pinares) y Manuel Hernández Osorio, caídos heroicamente en Bolivia; Eddy Suñol, y René Ramos Latour, con quien libró sus últimos combates.
Sus restos reposan en una sencilla tumba en el lugar donde murió heroicamente a la cabeza de otros compañeros que le acompañaban.
Paz fue uno de los combatientes más completos.
DANIEL: FIEL CONTINUADOR DE FRANK HASTA LA MUERTE
René Ramos Latour nació en Antillas, antigua provincia de Oriente, el 12 de mayo de 1932. Se graduó de contador, pero no concluyó los estudios universitarios debido a su entrega a la Revolución. Trabajó en Nicaro y se unió a la lucha revolucionaria bajo la dirección de Rafael Orejón Forment en el norte de Oriente, hasta la muerte de este en diciembre de 1956.
Formó parte del primer refuerzo enviado por Frank País hacia la Sierra Maestra en marzo de 1957. Al producirse el asesinato del destacado dirigente, el 30 de julio de 1957, Daniel lo sustituyó en la responsabilidad de Jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, en la que desplegó un intenso trabajo a lo largo del país en la organización de las milicias, el envío de armas, dinero y abastecimientos hacia la Sierra Maestra, la quema de cañaverales para obstaculizar la zafra y otras tareas.
Sus cualidades quedaron refrendadas en carta que dirigiera Frank a Fidel, que lo calificaba como hombre de fuerte carácter, leal y martiano.
Como parte de las acciones de apoyo a la Huelga de Abril, organizó y dirigió el ataque al cuartel de Boniato, al frente de la Columna 9 Pepito Tey que, posteriormente, se incorporó al Segundo Frente Oriental Frank País. Ostentaba entonces el grado de comandante, que le fuera ratificado por Fidel.
Después de la reunión de Altos de Mompié, el 3 de mayo de 1958, en la que fueron analizadas las causas del fracaso de la huelga, se adoptaron decisiones de trascendencia que repercutirían en el curso posterior de la guerra. Daniel formó parte del nuevo Ejecutivo del Movimiento 26 de Julio.
Llegó definitivamente a La Plata en la segunda mitad de junio de 1958 procedente de Santiago de Cuba, acompañado de un grupo de combatientes probados en la clandestinidad y resueltos a luchar en las nuevas condiciones, y cumplió distintas misiones bajo el mando directo del Comandante en Jefe.
En la madrugada del día 25 de julio, Daniel recibió un mensaje del máximo jefe rebelde, en cuyo contenido le indicaba sumarse a Paz:
«Trasládate bien temprano con toda tu fuerza a reforzar la posición de Paz. Parece que los guardias van a subir mañana y esta puede ser la gran oportunidad, ya que tenemos fuerzas dispuestas para atacar desde distintas direcciones. Otro golpe grande en estos momentos, sería mortal para Batista…».
Al frente de su grupo se destacó en los combates de Casa de Piedras y Providencia. Con 43 hombres reforzó las tropas de Paz en ambas acciones. Por orden de Fidel, a la caída de este, asumió el mando de los rebeldes a él subordinados.
En El Jobal, bajo el fuego de la artillería y de los fusiles, Daniel resultó gravemente herido y lo retiraron del escenario de combate. Aún consciente, daba órdenes y en ese estado se preocupaba más por los guerrilleros que habían quedado dispersos que por el destino de su vida. La muerte asomaba en su rostro y varios minutos después, en su auxilio llegaron, como médicos, Ernesto Che Guevara y Sergio del Valle. Todo esfuerzo por volverlo a la vida era inútil. Murió el 30 de julio de 1958, justamente un año después del asesinato de quien fuera su jefe: Frank País.
Daniel cayó cuando avanzaba al frente de sus hombres, resultó una sensible pérdida para el Movimiento 26 de Julio y el Ejército Rebelde.
Los compañeros lo vistieron con el uniforme verde olivo, le rindieron guardia de honor y juraron ante su cadáver continuar la lucha con firmeza y bajo su ejemplo. Al momento de su muerte dejó una pequeña hija.
En El Hormiguero, muy cerca de El Jobal, fue enterrado en una pequeña colina con gran vegetación. Una cruz marcó el lugar donde después se situó una tarja que guarda su memoria.
La firmeza de ideales trascendió en sus palabras:
«Tengo fe en el truinfo de la Revolución y en la claridad y empuje de su pueblo que ha de llevarla adelante».
CUEVAS, PAZ Y DANIEL: HERMANOS DE ARMAS E IDEAS
Los tres se estimaban y respetaban. Crecieron a los peldaños más altos bajo el magisterio de Fidel. Estuvieron entre los principales héroes en la lucha contra la Ofensiva de Verano del ejército batistiano y los forjadores de la proeza que escribió el Ejército Rebelde hace 60 años.
Por aquellos días, los combatientes sentían la muerte, en particular de los más importantes oficiales, pero para Fidel la de estos tres de sus comandantes fue en extremo dolorosa.
Ellos estaban entre los imprescindibles. No fue un hecho casual que ante una insatisfacción que sentía por algún desempeño cuando fijaba las últimas instrucciones a los jefes subordinados, en vísperas del golpe final sobre Las Mercedes, a principios de agosto de 1958, Fidel comentara la falta que en ese momento le hubieran hecho hombres como estos.
A estos inolvidables combatientes les es válida la divisa del líder histórico de la Revolución:
«…los héroes no tienen edad, tienen historia, hacen la historia, son la historia…».
Fuentes:
La victoria estratégica. Fidel Castro Ruz. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. Edición 2010.
Daniel, combatiente del llano y de la Sierra. Biografía. Autores varios. Editora Política, año 2008.
Rebelde hasta la victoria. Fernando Vecino Alegret. Editorial de Ciencias Sociales, año 2013.
Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
(Con información del Granma)
Haga un comentario.